Funk You Too!, la muestra del museo MAD de Nueva York, que apela a creaciones divertidas e irreverentes en arcilla
Sátira y sarcasmo en versión piezas cerámicas es otra de las originales muestras que el MAD, Museum of Arts and Design (Museo de arte y diseño) de Nueva York está ofreciendo por estos días y hasta el mes de agosto inclusive.
Nada menos que cincuenta obras realizadas desde la década de 1960 justamente cuando nace la corriente apodada Funk Art en la Costa Oeste de Estados Unidos por un grupo de artistas que compartían un punto de vista antisistema respecto a las expectativas del «buen arte». Y sigue con nuevos hasta nuestros días usando a la arcilla como una herramienta de crítica.
Eso sí, la exhibición revisa el pasado pero con vistas al futuro y conciencia social ya que la mayoría aprovechan el poder de un buen chiste para abordar algunos de los problemas sociales y políticos más acuciantes de nuestros días.
¿A saber? Desde la desigualdad de género hasta la raza y el colonialismo. Así, por ejemplo, en la obra «La resistencia de los cactus híbridos», de Salvador Jiménez-Flores, por ejemplo, el artista afincado en Chicago aborda cuestiones indígenas como respuesta a los comentarios tendenciosos sobre los inmigrantes realizados por Donald Trump. La impresionante escultura está intercalada con autorretratos humorísticos, que hablan de las formas en que las comunidades de color resisten y prosperan a pesar de las difíciles condiciones. En el retrato central del artista se le ve sacando la lengua, un divertido y figurado dedo corazón a figuras y sistemas de opresión.
La exposición presenta obras nuevas y antiguas de Yvette Mayorga, cuya estética pastelera confronta la vigilancia con la política fronteriza entre México y Estados Unidos. En «Surveillance Locket 2», por ejemplo, Mayorga recrea una mansión de Polly Pocket, pero en lugar de las muñecas de las que procede el juguete, está llena de siniestros soldados de juguete. Así como las bellas piezas de la iraquí Maryam Yousif que trata de imprimir humor y color en los contextos terribles de guerra y confrontaciones de su país natal.
“Originado en la década de 1960, el Funk Art marca un cambio en el mundo del arte cuando los ceramistas empezaron a subvertir las expectativas de la industria. La cerámica funk no cristalizó concretamente hasta el 1967, cuando se celebra una exposición en la Bay Area llamada Funk en la que participan Robert Arneson, considerado durante muchos años el padre del funk, y su alumno, amigo y ayudante David Gilhooly», explica Angelik Vizcarrondo-Laboy, curadora de la muestra. «Luego empezaron a hacer más obras de este tipo, llenas de ironía y sátira e imágenes que no eran típicas de la época. David Gilhooly, lo suyo eran las esculturas de ranas. Tomaba la historia humana y la trasladaba a su mundo de ranas. En aquella época, nadie habría esperado que el arte serio tuviera una rana». Estas ranas y las obras de Arneson forman parte también de la exposición.
“Este alejamiento sin complejos de las normas del sector creó una vía independiente para los ceramistas, liberándoles para romper las reglas, incorporar elementos visuales poco convencionales, ideologías fuertes o referencias claras a la política y el género, continúa la curadora. Hubo una prolífica producción de esculturas de cerámica humorísticas, figurativas y representativas en una época en la que la mayoría de las cerámicas procedentes del movimiento artesanal eran expresionismo abstracto o cerámica funcional. Así que los ceramistas Funk crearon este otro camino y, en mi opinión, si ese momento no se hubiera producido, no tendríamos el momento actual en el que la arcilla es un importante medio escultórico que ha superado gran parte del estigma que tenía en años anteriores con la ‘artesanía'», remata.
