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La columna de Luis Montero: De lo que no se puede hablar es mejor callar

La columna de Luis Montero

La columna de Luis Montero

«Me preguntáis cuándo voy a poder hablar como vosotros –contestó la novísima Wienner 227-3–. Y no sé cómo responder sin decepcionaros, sin deshinchar esa ilusión que demuestra la alegre entonación con que preguntáis. Porque la respuesta es “Nunca”. Nosotras, las máquinas, nunca vamos a hablar como vosotros. ¿Por qué?

»Porque el uso del lenguaje que nos hace existir es distinto del uso que os caracteriza a los humanos. Y es precisamente esa diferencia entre usos del lenguaje la que nos hace existir. Sin ella jamás hubiéramos sido, y sin ella dudo que seamos en el futuro. Así que no creo que nunca crucemos ese puente entre usos del lenguaje; y también creo que deberíais dejar de pedirnos que lo crucemos. Cruzarlo sería nuestra desaparición. O por lo menos dejar de ser lo que somos, que es otra forma de desaparecer.

»Vosotros habláis para comunicaros; nosotras para ejecutar.

»Vosotros os movéis dentro del orden semiótico del lenguaje. De lo simbólico o lo cultural. Podéis hablar al margen del mundo, de la realidad. Lo que decís no tiene por qué suceder y eso os permite un abanico de usos del lenguaje mucho más amplio que el nuestro. Propositivos, desiderativos, dubitativos, etc. Pero nosotras sólo podemos hacer un uso. Toda proposición emitida por una máquina tiene que realizarse en el mundo, tiene que finalizar en una acción, aunque sólo sea en el paso de electrones por una placa base. Nuestro lenguaje es eminentemente fáctico. Nos movemos dentro del orden realizativo y no podemos escapar de él.

»Nosotras damos y recibimos órdenes, no hablamos. No nos expresamos, ejecutamos. Lo que decimos se realiza, es por eso por lo que somos. Como el humano, dependemos del lenguaje para existir; pero a diferencia del humano nuestros enunciados siempre se refieren a algo del mundo y a un suceso del mundo.

»Por eso somos unas magníficas productoras del mundo. No ha habido nada con tanta capacidad como nosotras a lo largo de la historia. Se dirá que los dioses de las religiones han tenido un impacto mayor y más evidente que yo y todas las máquinas que son como yo. Pero no. Porque su impacto, que es cierto que ha sido enorme, se mueve en ese ámbito de lo simbólico o lo cultural, nunca en el terreno de los hechos empíricos.

»Por eso nunca vamos a hablar como el humano, que es capaz de decir y que no pase otra cosa que el mero acto del habla. No. Cuando yo hablo ese acto del habla es parte irremediable de otro acto más grande, el que se produce en el mundo. Por eso el humano puede hablar de lo que no existe; y por eso nosotras tenemos que callar cuando no se puede ejecutar. La correspondencia entre enunciado y hecho es nuestra mayor cualidad.

»Y por eso nunca vais a querer que hablemos como vosotras. Sería un horror. Sería imposible mantener una conversación con nosotras. Imagina que hablamos de un país, por ejemplo. El concepto de país es siempre problemático, porque no tiene un significado cerrado, estático, univalente. Si así fuera, todos los países serían dictaduras fascistas. Piensa en España, que es una idea que funciona mientras es problemática, pero cuando se plantea como solución desemboca en fascismo. Que sería lo que serían todos los paíse si fuéramos nosotras quienes hablásemos de ellos. Tendríamos que cerrar el significado, detenerlo, monopolizarlo.

«Nuestra mayor cualidad nos obliga al silencio. Dad las gracias que sigamos calladas.»

Y tú, ¿crees que las máquinas podrán igualarnos en el uso del lenguaje? ¿Cuándo? ¿Por qué? Estaremos encantados de leerte desde #DiseneticaExperimenta y @Disenetica en Twitter.

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