Intervención urbana en la Plaza Mayor de Madrid
Durante cuatro días del pasado mes de junio, el colectivo artístico Luz Interruptus colonizó la conocida Plaza Mayor de Madrid con su Laberinto de residuos plásticos. Una intervención urbana, que hecha a base de botellas de plástico surgió como resultado a la invitación del Ayuntamiento de Madrid a participar en el IV Centenario de la Plaza Mayor de Madrid, como parte del programa de arte urbano ‘Cuatro Estaciones’. «Desde un primer momento tuvimos claro que debíamos hacer una pieza relacionada con el contexto y que implicase a sus habitantes, algo bastante complicado, puesto que la Plaza Mayor es un lugar mayormente frecuentado por turistas», cuentan los artistas, que llevaron a cabo una instalación similar a la realizada en Polonia en 2014, pero más grande y «claustrofóbica».
Una instalación «poco amable»
Construida a partir de las botellas de plástico consumidas en el entorno de la plaza durante un mes, la iniciativa dio a conocer la gran cantidad de botellas de plástico generadas en nuestro día a día, muchas de las cuales acaban flotando en los océanos, a través de una instalación «poco amable», que ha tratado de concienciar al público sobre el problema del consumo indiscriminado de plástico y la mala gestión del reciclaje. «Se trataba de crear un cierto malestar entre los visitantes, que sin más puntos de referencia que el calor y el olor a plástico se veían envueltos en una sensación de desorientación y cierto desasosiego», apuntan desde el colectivo, autor de un recorrido estrecho y lleno de recovecos.
15.000 botellas, 170 metros de longitud y tres metros de altura
La estructura colonizó 300 metros cuadrados alrededor de la estatua ecuestre de Felipe III, en un recorrido de 170 metros de longitud y tres metros de altura que los visitantes tardaban en recorrer aproximadamente tres minutos. Para construir la instalación se usaron unas 15.000 botellas, que acompañadas de luz y metidas en bolsas se colgaron de la estructura metálica, dando lugar a muros totalmente compactos y brillantes. «Conseguir botellas de plástico de los servicios oficiales de reciclaje de la ciudad fue imposible», señalan los artistas, que para hacerse con ellas tuvieron que acudir a los vecinos —a través de dos grandes contenedores situados en la misma plaza—, así como a hospitales, universidades, organismos oficiales empresas de catering, envasadoras y otros establecimientos.
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