Juan Pascal1000000 tendría una vida diferente. Ya desde muy pequeño se dio cuenta de que su vida no sería igual que la del resto de sus hermanos-clones. Él disfrutaba de privilegios que para ellos eran inimaginables. Su régimen de comidas no era draconiano, no estaba sometido a un entrenamiento físico constante y, lo que era más reconfortante, su salud no estaba controlada 24/7.
Y es que Juan Pascal1000000 era el clon 1.000.000 de Juan Pascal. Indultado, él no sería un simple repositorio de órganos para reponer el desgaste producido por la inacabable vida de su dueño. Él no sería un mero contenedor para piezas de recambio. Él no acabaría en la sala de despiece que era el quirófano.
Él tendría una vida. Se le permitiría salir de la clínica, incluso tener su propio apartamento. Podría trabajar si quisiera. E ir a bares. Hasta ligar. Y tener pareja. Lo único que no podría era tener progenie. Los hermanos-clones estaban diseñados para que su única descendencia posible fuera la supervivencia ad eternum del código genético fuente, de su primer Yo, el Juan Pascal primigenio. El que origina la serie.
Él morirá con sus dos riñones, sus cuatro extremidades y la infinitud de neuronas de su cerebro. Él morirá infeliz pero completo. «Al menos –se recordaba diciendo desde que tuvo uso de razón y se recordaría diciendo todavía en su lecho de muerte– la vida de los otros 999.999 ha valido para algo…»
Y tú, ¿crees que una vida digna de ser vivida depende del cumplimiento de su función? ¿Cuál es la función de la vida? ¿Por qué? Estaremos encantados de leerte desde el #DiseneticaExperimenta y @Disenetica en Twitter.