La conquista del universo ya es un proyecto en firme. Hay coartadas comerciales para ello. El papel del turismo espacial, de hecho, será clave en esta cuestión ya que actuará como elemento dinamizador de los recursos económicos necesarios para la expansión extraterrestre.
Esta «oferta espacial» de Shimuzi ING, compañía japonesa de ingeniería y construcción, tiene como objetivo lograr que sus huéspedes disfruten de los programas de entrenamiento espacial. El diseño del hotel será similar, en cuanto a la distribución conceptual de los espacios, al de los establecimientos convencionales. A través de un interiorismo inductor de serenidad física y mental subrayará la experiencia orbital. El lobby será una zona sin gravedad.
"La Tierra es la cuna de la humanidad, pero no se puede vivir para siempre en la cuna". Konstantin Tsiolkovsky
El sueño se cumple
El viejo sueño de la humanidad de conquistar el espacio, reflejado en las obras de escritores como Cyrano de Bergerac o Julio Verne, se cumple, paso a paso, con los logros de la meteórica carrera espacial iniciada en los cincuenta. Hoy, mientras la ciencia se enfrenta a nuevos retos como la llegada del hombre a Marte y los asentamientos humanos en otros planetas, la industria espacial se consolida con diversos proyectos de estaciones en órbita con diferentes niveles de gravedad que albergarán laboratorios de investigación y fabricación donde podrán producirse los mayores adelantos en medicina, nanotecnología, materiales de construcción, energía limpia, etcétera. Los hoteles espaciales y submarinos de estética futurista orbitarán en el espacio y poblarán los fondos marinos. Algunos de sus alicientes tientan al turista a abrir las puertas a nuevas dimensiones: una atmósfera única y vistas espectaculares de cada rincón de la Tierra, así como de la fauna y flora marina, deportes espaciales, relax, ingravidez o lunas de miel en suites ingrávidas.
Concebida para ser «la primera presencia comercial en el espacio», es una plataforma que utiliza tecnología de la NASA. Su proyecto de desarrollar ciudades-estaciones es especialmente interesante. Estarán ubicadas en una órbita a 400 millas de la Tierra y exhibirán diferentes niveles de gravedad. Las de atmósfera cero albergarán al personal científico y a los trabajadores de las fábricas espaciales. Las de gravedad parcial alojarán a los turistas. Está prevista la construcción de espacios como hospitales, estadios de deporte o estudios de televisión. El proyecto interior del hotel, obra de Steven Blaess, dispondrá de mobiliario adecuado a la baja gravedad, y empleará materiales especiales incompatibles con los gases tóxicos. Sus suites poseerán un diseño futurista, así como grandes pantallas de plasma con vistas espectaculares del espacio y de la Tierra. Space Island Group, de Steven Blaess.
El papel del turismo espacial
Los antecedentes del turismo espacial se encuentran en una conferencia que pronunció Barron Hilton, presidente de los Hoteles Hilton, en 1967. Imbuido por el espíritu optimista en la industria espacial durante la construcción del Apollo I, Hilton habló de proyectar un hotel lunar y ampliar el acceso al espacio a las personas. Aquella discusión continuó en la prensa durante unos años con la participación de personalidades de la NASA. La idea fue retomada en los años ochenta por estos últimos, colaborando con sociedades privadas americanas y japonesas, y se empezó a pensar en el turismo espacial como medio de financiacióncde la investigación científica. La carrera espacial comercial ha seguido hasta nuestros días. La colaboración fructífera entre la política, la ciencia y las empresas que producen los vehículos y equipos necesarios configura el entramado de la industria espacial actual. El turismo será uno de los modelos de negocio más importantes en los mercados orbitales comerciales. Su consolidación constituirá el impulso público para el desarrollo mercantil del espacio y la culminación de siglos de especulaciones de escritores, artistas y soñadores. Otorgará a la humanidad, además, el acceso a la última frontera: el universo.
El arquitecto español Xavier Claramunt y un grupo de ingenieros aeronáuticos de Florida han creado el prototipo de habitación del Galactic Suite, un hotel espacial con forma de racimo de uvas cuyo diseño se inspira en la naturaleza y en los desarrollos orgánicos. De su núcleo central surgen las habitaciones-cápsulas, de siete metros de anchura por cuatro de altura. El interiorismo carece de ángulos o líneas rectas y sólo dispone de protuberancias en el perímetro de modo que el usuario pueda acoplarse a ellas para comer, dormir o mirar el espacio a través de los ventanales. Galactic Suite, de Xavier Claramunt.
