Hace mucho tiempo que los viajes en el tiempo han dejado de interesar. El viajero al pasado o al futuro no puede sino actuar como mero espectador, si interviene en el pasado desvirturaría el presente y si interviene en el futuro eso hecho quedaría desvirtuado por lo que pueda hacer en presente, y ser mero espectador en estos tiempos en los que la interacción y la experiencia son las bases de la vivencia tiene un recorrido muy corto hoy. Pasado el encanto de la novedad, la idea de estar junto a Julio César, Napoleón o el futuro primer presidente del gobierno terrestre, el senegalés Souleymane B. Diagnesin, sin poder hacerse siquiera una foto muy pronto dejó de parecer emociontante y las AGT (Agencias de Viajes Temporales) fueron desapareciendo poco a poco como desaparecieron los videoclubs en el siglo XX
O, para ser justos, más que desaparecer fueron sustuitidos
La decadencia de las AGT coincidió con el auge de la VM-P, otro modo de viaje pero no ya en el tiempo sino a los otros presentes que se abren en el multiverso. Y aquí las posibilidades eran infinitas. Al contrario que la historia o el futuro, que son necesariamente limitadas dado que el espacio del universo es finito, el multiverso ofrece tantos presentes como temporalidades desdobladas por los saltos cuánticos pueden darse en cada uno de esos universos lo que componen. Y sobre todo porque, también al contrario de los viajes en el tiempo, aquí la interacción es posible, incluso recomendable, dado que si todos los presentes han de darse, también han de hacerlo aquellos que nosotros hemos provocado después de nuestro viaje
Había empezado la fiebre de la Vida Multi-Presente (VM-P).
Donde cualquiera podía acceder a otro presente en el que podría hacer lo que quisiera, simplemente porque ese presente ya estaba predestinado a darse en el multiverso. Uno podía viajar al presente en el que se casaba con su mejor amigo y vivir felices juntos hasta el fin de los tiempos. O viajar al presente en el que paría a su hijo sin dolor. O viajar al presente en el que se le daban bien las matemáticas y terminaba por ganar una medalla Fields. O viajar al presente en el que se había convertido en atracadora de bancos y nunca era atrapada. O viajar al presente en el que pudiera atiborrarse a chocolate y no engordar
O, mejor aún, viajar al presente que reunía todos esos presentes.
Sin embargo, ella decidió explorar una rama muy concreta del frondoso árbol de todos los presentes. Quería viajar a los presentes en los que su hijo seguía con vida. En los que crecía sano y fuerte y se lesionaba en un pie jugando al baloncesto y acababa los estudios y se despedía de casa una mañana para irse a dar la vuelta al mundo sin otro apoyo que lo que llevaba en la mochila y les presentaba, vergonzoso, a su pareja y cenaban todos juntos y se reían a carcajadas y él se hacía mayor y se cuidaban y su vida tenía sentido. Esos presentes en los que su hijo no perecía atropellado bajo las ruedas de un coche patrulla que se dio a la fuga y nunca fue localizado
Esos presentes que le permitirían huir de este que tanto se parece al infierno.
Y tú, ¿a qué presente viajarías? Estaremos encantados de leerte desde #DiseneticaExperimenta y @Disenetica en Twitter.