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La columna de Luis Montero: Las mil y una máquinas

La columna de Luis Montero

La columna de Luis Montero

«¿Te acuerdas de Sherezade, que en Las mil y una noches burla a su asesino con cuentos y fábulas que nunca acaban la misma sesión que los comienza? Pues a eso me recuerda la historia de la tecnología desde finales del siglo pasado, desde que se fusionó con los mercados. Sí, desde la aparición de internet, más o menos, cuando comenzó a hacerse masiva. La tecnología lanza promesas al mercado que no acaban de cumplir pero cuya no realización no importa, porque inmediatamente lanza otra promesa. De hecho, si observada con atención, esa historia se revela como la historia de una sucesión de promesas incumplidas sepultadas bajo otra promesa, también incumplida.

»A finales de la década de los 90 del pasado siglo iba a democratizar el acceso a la información; no pasó. El cambio de siglo iba a celebrarlo con el colapso del efecto 2000; no pasó. Durante la primera década íbamos a vivir «always on» en mundos de jerarquías horizontales donde todo sería colaborativo, viral; no pasó. La segunda anunciaba una realidad paralela, la virtual, gestionada por sabias y justas inteligencias artificiales que regularían transacciones también inteligentes; no pasó. Esta tercera promete compañías digitalizadas para las que teletrabajaremos y que nos pagarán en criptomonedas con las que compraremos los coches autónomos con los que no iremos a esos trabajos; no está pasando.

»Y supongo que ya barajan la siguiente oleada de promesas que no van a ocurrir: el multiverso, las NFTs, los robots domésticos, IoT…

»Como el sultán Shariar vivimos embelesados esperando que alguna de esas promesas se haga realidad, sin caer en la cuenta de que entre historia inacabada e historia inacabada nos vamos enamorando de Sherezade. Su presencia se nos hace como el aire, imprescindible.»

Se calló mientras disfrutaba, proyectado en aquella enorme pantalla LED y retransmitido en tiempo real, del sobrecogedor anochecer que la contaminación no dejaba ver.

Y tú, ¿ crees que vamos a seguir enganchados a la tecnología indefinidamente? ¿Por qué? Estaremos encantados de leerte desde el #DiseneticaExperimenta y @Disenetica en Twitter.

 

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