En carne viva: las esculturas textiles de Tamara Kostianovsky

En carne viva: las esculturas textiles de Tamara Kostianovsky

Expuestas en el Musée de la Chasse et de la Nature de París

Con muestra individual recientemente inaugurada en el Musée de la Chasse et de la Nature (Museo de la Caza y la Naturaleza) de París, la artista argentina Tamara Kostianovsky radicada hace varias décadas en Nueva York, nos cuenta sobre los inicios que la trajeron a sus grandes logros de hoy con una trabajo textil que impacta desde lo visual y por la amplitud de preguntas y debates que despierta. En esta oportunidad, ropa reciclada y otros textiles, que dan vida a troncos de árboles talados, pero una vez más a los cadáveres de animales asesinados como distintas aves exóticas. También, sus famosas vacas, reses de carne colgantes de ganchos como en las carnicerías, generando fascinación y repulsión al mismo tiempo, por sus venas y carne viva transformadas en bellos paisajes florales. Piezas con las que explora ideas relacionadas a la caducidad de la vida, así como a la violencia, la memoria, la colonización y por supuesto el consumo.

Es que después de estudiar Bellas Artes en la ex escuela Prilidiano Pueyrredón, mientras en paralelo trabajaba como secretaria en el consultorio de su padre que era un reconocido cirujano plástico de Buenos Aires, aplicó a un máster en Bellas Artes en la Academia de Bellas Artes de Pensilvania (Filadelfia) que le cambió la vida. No sólo por la formación recibida, que según sus propias palabras “le permitió desarrollar su propia voz”, sino por las experiencias de vida que hasta le dieron el “cómo”. “Un acontecimiento aparentemente banal, me marcó el camino. Acababa de llegar a estudiar en Estados Unidos, obviamente sin mucho dinero y achiqué toda mi ropa en el lavarropas. Pero absolutamente toda, así que sin muchos recursos, decidí reutilizarla para mi obra”.

¿Las vacas? O mejor dicho las reses textiles colgantes…”Siendo argentina obviamente la imagen de una vaca muerta o colgando en las carnicerías me era algo absolutamente familiar. En los tiempos en que trabajaba en el consultorio de mi padre mientras estudiaba Bellas Artes, el tema del cuerpo humano con mujeres que venían a hacerse todo tipo de cirugías, era algo recurrente y que experimentaba en las antípodas, en permanente contraste de lo que veía en la universidad donde obviamente los planteos eran otros. Eso me hizo preguntarme muchas cosas sobre la finitud, la violencia, pero obviamente también sobre cuestiones más concretas como el medio ambiente, la naturaleza. ¿Su respuesta? Al igual que su padre, tomar la aguja, pero para coser, unir, entrelazar, pensamientos en torno a todas estas temáticas. Un “venas abiertas” a lo Eduardo Galeano, escritor uruguayo, pero materializadas. Es que allí según cuenta:

“Las venas estallaban en cascadas, los ligamentos cortados liberaban los músculos que una vez contuvieron y los trozos de grasa se derramaban sobre tejidos de diversos colores y texturas. La fascinación por estos encuentros situó al cuerpo en el centro de mi trabajo, permitiéndome utilizar esta imaginería para reflexionar sobre el consumo, la ecología y las voraces necesidades del cuerpo”. Y continúa:

“Luego un amigo me sugirió ahondar en otro animal, los pájaros y otro hecho casual – encargué unas plumas y me llegó todo un faisán entero muerto que también colgué en mi casa- me decidió a trabajar con ellos”, continúa contándonos.

“En el 2017 fallece mi padre y decido trabajar con su ropa. Los últimos años de su vida, ya jubilado, disfrutaba mucho de trabajar en el jardín, así que decidí hacer un árbol gigante. Troncos cortados.Las prendas de mi propio armario constituyen la mayor parte del material que utilizo en mi trabajo textil. Comprometida con dar una segunda oportunidad en el mundo a prendas de vestir y otros artículos textiles domésticos desechados, periódicamente canibalizo mi propio armario en busca de suministros con los que crear esculturas. En mi estudio se produce una especie de alquimia en la que la ropa interior descolorida se transforma en ligamentos, los manteles manchados adquieren el color y la textura de las plumas de aves exóticas y los suéteres desgastados se desenredan en las ricas texturas de la grasa animal. Al contrastar una imaginería visceral con materiales suaves”, señala.

¿Hitos de mi carrera? “Obviamente esta muestra individual en París. Haber tenido tres exhibiciones el año pasado en Estados Unidos. Pero sobre todo, el logro de pertenecer a la escena del arte de Nueva York haciendo un trabajo que amo y me devuelve tantas reflexiones por parte de la gente”.

Vale aclarar que además Kostianovsky ha presentado exposiciones individuales en el Baker Museum, FL; Denver Botanic Gardens, CO; Smack Mellon, NY; Fuller Craft Museum, Boston, MA; Slag Gallery, NY; RX Gallery, París, Francia; Ogden Contemporary Arts, UT, y otros lugares. Su obra se ha exhibido en exposiciones colectivas en El Museo del Barrio, Nueva York; The Jewish Museum, Nueva York; Nevada Museum of Art, Nueva York; Bienal Sur, Buenos Aires, Argentina; Musée du Textile et de la Mode, Cholet, Francia; Children’s Museum of Manhattan, Nueva York, y muchas otras. Y ha recibido varios premios, entre ellos una beca Guggenheim y subvenciones de la New York Foundation for the Arts, la Pollock-Krasner Foundation y la Virginia A. Groot Foundation. Entre sus residencias se encuentran Yaddo, L’AiR Arts, Wave Hill Gardens, LMCC, Socrates Sculpture Park y Franconia Sculpture Park.

En carne viva: las esculturas textiles de Tamara Kostianovsky
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