Un pentágono, un rectángulo y dos cuadrados
Filipe Saraiva ha diseñado y construido su propia casa en la ciudad portuguesa de Ourém. Una construcción esencial y reducida al mínimo que demuestra cómo, e independientemente de la cultura y modelos arquitectónicos de cada lugar, el hogar se asocia siempre a un mismo estereotipo: un modelo proporcionado y equilibrado donde, con un pentágono como pared y techo, un rectángulo como puerta y dos cuadrados como ventanas, todos nos sentimos protegidos.
Un volumen simple
Situada en una zona de tierras de cultivo, sobre una parcela rectangular con pendiente descendente hacia el Sur, la casa se posa longitudinal a parcela. Diseñada como un volumen simple, regular y sin apenas huecos, vuelca las vistas al Sur, donde emerge el Castillo de Ourém. La sencillez que define la intervención sólo se ve alterada por un pequeño cuerpo rectangular, que con un patio interior atraviesa la pastilla principal por su franja central. Al otro lado, una cáscara dorada de acero corten, recibe al visitante bajo una original geometría quebrada.
Dobles alturas y patios
El interior organiza el programa en dos plantas, con dobles alturas y patios que generan perspectivas cruzadas entre las distintas estancias. Tras un pequeño hall desde donde se vislumbra el garaje, se accede a una gran sala diáfana que alberga el estar, el comedor y la cocina. Una gran cristalera orientada a sur da acceso al porche, que envuelto en madera, reproduce el mismo diseño formal del interior y se convierte en una extensión de la propia casa. Con el garaje y las zonas de servicio en el extremo norte, el dormitorio principal se ha situado en el pequeño volumen que atraviesa el principal, iluminado por un patio que lo separa de su baño. Orientados a oeste, el resto de dormitorios ocupan la planta alta, donde también se aloja un espacio de trabajo abierto al espacio diáfano del salón-comedor-cocina.
Hormigón negro modular
El hormigón negro modular que reviste el exterior de la casa se ha elegido tanto por su facilidad de integración en el paisaje como por su capacidad para reducir los costes de mantenimiento. De dimensión regular, los paneles prefabricados utilizados generan un ritmo perfecto tanto en fachadas como en cubierta.