Arquitectura social
En una zona boscosa de las afueras de Itou-shi, en la Prefectura de Shizuoka, Japón, el estudio de arquitectura Suma, liderado por Issei Suma, ha construido Jikka. Cinco pequeñas cabañas que, regentadas por dos mujeres de 60 años, un trabajador social y un cocinero, dan alojamiento y manutención a personas mayores o con alguna discapacidad de la comunidad local.
De planta rectandular, muy distintas alturas y una superficie total de 100 metros cuadrados, las cabañas intersectan entre sí, con cubiertas cónicas que «recuerdan una cordillera». Recubiertos de paneles de madera y con el hormigón visto al interior, los volúmenes combinan el carácter primitivo propio de una choza con el de una capilla, mucho más sagrado.
Cada espacio se destina a una función distinta, con el restaurante en el espacio central, que abierto a todos los públicos, entrega también comida a domicilio a los miembros de la comunidad local. En torno a él se sitúa el dormitorio de invitados, con baño accesible para los ancianos y discapacitados que necesiten atención de enfermería, así como una piscina en espiral que facilita el acceso a los usuarios en silla de ruedas. «Una morada final para los clientes, que darán y servirán a la comunidad hasta el final de sus vidas» señalan los autores del proyecto.