Las nuevas herramientas digitales posibilitan la construcción de edificios en los que el choque de materiales y formas geométricas crean estructuras hasta hace poco imposibles de concebir. La ampliación del Museo de Arte de Tel Aviv, diseñada por el americano Preston Scott Cohen, presenta una superposición de planos irregulares en la fachada y el atrio.
Herta and Paul Amir Building, Preston Scott Cohen, 2011.
El edificio Herta and Paul Amir Building, de 18.500 metros cuadrados, acoge en su interior galerías de arte, un centro de fotografía, una biblioteca, un auditorio, un restaurante y nuevas oficinas administrativas.
“El Amir Building combina dos paradigmas de los museos de arte contemporáneos aparentemente irreconciliables: el museo como una caja neutral que provee de un espacio flexible y optimizado para exposiciones de arte, y el museo espectacular que atrae visitantes y promete una experiencia social diferente”, afirma el estudio.
El esqueleto de acero de la ampliación se encarga de sostener 465 paneles de hormigón armado prefabricado. Las fachadas presentan un aspecto irregular que, según los arquitectos, procura deconstruir las formas del edificio principal del complejo, diseñado por Dan Eytan hace cuarenta años.
El nuevo ala se ha situado en el espacio que se extiende entre el museo original, la librería y el centro de artes escénicas. Los arquitectos han proyectado un edificio triangular con cinco pisos (dos de ellos subterráneos) que se apilan caóticamente según diferentes ejes.
Otra de las características más atractivas de la ampliación es su atrio: el lucernario, situado a 27 metros de altura, despliega una cascada de luz que alcanza todos los niveles del edificio. De la misma manera que las fachadas exteriores, el atrio se define por la superposición de planos inclinados, lo que dibuja una silueta hiperbólica llena de recodos y voladizos.