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Cuando el arte se cuela en la indumentaria

Cuando el arte se cuela en la indumentaria

Cuando el arte se cuela en la indumentaria

La diseñadora Poty Hernández y su exquisito trabajo inspirado en artistas argentinos.

Cada vez son más frecuentes los cruces entre arte y diseño de indumentaria, pero ella los practica desde siempre, desarrollando colecciones emblemáticas inspiradas en distintos artistas argentinos.

Poty Hernández estudió marketing, pero enseguida se inclinó por la indumentaria desde un camino muy personal. Con familia de artistas, decidió tomar gestos, pinceladas o trazos de artistas que admiraba y cocrear con ellos sus distintas colecciones de prendas estampadas en serigrafía. De hecho, el primero fue su hermano, Tempe, radicado en Barcelona.

De eso, ya pasaron muchos años y muchísimos artistas, y una expertise que crece con cada temporada. Es que la traducción de Poty no es literal. Ella posa su mirada en la obra, convida al creador,  dialoga con él y la obra, y luego diseña su propuesta que plasma en su original moldería. 

“Empecé con mi hermano la primera colección que se llamó justamente ‘Art’, para la primavera verano del 2012. Después vendría ‘Chatarra’ con David Klauser (otoño invierno 2012), un amigo. Una etapa más oscura de mi vida con cosas duras que tuve que atravesar. Hasta que llegaría ‘Volar’ (primavera-verano 2013) con María Bressanello”, cuenta. 

Siguieron ‘Laberinto’ (otoño invierno 2013) con Guillermo Irmscher, ‘Renaciendo’ (primavera verano 2014) con Antonia Guzmán, ‘Sin Fin’ (otoño invierno 2014) con Gerardo Wohlgemuth, ‘Historias’ (primavera verano 2015) con Felipe Giménez, ‘Caos del inconsciente (otoño invierno 2015) con Marco Otero, ‘Sinfonía’ (primavera verano 2016) junto a Rebeca Mendoza. Y la lista sigue hasta 2023 con Silvana Lacarra.

¿La mecánica, el trabajo con ellos? “A mí me encanta trabajar con artistas. Me es fácil y muy placentero ese proceso. Me hago amiga. Lo disfruto mucho. La paso bien. Es la parte que más me gusta. Me encanta conocerlos. Y a partir de ellos empiezo la colección. Obviamente no estampó su obra. Es una inspiración. Son fragmentos, gestos de su obra. Me junto, los conozco y a partir de ahí empieza la cosa. Veo como son ellos, sus talleres, sus modos, su personalidad”. 

Un proceso que trae puras cosas positivas y sobre todo, una propuesta con mucha identidad. “Para mí es un lujo poder ir contando historias a través de las prendas. Como aclaro siempre, yo tomo gestos, simbolismos. No es la obra hecha ropa. En el único momento en que les doy dos metros de tela para que los intervienen como quieran es al comienzo, porque esa tela me sirve de puntapié inicial. Pero si la quieren prender fuego y entregarme las cenizas también vale. De ahí, de esa tela yo saco la prenda insignia de la colección. Y muchas veces me sorprenden. Marco Otero que tiene una obra con mucho negro, por ejemplo, me la pinto de flúo. Muchas veces hacen lo que ellos sienten que va a pasar en la ropa. Y eso es genial para mi porque se establece un diálogo super rico”, detalla.

Hoy, con recién inaugurado taller a media cuadra de su showroom en la provincia de Buenos Aires, se encuentra trabajando en los primeros bosquejos de su próxima cocreación con la ilustradora Angela Corti.

Cuando el arte se cuela en la indumentaria
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