Optimismo y experimentación
La Brillhart House, un refugio familiar en el Miami tropical, construida por los propios arquitectos, Brillhart Architecture, trata de conjugar la esencialidad y respeto de las tipologías arquitectónicas vernaculares con algunos de los preceptos del Modernismo local, integrando las ideas surgidas de esta investigación con los usos de la tecnología contemporánea.
Mediante el estudio de modalidades constructivas y tipologías arquitectónicas tradicionales, en especial las prácticas que conjugan esencialidad con cierto cuidado por la forma, Brillhard Architecture trata de enfrentarse a las preguntas que considera inevitable plantearse a la hora de proyectar un edificio, a saber: qué es necesario; cómo se puede minimizar el impacto ambiental; cómo podemos respetar las relaciones con el resto de viviendas circundantes; qué podemos construir realmente.
Habiéndose remontado a la época de optimismo y experimentación en las prácticas arquitectónicas del sur de Florida de después de la Guerra, buscando alternativas al hormigón y a las estructuras de vidrio y acero, los arquitectos consiguieron simplificar el número de materiales y el sistema estructural y reducir el coste y precio de la obra.
Para proyectar la Brillhart House se ha tomado como base la tipología dogtrot, muy utilizada en el sureste de los Estados Unidos en el siglo XIX y a principios del XX, antecedente e inspiración formal de los pabellones de cristal del modernismo estadounidense. Esto, y las particularidades que el modernismo adoptó en las zonas tropicales como Florida, unido a la utilización de la tecnología actual, han hecho que el resultado de esta investigación se materialice en un refugio tropical en la zona baja de Miami, estrechamente relacionado con los exuberantes exteriores en los que está integrado.
La selección de la vegetación se convierte en parte esencial del proyecto debido a la relación tan estrecha que la casa guarda con su entorno. Construido por los propios arquitectos, la Brillhart House se ha levantado utilizando los mismos materiales utilizados en la arquitectura vernacular de la zona.
Para mayor protección y privacidad, la casa cuenta con dieciséis contraventanas de persiana perimetrales a lo largo del frente del porche, que filtran la enorme luminosidad imperante. De noche, al estar iluminada la casa, la luz que dejan irradiar hacia afuera las contraventanas lleva aparejada una sutil sensación de ligereza. Las contraventanas consiguen que el espacio se refrigere con facilidad permitiendo además que la ventilación cruzada sea eficaz estando las puertas de cristal abiertas.
En suelo y corredores se han elegido roble blanco y ciprés, y, en baños y cocina, cerezo americano. En los exteriores, desde los revestimientos hasta las columnas, se ha usado madera de ipé, madera densa y dura, perfecta para climas tropicales donde las termitas y las incisivas lluvias disuaden a cualquiera de pensar en usar ninguna clase de madera.