Los edificios no son mudos: proporcionan un necesario telón de fondo y un ambiente que aumenta la experiencia espacial y refuerza el mensaje que lanza su contenido. Belzberg Architects se fundamentan en esta evidencia para diseñar el Museo del Holocausto en los Ángeles, en sus siglas en inglés, LAMOTH. Su estética y su integración casi espiritual con el solitario parque en el que se sitúa, ofrecen a los visitantes argumentos suficientes para introducirse en él. El simbolismo inherente al diseño intenta alejarse del estereotipo de los museos, y abre un mundo de posibilidades a la vez que muestra el potencial devastador de la crueldad humana.
Vista de la rampa de acceso. Los Angeles Museum of the Holocaust. Belzberg Architects, 2011.
Situado en un parque público, en el que se emplaza un memorial del Holocausto, la arquitectura del LAMOTH traspasa el límite entre la labor escultórica de una obra de arquitectura de estas características y su consciente labor cívica para la institución y público al que sirve. A través de una presentación potente y una experiencia espacial distinta, se mejora el contexto ambiental para que los visitantes puedan asimilar los mensajes lanzados a través de las distintas muestras. La intención última es transformar el encuentro de cada visitante con el edificio y sus alrededores en un evento memorable capaz de producir una impresión duradera del genocidio ocurrido.
Zona de acceso. Los Angeles Museum of the Holocaust. Belzberg Architects, 2011.
Zona de acceso. Los Angeles Museum of the Holocaust. Belzberg Architects, 2011.
La finalidad del diseño es contar alegóricamente y de forma cronológica la experiencia de las víctimas del Holocausto. La experiencia del edificio se convierte en una secuencia temporal desde la entrada hasta la ascensión de vuelta al nivel del parque. La procesión se inicia en una bajada adyacente al parque, desde el cual se impregna el visitante de los sonidos alegres de los usuarios del parque. A medida que se desciende por la larga rampa, se va perdiendo gradualmente la conexión visual con el exterior. La atención se desplaza hacia el monumento existente, con una visión estrecha de los pilares de piedra negra, cortada paulatinamente por el plano del techo del museo. Al entrar, el visitante experimenta la culminación de la transición de un ambiente lúdico a uno serio y aislado, saturado de imágenes del horror. Los visitantes salen del museo ascendiendo al nivel donde se encuentra el monumento, recuperando la conexión visual con la atmósfera del parque y consumando la experiencia museística con un sentimiento de alivio.
Vista de una de las exposiciones. Los Angeles Museum of the Holocaust. Belzberg Architects, 2011.
El conjunto de exposiciones, pantallas y componentes interactivos resalta el esfuerzo del museo por evitar información concentrada y desproporcionada, animando el contenido a través de una sucesión de exposiciones y galería ordenada de forma coherente. Debido a la amplitud del periodo histórico y del vasto volumen de archivos disponibles, el museo proporciona de primera mano una experiencia sensorial en cada visitante que refuerce su capacidad de asociar sentimientos al contenido gráfico, induciendo una conexión personal fácilmente asimilable.
Imagen del interior del museo. Los Angeles Museum of the Holocaust. Belzberg Architects, 2011.
Vista de sala de exposiciones. Los Angeles Museum of the Holocaust. Belzberg Architects, 2011.
La primera sala, llamada El mundo tal como era incorpora una única mesa interactiva que trata de mimetizar la comodidad social de las comunidades antes de la guerra. A medida que los visitantes caminan hacia la habitación contigua, se atenúa la iluminación en el interior del espacio. En ella se encuentran dos exposiciones separadas que representan La Noche de los Cristales Rotos y la Quema de Libros. Con esta disposición se busca dividir a la multitud que avanza por los recorridos, disminuyendo el calor producido por la cercanía de las personas. El suelo continúa descendiendo, guiando a los visitantes a la habitación Campos de Concentración, un espacio angosto y oscuro iluminado solo por los videomonitores, en los que se muestran imágenes de posiblemente uno de los momentos más oscuros de la historia de la humanidad. La ascensión final hasta el monumento del exterior del parque es liberadora. El visitante vuelve al contacto con el aire fresco y el calor del sol californiano.
Escultóricas formas interiores. Los Angeles Museum of the Holocaust. Belzberg Architects, 2011.
Imagen del final del recorrido. Los Angeles Museum of the Holocaust. Belzberg Architects, 2011.
Es este proceso de aprendizaje y la mezcla de experiencias mutuas lo que asegura la captación del mensaje, y su duración lejos de los muros del edificio. El LAMOTH, además, renueva de forma permanente su contenido de una manera atractiva para los usuarios, a través de la conexión con el museo y centro de estudios Yad Vashem en Jerusalén y su base de datos compartida de contenido digital, consiguiendo promover, de forma integral, un ideal de tolerancia que cale en los visitantes más jóvenes.
Plano de situación. Los Angeles Museum of the Holocaust. Belzberg Architects, 2011.
Plantas. Los Angeles Museum of the Holocaust. Belzberg Architects, 2011.