Honrando a los que saben: la maravillosa exposición con la que la emblemática organización Artesol celebró sus 25 años
Siempre señalo, con conocimiento de causa, que Brasil está entre los países pioneros en entender de la forma más maravillosa el binomio artesanía y diseño. Y si toca hablar de organizaciones, Artesol, la absoluta referente, por años de virtuosa y honesta tarea. Misión, la de gestionar y ejecutar proyectos de desarrollo sociocultural y económico en comunidades artesanas tradicionales de Brasil, que cumple 25 años y lo celebró, como nos tiene acostumbrados, con la más bella puesta invitada por SP-Arte Rotas Brasileiras 2023, uno de los mayores eventos artísticos de Brasil.
Las más increíbles tallas en madera que mezclan animales, seres míticos y personas, cerámicas, máscaras rituales en fibras, entre otros, de 20 maestros, grupos y familias de varios estados, como Alagoas, Ceará, Mato Grosso, Pernambuco y Pará.
Más de 200 obras y lo más lindo de todo, su detrás de escena: los artesanos presentando su trabajo al público, además documentales exclusivos que contextualizan los aspectos sociales, culturales y creativos que rodean a los artistas. Es que por supuesto uno de los objetivos de la exposición es promover el reconocimiento de los maestros, su historia de vida y la importancia simbólica de los objetos, así como su legado intelectual para las comunidades y para el patrimonio inmaterial del país.
Un poco de historia
Hace 25 años, la antropóloga Ruth Cardoso (1930-2008) vislumbró un escenario que, en aquel momento, parecía imposible: transformar la vulnerable realidad de las comunidades tradicionales brasileñas a través de su potencial creativo.
Trabajando en un programa social centrado en poblaciones que se enfrentaban a los desafíos de sequías prolongadas en la región semiárida de Brasil, la entonces primera dama quedó cautivada por el cuidado y la sofisticación de una producción artística que nacía en aldeas alejadas de los grandes centros urbanos.
Entre los objetos hechos a mano que Ruth encontró en sus viajes había desde vasijas de barro, muñecas hechas de patchwork y toallas bordadas a orillas del río São Francisco hasta esculturas que daban forma a la imaginación, como santos, exvotos, animales fantásticos, cerámicas inspiradas en el arte rupestre y pájaros creados a partir de las formas retorcidas de las distintas maderas nativas. Una producción valiosísima ya que la estética de estas piezas refleja, sobre todo, la relación de los autores con los biomas del país, con sus recuerdos y conocimientos ancestrales, con los símbolos de su fe, sus fantasías y sus afectos.
De ahí nació el deseo de Ruth de investigar, documentar y revelar al mundo esta producción creativa, con el fin de promover los negocios de artesanos. Muchas de las obras que encantaron a la antropóloga nacieron sobre pilotes en los ríos amazónicos, o casas sofocadas por el calor, de manos de artistas con escasa educación formal, reconocimiento restringido, pero dotados de un talento, capacidad intelectual, creatividad y expresividad únicos. Luego vendrían también los infinidad de cruces en los que trabajan hoy en proyectos de co-creación con los diseñadores más destacados del país como Renato Imbroisi, Marcelo Rosembaum y en su momento la gran Delia Berú, entre muchos otros.
«Lo que queremos es mostrar que ese conocimiento y ese arte existen, que pueden expresarse y formar parte del mercado, que no tienen por qué estar excluidos. Nunca debemos ver el arte popular como algo alternativo. Tiene que formar parte e integrarse en el mercado», decía Ruth en el vídeo institucional de Artesol en 1995.
Veinticinco años después, que es mucho decir con las dificultades socio-políticas y económicas que afrontan siempre los países de Latinoamérica, demuestran lo visionaria de la tarea de Ruth y el compromiso de las que la precedieron hasta hoy como su actual directora Jô Masson, comisario del evento junto a Marco Aurélio Pulchério.
«Hemos querido traer a San Paulo el conocimiento, la producción regional y la diversidad de la cultura popular brasileña, protagonizada por artistas que revelan las historias de sus familias, comunidades y culturas. Tendremos la oportunidad de disfrutar de un arte afectivo y lleno de personalidad, a través de las formas, colores y temas de obras que reverencian los paisajes naturales, arquitectónicos y humanos de nuestro país, con historias contadas por manos que repiten y reinventan técnicas y narrativas aprendidas de madres, abuelas y antepasadas. Contar la historia no sólo de las obras, sino de los individuos y sus territorios en este vasto y complejo universo de la artesanía y el arte popular brasileño es, en sí mismo, un gesto de descolonización, ya que trae el protagonismo de los artistas, muchos de los cuales proceden de comunidades quilombolas (ex esclavos), indígenas y ribereñas, a la construcción de nuestra historia e identidad”, remata la apasionada Masson.