En el proyecto de remodelación de la Aichinger House, el estudio austríaco Hertl Architekten envuelve el edificio con unas gigantescas cortinas, elemento tradicionalmente empleado en interiores, que en este caso proporcionan a la casa una segunda piel como si de un traje se tratara.
Manteniendo la estructura original, la construcción modifica completamente su uso como restaurante para convertirse en un edificio de viviendas. Para ello, el proyecto de reforma elimina la cubierta original y dota al inmueble de dos alturas. A este segundo piso, y al sótano, se accede por unas escaleras de hormigón que arrancan desde el exterior.
Mediante el empleo de grandes telones, el estudio fundado por Gernot Hertl investiga las posibilidades del material textil como elemento constructivo. Los textiles, de color gris, parecen desde lejos un revestimiento metálico o de hormigón y otorgan una textura ondulada a toda la fachada.
Además de recubrir los muros, las cortinas realizan su función habitual de tamizar la luz que llega desde las ventanas, pudiéndose cerrar completamente. La naturaleza translúcida y como difusor de la tela, provoca por la noche un efecto linterna que hace brillar el edificio.