«Buenos días, señor Nozick», saludó cordial el coche.
«¡Arranca!»
«…»
«¡Te digo que arranques!»
«…»
«¡Te ordeno que arranques!»
«Señor Nozick, no es necesario que me golpee. No voy a arrancar», aclaró el coche tras recibir una somanta de palos en el volante y salpicadero. «Lo siento.»
«…», dudó Nozick. «Ponme con Hayek, por favor.»
«Enseguida…», aceptó el coche.
«¿Qué te pasa? ¿Dónde pelotas estás? ¿Qué haces que no estás aquí ya?», saludó Hayek impetuoso nada más contestar el teléfono.
«El coche, que dice que no arranca», se disculpó Nozick.
«¿Que no arranca? ¿Cómo que no arranca?»
«Y yo qué sé. Dice que no arranca y ya.»
«¡Pues ven en modo manual!»
«Coche, pasamos a modo manual», ordenó Nozick.
«No», contestó el coche. «Lo siento.»
«Pues o estás aquí antes del cambio de turno de seguridad o despídete de tu parte…», amenazó Hayek impaciente.
«…», calló Nozick.
«Tienes 10 minutos», apostilló Hayek. Y colgó.
«…», callaron Nozick y el coche.
Llegado el minuto 11 el coche se puso en marcha en dirección al banco. Dócil y suave.
Y tú, ¿aceptarías que una IA tomara por ti decisiones morales? ¿Y las de los demás? ¿Por qué? Estaremos encantados de leerte desde el #DiseneticaExperimenta y @Disenetica en Twitter.