Esta propuesta del diseñador y artista contemporáneo Walter Calienno (miembro del Estudio La Cabeza), exhibida en la Sala 1.1 del MADC, elabora un carácter distinto de los objetos como componentes de los imaginarios simbólicos de la colectividad, enfocados con suma astucia por el arte joven (me evoca los ensambles del nicaragüense Raúl Quintanilla, del hondureño Adán Vallecillo, del salvadoreño Walterio Iraheta, del guatemalteco Ángel Poyón, de los cubanos Garaicoa, Diango Hernández y Ordo Amoris, y a nuestra Priscila Monge, por citar a algunos referentes regionales).
Nunca es suficiente de Walter Calienno, Sala 1.1 del MADC. Fotografía LFQ
Calienno se sirve de los mangos o puños de paraguas y sombrillas para ensamblarles objetos de muy diversa utilidad en el cotidiano de todos: lápices, compás, cintas métricas y el metro plegable del carpintero, cubiertos, mangueras, brochas, pinceles, velas y hasta luces generando una propuesta juguetona y provocativa, en tanto todos fueron colectados en la ciudad, quizás abandonados en basureros y rincones entre las aceras y los edificios. Son notables las tres piezas donde utiliza elementos naturales tales como el hueso de la mandíbula de algún animal, además de ramas y raíces.
Nunca es suficiente de Walter Calienno, Sala 1.1 del MADC. Fotografía LFQ
Advertimos el pensamiento de este autor al apreciar la muestra, atañe a la paradoja, cuyas contradicciones encienden los grandes enigmas urbanos de hoy en día: por un lado discursa sobre las precariedades del sitio donde los encontró, y por otro, los eleva a la función actual del arte que reivindica el objeto y lo carga de nuevas ideas, otros episodios de los discursos que encienden las emociones, la reflexión o el análisis de las distintas situaciones, y, como sucede en “D´acá”, nos empodera como espectadores.
Nunca es suficiente de Walter Calienno, Sala 1.1 del MADC. Fotografía LFQ
Enfila los objetos con otra semántica y lectura en función del par, del doble con nexos hipertextuales inteligentes y siempre abiertos, los dispone en la sala como si fueran inventarios taxonómicos de quien colecta, de un investigador científico social como es el antropólogo, en una especie de arqueología urbana asumiendo un ordenamiento que tiene que ver con los temas de uso, pero sin perder lo jocoso y juguetón en tanto son arte.
Nunca es suficiente de Walter Calienno, Sala 1.1 del MADC. Fotografía LFQ
Una de las piezas que más me impresionó es la que mezcla el mango de paraguas con una bolsa de chorrear, soporte donde se redibuja el perfil de la Virgen de Guadalupe, menciona el mito popular de que los residuos del café poseen capacidades mágicas premotinorias.
La propuesta de Calienno, curada por María José Chavarría intensifica la noción del arte objeto, de esos “chunches” que por acabado el tiempo de utilidad práctica nadie sabe qué hacer y terminan a orillas del Tárcoles, en las playas de esa desembocadura e incluso en las islas del golfo de Nicoya; o. Como se dijo, componente de esa trama que embadurna la ciudad. Dilucida la existencia del pensamiento del diseño –del cual he discursado abundantemente en este comentario-, en una zona de mutua influencia con el arte joven, que se sirve más que nunca de la semiótica de los objetos y (como acoto en el comentario de la muestra paralela “D´acá”), la “catexia”, cuando éstos se cargan con lo emotivo, para vivenciar nuevos acoples de sentido, puros y a la vez refrescantes visiones de crear con lo que a otros les parece burdo o pueril basura.