«Como ya sabrán todos ustedes –así abrió el presentador el telediario aquel día–, desde esta mañana todos los coches autónomos del mundo parecen haber decidido circular en dirección contraria. El fenómeno fue percibido por vez primera esta mañana en las calles de Wellington, capital de Nueva Zelanda y se ha reproducido ciudad tras ciudad a medida que el día avanzaba hacia occidente hasta cubrir todas las carreteras del planeta. Tenemos con nosotros a Emma Anscombe, experta en coches autónomos, que quizá pueda aclararnos algo sobre esta situación.
El presentador se giró para ser recogido por otra cámara.
«Buenas tardes, Emma –preguntó a la invitada–. ¿A qué crees que se debe este fenómeno?»
«Ehhhh, bueno… –empezó tímida la experta, estaban en horario de máxima audiencia–, aún no conocemos todos los hechos. Pero las primeras hipótesis apuntan a que los coches autónomos han detectado un error recurrente en el diseño urbano y han decidido remediarlo…»
«¿Unilateralmente?» –protestó el presentador.
«Bueno, nuestra decisión también fue unilateral –intervino ya más segura–. Yo creo que una vez que ya sólo circulan coches autónomos, una decisión así sólo puede ser unilateral por parte de quien circula. Seamos nosotros o máquinas. Quizá sea más razonable aceptar su decisión y reconocer que el error no radica tanto en el nuevo sentido del tráfico, sino en que nos aferremos a detentar el monopolio de la racionalidad. Que no aceptemos que ya no somos los únicos que tomamos decisiones inteligentes.»
Y tú, ¿piensas que estamos preparados para aceptar las decisiones tomadas por entes no-humanos? ¿Crees que esas decisiones no-humanas condicionarán las nuestras?
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