«Hemos tratado de crear un pequeño mirador».
En un espectacular terreno de Tepoztlán, un asentamiento de origen prehispánico localizado a unos 50 kilometros de la Ciudad de México, destino preferido de intelectuales y pensadores, Eduardo Cadaval y Clara Solà-Morales han construido el Bungaló LMM. Un refugio para estancias temporales que, situado en un rellano existente en la parte baja del bosque, forma parte del gran jardín con lounge y piscina también diseñado por ellos, al que con el tiempo se irán añadiendo futuras cabañas.
Construido en hormigón pintado en negro para minimizar el impacto visual sobre el paisaje, el bungalow se cierra en sus planos laterales para mantener la privacidad respecto a sus futuros vecinos, manteniéndose completamente acristalado en su fachada frontal. Es aquí donde la caja se rompe en dos, para separar la zona de estar de la habitación principal a través de una grieta invadida por la vegetación y dos grandes terrazas que se abren a las vistas, la luz y la tranquilidad del impresionante entorno. «Hemos tratado de crear un pequeño mirador» explican sus autores, que han construido una suerte de ‘plinto’ que se asoma a la pronunciada pendiente.
