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La columna de Rodrigo Martínez: Desplazar la historia, trasladar los ejes de coordenadas

Diseño en serio: la columna de Rodrigo Martinez en Experimenta

Diseño en serio: la columna de Rodrigo Martinez en Experimenta

Realizar una traslación y fijar un nuevo origen de coordenadas como estrategia para establecer un diálogo claro sobre el alcance y pertinencia de la actividad proyectual del diseño. Sin dejar de mirar atrás, pero sin la necesidad de girar el tronco por completo y llevarse la mano a la frente para enfocar la mirada, perdiendo así toda capacidad de responder de forma rápida ante una eventualidad en el camino. Quizás observar un pasado más reciente, que, por definición, es también historia, nos ayude a interpretar mejor el presente -y el futuro- que aquellas señales que percibimos ya de forma débil.

En el diseño, la historia pareciera haberse detenido. Expresado de otro modo: el concepto de historia no ha cambiado a pesar de sumar años y logros. Obviamente no estoy sugiriendo la posibilidad de cambiar el pasado, hasta la fecha algo del todo imposible, sino advirtiendo de que no se ha incorporado a la historia del diseño hitos o elementos contemporáneos de gran relevancia. Quizás esta afirmación pueda entenderse mejor con un ejemplo: Las publicaciones sobre historia del diseño apenas han cambiado. Basta con abrir un ejemplar de cualquier título sobre esta temática, o rebuscar por los distintos buscadores web para observar cómo en sus contenidos abundan las referencias a la revolución industrial, a las vanguardias, o a la Bauhaus. Predominan los siglos XIX y XX cuando hemos consumido un cuarto de siglo XXI y en estos 25 años han ocurrido cosas realmente fenomenales… Pero ¿Cuándo serán oficialmente historia? ¿Cuándo las estudiaremos como referentes que nos sirvan en el presente y futuro de la actividad proyectual?

Hoy existen modelos formativos notablemente más exitosos que la Bauhaus o la escuela de Ulm en términos de longevidad o de explotación si atendemos al número de egresados que ejercen la profesión y que contribuyen al desarrollo económico y social de nuestras sociedades. En consecuencia, tenemos diseñadores -¡y diseñadoras!- mucho más exitosos, con más recursos y herramientas, que aquellos que muy meritoriamente se erigieron como pioneros. No son estrellas de rock, son simplemente profesionales anónimos. Además, se han conformado empresas con una concienciación sobre el uso del diseño mucho más profunda que las que abanderaban aquellos primeros industriales que creían en “el poder transformador del diseño”.

Sin desmerecer lo conseguido en ese pasado encapsulado, la renovación del catálogo de referentes y buenas prácticas es importante y necesaria para contextualizar mejor la disciplina del diseño. Del mismo modo que los ejemplos o las herramientas pedagógicas se han adaptado para lograr un mejor aprendizaje en las edades tempranas, el mayúsculo reto de dotar al diseño de una idiosincrasia propia se desmorona si no conectamos con la audiencia a quien queremos trasladar este mensaje. Si el diseño se reduce a aquellos primeros ejemplos de transformación industrial, al conjunto de clásicos que perviven en el imaginario objetual y no somos capaces de trasladar a la sociedad la contribución en su día a día -hoy-, estaremos perpetuando el estereotipo.

En el año 2017 preparé un trabajo para trasladar de forma amena alguno de los hallazgos del trabajo de investigación que realizaba entonces: entender la influencia de la identidad en el diseño industrial, centrándome en el caso español. En una charla entre profesionales del sector, quise trasladar a los asistentes cómo en el caso del diseño español estábamos atenazados por la historia. Para ello, hice una simple búsqueda en Google Imágenes, obteniendo un resultado que me dejó horrorizado. Entonces -¡Hace menos de una década!-, afinar con el prompt no era algo que nos preocupase en exceso. Bastó con lanzar una búsqueda con los términos “diseño español” previo borrado de historial y cookies en el navegador y descubrir que en aquel feed, que guardo con mucho cariño, respondía en su mayoría a la pertenencia a otra época. Estaba desactualizado,…era añejo. Salvo por un par de inputs, pareciera que no había pasado nada en los últimos 40 años que mereciera la denominación de diseño español. El hecho de que la media de edad de las imágenes de aquella búsqueda responda a otra época quiere decir que el catálogo del diseño en general no se ha actualizado y por lo tanto que ese es el imaginario que comparte la sociedad en general. Lo preocupante es que, de vuelta a la actualidad, esta búsqueda sigue siendo muy similar en el año 2024. Mi hipótesis es que seguimos perdiendo una oportunidad excelente de trasladar a la sociedad actual lo que el diseño puede hacer por ella, en medida en que los ejemplos que empleamos se alejan temporal y semánticamente de su realidad.

Captura del resultado de búsqueda en Google Imágenes de los términos “diseño español” en el año 2017. Rodrigo Martínez.

El origen de coordenadas: el 0,0. Si por convención nos ubicamos en ese punto para expresar el origen o el estado inicial de una situación, lo que queda hacia atrás es por lo tanto el pasado. La representación de la historia del diseño tiene el propósito de entender la lógica proyectual y mostrar los porqués en la toma de decisiones hasta la consecución de un resultado. Es innegable que poder acceder a ese catálogo es algo tremendamente valioso. 

Sin embargo, propongo una traslación de los ejes de coordenadas en pos de lograr un mejor desarrollo de la disciplina. En el ámbito de las matemáticas, la traslación de ejes de coordenadas se lleva a cabo con el propósito de simplificar la resolución de un problema. Se trata de una práctica de transformación de coordenadas a través de un cambio de sistema de referencia. ¿Y en el diseño?

Desplazar el eje Y, incluir en la historia los hitos recientes. Mover esta línea del tiempo nos ayudaría, por efecto empuje, a impulsar nuevos relatos sobre qué es el diseño y cuál es su aportación en la actualidad. La historia estará siempre ahí, pero no vincularíamos en exclusiva el diseño a una época ya superada.

Desplazar el eje X, elevando el nivel tanto de importancia como de contribución del diseño. Imaginemos que el suelo es ahora un nivel de partida con el acceso a nuevas tecnologías y a la profusión del método y su conocimiento, ¿Por qué remontarnos a prácticas del pasado muchas veces limitadas por las posibilidades de otra época? ¿Por qué no exigirnos resultados pensando en las necesidades e inquietudes de la sociedad del siglo XXI?

El resultado, un nuevo sistema de referencia compatible con el anterior, que nos permita una mejor integración del diseño y su actividad en nuestra época.

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