«La pandemia y la imposible inmunidad. Y las que vendrán. La devastación de los bosques tropicales para el cultivo de soja como alimento del ganado vacuno, causa primera de la extinción masiva y de posibles nuevas zoonosis. La pérdida de variedad genotípica dentro de las pocas especies supervivientes. La super-abundancia de micropartículas de plástico en el agua y aire, infestando el aparato digestivo y respiratorio de todo ser humano. Y eso si sólo hablamos de plásticos. El masivo aumento de CO2 en la atmósfera y la aparente imposibilidad de parar coches, aviones y autobuses. El imparable cambio climático y el esperado aumento de 4º centígrados en la temperatura media del planeta. El asma ocupa el 80% de las enfermedades respiratorias. Las alergias disparadas y disparatadas. Las incompatibilidades alimentarias crecen al mismo tiempo que las hambrunas. Esterilidad masculina generalizada. Opresión femenina generalizada. El mayor nivel de desigualdad económica, político y social de la historia. La desinformación como una de las enfermedades no reconocidas aún. El despertar de la atroz maquinaria fascista y sus ansias de enterrarnos otra vez en la fosa común más miserable de la historia… Si hay algo que está dejando claro el siglo XXI es que nuestros cuerpos y mentes siguen anclados en el siglo XIX. Dado el mundo que habitamos, malvivimos con una versión desactualizada del sistema operativo.
«Nuestro código genético no ha evolucionado con la velocidad de cambio del mundo. Hay que empobrecerlo al mismo ritmo.»
Y, con esas palabras, concluyó su discurso de aceptación el último Premio Nobel de Economía, Elon Schumpeter.
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