Todo la edificación parece emerger de la tierra e integrarse con el paisaje
TAC, la práctica de arquitectura mexicana propiedad de Alejandro D’Acosta López, firma Casa Silencio, un espectacular hotel boutique ubicado a las afueras de la ciudad de Oaxaca, donde el mezcal, sus procesos y su cultura, han servido como fuente de inspiración. Efectivamente, erigido sobre las ruinas de una antigua destilería, Casa Silencio es un verdadero prodigio del buen gusto. Modular y rústico, los volúmenes que lo conforman juegan entre sí para formar un paisaje ciertamente dinámico. Si los exteriores gustan, los interiores te quitan la respiración. Cemento, acero y madera avejentada son el alfa y el omega de una propuesta sin fisuras.
Todo la edificación parece emerger de la tierra e integrarse con el paisaje, para esto se eligieron paredes de tierra compactada para los edificios. Además, este sistema de construcción es tradicional en la región, y se utilizó en edificios prehispánicos. Estas estrategias permiten que el edificio se conecte con la naturaleza y la cultura a través de la revalorización de lo existente, lo ancestral y la incorporación de interpretaciones actuales.
«El diseño fue conceptualizado en base a los valores de la antigüedad y la tradición desde una perspectiva contemporánea, la misma estrategia que se utilizó con el edificio y la marca. Casa Silencio es un espacio ceremonial de expresión y conexión con la naturaleza. Es un espacio para disfrutar de una experiencia estética a través de los cinco sentidos: tocar los muebles de roca volcán», comentan responsables del proyecto.
Casa Silencio es arquitectura detrás de puertas cerradas, lo que significa que nada se deja en la construcción como desecho: cada material del proyecto fue reutilizado. El encofrado metálico se reutilizó, evitando la disposición de madera. La tierra utilizada para las paredes se obtuvo de las excavaciones para el trabajo de cimentación. Todas las plataformas utilizadas para apuntalar cosas se reciclaron en los techos, mientras que las vigas se destinaron a construir los muebles.
Para levantar estos bloques de tierra compactada, se utilizó una mezcla de tierra local, arcilla, arena y agente aglutinante. Los techos y la estructura que sostiene las paredes son como un manto que se posa sobre los monolitos, aunque es una composición de madera y su diseño está sincronizado con el resto de los elementos.
«Aquí, la linealidad del tiempo se rompe: el pasado, el presente y el futuro convergen en el mismo espacio. Así es como fue concebida, uniendo la creatividad de diseñadores industriales, arquitectos y artistas que dejaron atrás todas sus referencias para crear una pieza original, como Casa Silencio», comentan los propietarios.