Windy Chien y el arte de crear a través de los infinitos caminos que puede tomar una línea
A veces nuestra vida está hecha un nudo (o varios) y uno se empeña en desatarlos.
El caso de Windy Chien es el opuesto. Proponerse aprender a crear un nuevo nudo durante todos los días de un año, fue lo que le di0, en su caso, verdadero sentido a su vida ya que a través de esta iniciativa nacería su proyecto de arte y diseño y hasta un libro de su autoría.
“Me propuse aprender un nudo nuevo -de los casi 4.000 que existen documentados- cada día durante un año, creando el proyecto ‘El año de los nudos’, adelanta quien trabajara en corporaciones como Apple y también fuera la dueña de una emblemática tienda de discos independiente en San Francisco (Aquarius Records) durante 14 años, creando comunidad y evangelizando la música que amaba.
“Mientras buscaba y sobre todo disfrutaba de la fluidez, el flow que produce el trabajo con las manos, llegué a reconocer los nudos como un lenguaje universal que se habla a través de océanos, siglos, géneros y ocupaciones. Los nudos son artefactos del ingenio humano: una antigua tecnología anterior a la rueda y al uso del fuego. Los nudos manifiestan tensión, dirección de tracción, fuerzas que trabajan en armonía y en oposición. Al examinar estos aspectos empíricos, considero su función física, su significado cultural y su valor estético. En la intersección de la función, las matemáticas y la historia donde residen los nudos, introduzco la estética para iluminar lo más fascinante de ellos: el viaje de la línea”, detalla quien cada vez busca más materiales inusuales para incorporar a la metáfora, como cuerdas de escalada deshilachadas y sucias, mangueras de incendios desmanteladas y correas de cinturones de seguridad. Utilizó la composición y la técnica para explorar la tensión entre ideas asumidas, como en mi serie Circuit Boards, que contrasta motivos del mundo de la tecnología dominados por los hombres con las habilidades de género del llamado ‘trabajo de mujeres’ como el macramé, la pasamanería o el tejido”.
Así su práctica va combinando el arte con la artesanía. “Aunque el resultado suele ser bello, esta cualidad pretende atraer al espectador y provocar la conciencia de los conceptos que subyacen a la armonía visual: una claridad más profunda de la mirada”, aclara.
Hoy, entre sus clientes se encuentran la National Geographic Society, el The Young Museum, el MOMA de San Francisco, Nobu Hotels, Google y el Grupo Kering, entre otros.