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La columna de Luis Montero: Teleportación FAQs.

La columna de Luis Montero

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«Lo peor de todo es la extraña sensación de inseguridad que se te. queda después del primer teletransporte. Ya sé que dicen que con el tiempo el cuerpo se va haciendo, pero de momento sólo puedo decir que todo es rarísimo. Y sí, sé que esto que digo va en contra de todo lo que afirman los promotores del invento, he leído todos los folletos, pero es mi sensación y, dado que me pregunta por la experiencia que he vivido, no puedo dejar de mencionarla. Lo contrario sería mentirle. Y supongo que ninguno de los dos quiere eso. 

«¿Que qué inseguridad? La imposibilidad de saber si quien ha aparecido en la estación receptora situada al otro extremo soy yo o no. Sí, sé que hay una continuidad llamémosla mental. Ese al que señalo cuando digo “yo” sigo siendo yo. Ahí parece no haber habido cambio. Pero no sé si es argumento suficiente. ¿Cómo puedo saber que ese “yo” dicho no apuntaría a la misma persona incluso en el caso de ser otra? No puedo. No hay forma de contravenir esa declaración de identidad y, sin embargo, al mismo tiempo es insuficiente. Quizá por eso mismo: porque no hay forma de negarla. Y como no hay forma de negarla no hay forma de afirmarla.

«Es un puzle sin solución. Y ese saber que no voy a poder saber me está matando.

«Salvo…»

Salvadora Descartes de pronto pareció aliviada. 

«¿Salvo?»

Inquirió Thomas Parfit, el encuestador de calidad de Teleportia, líder mundial en portales de teletransporte.

«Salvo que la responsabilidad de declarar mi identidad no sea cuestión mía. O no sólo. Quiero decir que mientras sean los demás quienes me sigan tratando como mi yo anterior, no puedo dudar de seguir siendo ese yo. Mientras los demás me señalen como yo, entonces soy yo. 

«Incluso a pesar de dudar de mi propia identificación, si cuando dijera “yo” no sintiera que me estoy señalando a mi yo previo a la teleportación, si se diera ese caso, digo, entonces no podría dudar del señalamiento de los demás. Quizá quepa concluir que mi continuidad mental dependa del refrendo de los demás.» 

Efectivamente, la señora Descartes había encontrado alivio. Un alivio que Thomas Parfit sabía que sería pasajero…

«Pero… ¿cómo van a refrendar mi continuidad mental si sólo pueden atestiguar mi continuidad física?»

Thomas Parfit dejó pasar unos segundos antes de lanzar el misil argumental definitivo.

«Señora, no sea dualista: son inseparables. Si no fuera así se podrían teleportar por separado mente y cuerpo; y no se puede. De poderse venderíamos ambos servicios.»

La señora Descartes suspiró tranquila. Definitivamente esta vez. Y Thomas Parfit no pudo sino agradecer al diseñador del argumentario de Teleportia lo pertinente de las respuestas predefinidas.

Y tú, ¿en quién crees que reside tu identidad, en ti o en los demás? ¿O reside en el mercado, como propone Teleportia? Estaremos encantados de leerte en #DiseneticaExperimenta y @Disenetica en Twitter.

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