Mientras la conquista de este nuevo territorio se enfrenta a desafíos inéditos como la llegada del hombre a Marte y los asentamientos humanos en otros planetas, la exploración estelar pasa a ser un acontecimiento común. La humanidad necesita nuevos retos y fronteras y la presencia inmobiliaria fuera de la tierra y en los fondos marinos será la próxima gran evolución. Pero ¿puede el hombre habitar el cosmos? Según Fritz Gampe, administrador senior de transferencias de tecnologías de la Agencia Espacial Europea, ésta es la pregunta que hay que plantearse. La radiación solar, el polvo espacial y los efectos adversos de la ingravidez en el cuerpo humano son algunos de los factores de este nuevo medio ambiente que deben ser evaluados para convertir la galaxia en escenario turístico. La Estación Espacial Internacional (ISS), que orbita aproximadamente a unos 360 km de la Tierra, «es un medio esencial para testar el impacto a largo plazo de este entorno en el cuerpo humano». Con tal fin, la Agencia Europea envió recientemente a un astronauta a la ISS por una estancia de seis meses. Viajar al espacio ya no es un actividad exclusiva de los astronautas. Hoy, los turistas pueden llegar a la Luna, realizar vuelos orbitales, suborbitales y experimentar la ingravidez. El turismo espacial ha abierto el camino a viajeros de diferentes poderes adquisitivos. Los primeros pertenecían a una élite millonaria: en 1990 el periodista japonés Toyohiro Akiyama viajó a la estación espacial rusa Mir por 11 millones de dólares; en el 2001 Dennis Tito y Mark Shuttleworth pagaron 40 millones y Anousheh Ansari, 20 millones. El número de turistas aumenta mientras que los costes disminuyen.
Es una propuesta de hotel submarino del estudio de Xavier Claramunt concebido para ser ubicado en aguas poco profundas. La idea es combinar periodos de inmersión con otros de superficie, de modo que el acceso podría ser desde tierra, a través de un túnel o desde embarcaciones a determinadas horas del día, según las mareas. El diseño orgánico y poroso se inspira en las colonias de coral, y su estructura de icosaedro permite la inserción de cristales de dimensiones reducidas, que logran una mayor transparencia interior gracias a su número. Las Sea Suite se generan, igual que las Galactic Suite, a partir de la suma de unidades-habitación, con la diferencia de que en el complejo submarino las unidades para actividades comunes son de mayor dimensión. Sea Suite, de Xavier Claramunt.
Fuera de la tierra y en el fondo del mar
En un futuro no muy lejano, está previsto que este sector crezca a gran escala con los vuelos espaciales low cost. Las encuestas muestran que 6 de cada 10 personas pagarían por viajar fuera de la Tierra: «El mercado de los vuelos suborbitales se acabará de consolidar en un breve plazo de tiempo, mientras que el de los vuelos orbitales tendrá que esperar a medio plazo», asegura Gwyne Shotwell, vicepresidenta de desarrollo de negocios de Spacex, empresa americana de vehículos espaciales. Space Adventures, agencia espacial pionera, ya realiza vuelos DSEAlpha alrededor de la Luna, vuelos orbitales y suborbitales, por precios que oscilan entre los 100.000 y los 100 millones de dólares.
Richard Branson, fundador del grupo Virgin y de la empresa Virgin Galactic, y Burt Rutan, presidente de Scaled Composites, Inc. y de Rutan Aircraft Factory, Inc., han firmado un acuerdo para formar una nueva compañía de producción aeroespacial y construir una flota de naves suborbitales comerciales: Space Ship II y White Night II, aún en fase de desarrollo. «Nuestra visión se basa en la creencia de que el turismo comercial viable y seguro proveerá las bases para la colonización humana en el espacio», comenta Rutan al respecto. Por su parte, los hoteles futuristas, que ya están proyectándose, orbitarán alrededor de la Tierra y poblarán el fondo del mar en un futuro muy próximo.
Crescent Resorts es una empresa que está desarrollando proyectos de hoteles submarinos en todo el mundo. Diseñado por Joachim Hauser, el Hydropolis de Quingdao (China) es uno de ellos, y se caracteriza por su forma de medusa marina. El nervio central de este proyecto es la Estación de Tierra, una zona en la que se ubican espacios para la investigación científica y para el ocio. El complejo del hotel y el hall principal yacen bajo la superficie del agua. Las suites submarinas están diseñadas con mobiliario de contornos curvos, colores e iluminación suave, y ofrecen vistas relajantes de los arrecifes de coral y de la diversidad de la flora y la fauna submarina. La transparencia del diseño interior previene la sensación de claustrofobia y aporta al visitante una sensación de unión con el entorno. El fin de las obras del Hydropolis está previsto para 2008.
Mientras que los establecimientos terrestres compiten entre sí con diseños de última hornada, los espaciales y submarinos saciarán la curiosidad de los viajeros más ávidos mediante la apertura a nuevas dimensiones y al último grito en experiencias sensoriales: una atmósfera única imposible de encontrar en ningún lugar de nuestro planeta, un lugar donde muy pocos han estado, un ambiente de ingravidez exótico, el acceso sin límites a cada rincón de la Tierra, la visión del universo sin obstáculos, la práctica de deportes y la evasión del estrés son algunos de sus alicientes.
Artículo publicado en Experimenta 58.