En un frondoso pinar en el norte de Karuizawa, a tres horas en coche de Tokyo, Go Hasegawa & Associates elevan, a casi 7 metros del suelo, un refugio de fin de semana sobre esbeltos pilotes, un reducto de paz y tranquilidad que pone en contacto a sus habitantes con su lado más silvestre.
Pilotis in a forest, Go Hasegawa & Associates, 2010.
La humedad propia del clima de la zona y la premisa de minimizar el impacto medioambiental, también evitando la tala de los árboles, hacen oportuna la decisión proyectual de elevar la caja de madera, que delimita sobre el suelo una plaza exterior de igual perímetro.
Esta simple operación permite múltiples relaciones entre la arquitectura y el bosque, ofreciendo distintas vistas de la montaña según el momento del año. Durante el invierno, cuando caen todas las hojas, la construcción permite una vista lejana a través de los ventanales; y en verano la mirada se acota a la vegetación que la rodea y a la plaza bajo el piso de vidrio.
El comportamiento del hombre se asemeja así al de un pequeño animal: en días soleados, la plaza nos ofrece la sombra y el cobijo necesario para una perfecta relajación, y a medida que oscurece, ascendemos suavemente por la escalera, hasta la planta superior, un desván de 1,8 metros de altura en su punto mínimo, para encontrar protección y refugio.
Plano de sitio, Pilotis in a forest, Go Hasegawa & Associates, 2010.
Planta de la plaza y la planta elevada, Pilotis in a forest, Go Hasegawa & Associates, 2010.
Sección, Pilotis in a forest, Go Hasegawa & Associates, 2010.
Arquitectos: Go Hasegawa & Associates.
Fotografías: Go Hasegawa & Associates.