Finalista Premios FAD Arquitectura 2017
Situado en Vic (Barcelona), el Centro Médico Psicopedagógico de Osona, un proyecto desarrollado por el estudio de arquitectura de Jordi Comas y Anna Pont, es lo que puede definirse como “edificio sano”, gracias a factores como el uso de un sistema de construcciones económicas y energéticamente sostenibles, la escala doméstica, y la calidez de los espacios interiores, unido todo ello a la relación que se establece entre edificio y naturaleza. Estas han sido las razones que le han valido el reconocimiento por parte de los Premios FAD en la categoría de Arquitectura, seleccionándolo por su “estrategia clara en el uso de la técnica constructiva y la identificación de la gestión energética”.
Distribución de planta y materiales
El edificio, destinado a servicios de rehabilitación para personas con enfermedades mentales, se desarrolla básicamente en un planta baja —para facilitar la movilidad de los pacientes— en la que se agrupan de forma repetida módulos espaciales de seis metros de ancho, cada uno con su programa específico, y adaptado a la topografía del terreno original. Alrededor de un pabellón de acceso central se distribuyen el resto de pabellones, separados entre sí por jardines y huertos que cultivan los propios pacientes como terapia de rehabilitación. La conexión entre el pabellón de acceso y los diferentes pabellones perimetrales se hace mediante una serie de rampas. En cuanto a los materiales, tanto para las fachadas como para los techos se ha usado el mismo revestimiento, y en los espacios interiores destaca la madera como elemento principal.
Autorregulación térmica y eficiente
El edificio cuenta con un sistema energético económico, modular y de alta eficiencia que le permite adaptarse a la demanda energética en función de la ocupación interior y el clima exterior. El techo está formado por una estructura metálica abovedada, con una cubierta ligera que permite ventilar la cámara de aire en verano, y cerrarla en invierno para conservar el calor e irradiarlo hacia el interior mediante unos mecanismos automatizados. En la fachada sur se ha construido un porche que tiene una función de colchón térmico gracias a un cierre practicable de PVC que genera un efecto invernadero: en invierno se cierra para acumular el calor, que será introducido en el interior a través del sistema de ventilación; y en verano se abre, dejando el porche como elemento de protección solar. El edificio, en cuya construcción se han tenido especialmente en cuenta los criterios de sostenibilidad, cuenta con la Certificación Energética A, situándolo así en la categoría más eficiente.
