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De un tiempo a esta parte, arquitectos de todo el mundo se han volcado al uso, y en ocasiones, abuso, del negro como estrella absoluta de sus creaciones. De primeras, una elección poco intuitiva para espacios residenciales dada su naturaleza agresiva. Aún así, y a fuerza de talento y profesionalidad, a menudo se consiguen volúmenes ciertamente únicos que nos hacen pasar por alto su color… o mejor dicho, la ausencia de este.
Matière Première, la práctica de arquitectura canadiense fundada y dirigida por Marc-Antoine Chrétien, Etienne Chaussé y Dominic Chaussé, firma un fantástico ejemplo de este particular movimiento estilístico, se trata de Dyptique, una vivienda unifamiliar con ciertos aires de refugio cuyo pragmatismo formal, cuidada asimetría y excepcional piel oscura, marcan el tempo de todo el proyecto.
Ubicada en los frondosos bosques de Stanstead, una pequeña villa al sur de Canada, justo en la frontera con Estados unidos, la creación de la gente de Matière Première se inspira, a grandes rasgos, en los saltbox, aquellos antiguos graneros de sal que una vez poblaron la zona y marcaron su paisaje arquitectónico para siempre. «El objetivo principal era dar forma a una estructura dinámica que utilizase su entorno como telón de fondo», comenta Chaussé.
De madera, acero, vidrio y piedra, Dyptique está llena de detalles que la convierte en una pieza de tintes escultóricos. Desde la «pecera» que une los dos volúmenes principales, el sinuoso empedrado de la entrada, o los detalles en cemento blanco alisado del garaje y la puerta principal; hasta la elección del mobiliario de exterior o el magnifico espacio en el jardín pensado para fogatas al aire libre, todo comulga a la perfección para brindar a sus ocupantes una experiencia diferencial.
Para terminar, un comentario sobre los interiores: en blanco impoluto, mínimos, esenciales. Son el contrapunto esperado de un proyecto sin fisuras.