Utilizar el fondo negro como base de una composición es uno de los recursos más utilizados en el campo del diseño gráfico. El fondo negro añade a su evidente potencia visual el ser una base cromáticamente neutra que sirve para remarcar la importancia de lo que se sitúa sobre él. El color, como dice Paul Rand, es a la vez objetivo y subjetivo. Si hay algún color en el que esta opinión se cumple especialmente es éste: la suma de todos los colores. Existen tabúes y lugares comunes con respecto a este color. El negro puede asociarse con aspectos siniestros, lúgubres, necrológicos o, por el contrario, utilizarse para transmitir la idea de lujo y refinamiento: la etiqueta negra como expresión de la máxima calidad en un producto.
El negro es la noche frente al blanco que es el día. Negras son las sombras en oposición al blanco que es la luz. La utilización de un color implica un conocimiento sobre las connotaciones e interpretaciones que psico y sociológicamente se asocian a esa propuesta y el control sobre esos aspectos es algo que el diseñador debe manejar.
Wim Crouwel confesaba que cuando no sabía qué hacer utilizaba el azul y Seymour Chwast de forma un tanto humorística manifiesta que es capaz de utilizar cualquier color, excepto el “charteusse”. A veces la utilización de un color puede tener causas tan poco fundamentadas como las que se entrevén en las dos opiniones anteriores. En otros casos la elección de un determinado color responde, desgraciadamente, a razones de moda, como es el caso de la imposición casi “tiránica” que se observa en los últimos años de las logomarcas monocromas en negro. Uno de los ensayos primeros e imprescindibles cuando se diseña una nueva marca es la comprobación de su resultado, de su comportamiento, al pasar a una versión monocroma que, en definitiva, es su traducción al negro. Pero la comprobación de cómo se comporta una logomarca en su versión monocroma no tiene nada que ver con la consideración de que una marca es “cool” o moderna simplemente porque prescinde del resto colores adaptándose a lo que hoy es moda y mañana será “antiguo”. Tal vez sobre esto tenga también mucha influencia la creciente popularidad de la fotografía en blanco y negro.
Algo que sorprende cuando se descubre la técnica de la cuatricromía empleada en la impresión offset es que en realidad se podría prescindir del negro como una cuarta tinta en la reproducción de imágenes y conseguir un efecto parecido con la suma de las otras tres: cyan, amarillo y magenta. La razón real de añadir a estos tres la tinta negra es para conseguir mayor definición, reforzar los efectos y porque es especialmente indicada para ser utilizada en los textos que suelen acompañar a las imágenes en cualquier publicación.
La potencia del negro como un color más, es tal que, en ocasiones, sirve por sí solo para aportar identidad en un proyecto, como es el caso de las colecciones de libros que Pentagram diseñó en 1978 para la editorial británica Penguin. La agencia británica creó aquella línea gráfica de cubiertas con la intención de enfatizar que se trataba de una serie de libros de temas académicos y no con la intención de solucionar portadas individuales. El negro como fondo fue un magnífico recurso para conseguir esa unidad. La potencia del negro es tal que ha llevado al artista Anish Kapoor a comprar en exclusiva –aunque solo con fines artísticos– los derechos de Vantablack, un pigmento que absorbe el 99,96 por ciento de la luz dando resultado una pintura tan negra que casi no puede verse. “Black is black”, como decía el éxito sesentero en las listas internacionales de un grupo español llamado Los Bravos.
Fragmento de un artículo del libro “Capas en el tiempo”, actualmente en preparación, escrito por Emilio Gil, para la colección Alter Ego de Experimenta Libros.