Tras diez años de reformas y un gran proyecto de reestructuración, el Rijksmuseum ha finalmente abierto sus puertas al público el pasado mes de abril. El proyecto de modernización se puso en marcha en 2003 después de ser aprobado por el gobierno de los Países Bajos en 2000. La firma española Cruz y Ortiz Arquitectos fue elegida en 2001 para llevarlo a cabo. El objetivo de esta larga reforma (la más larga hecha en un museo hasta ahora) ha sido mejorar el acondicionamiento de las salas, expandir y habilitar nuevas áreas e implementar un diseño más actual y acorde con la esencia decimonónica del edificio.
El Rijksmuseum de Amsterdan, la primera obra civil del arquitecto holandés Pierre Cuypers, fue inaugurado en 1885 para convertirse, ya en su época, en el museo más grande e importante de los Países Bajos. De estilo neogótico con elementos renacentistas, el edifcio se engloba en la corriente historicista del siglo XIX y en aquella tradición constructiva del ladrillo y el acero que lo identifica con la arquitectura de la época. La construcción original ha pasado desde entonces por diferentes reformas de expansión a medida que ha ido creciendo su colección, consituida en la actualidad por cerca de 8.000 piezas de arte. Después de numerosas adaptaciones, la distribución desordenada y la decoración considerada como anticuada hacían necesaria una reforma en profundidad.
Cruz y Ortiz fueron los encargados del proyecto de remodelación y de la nueva distribución del museo, así como de la construcción del Pabellón Asiático y de la nueva entrada del edificio: el Atrium. Este nuevo espacio, en el que los antiguos patios internos vuelven a estar unidos bajo una bóveda acristalada, ha supuesto un auténtico reto constructivo, ya que fue preciso cavar en un suelo con problemas de filtración para obtener un nuevo espacio de mayores dimensiones. El resultado final es un amplio patio de 2330m² que nos conduce al edificio principal y que también conecta con otras instalaciones como la cafetería y la tienda del museo. El Atrium se ha convertido en una zona de paso abierta a los peatones que les invita a atravesar el museo y a entrar en las salas que rodean su perímetro.
Invadido por la luz natural que penetra a través del techo acristalado y que se refleja en los suelos de piedra pálida portuguesa, este nuevo espacio diáfano recupera su esencia original desprendiéndose de las salas añadidas en las sucesivas reformas de expansión que terminaron ocupando gran parte del espacio. El nuevo Atrium queda coronado por lámparas de estructura rectangular concéntricas, las llamadas “chandeliers”, que iluminan el recinto y equilibran sus dimensiones al disminuir visualmente la altura del techo. Elevado sobre el suelo de este patio el corredor de entrada al Rijksmuseum, tras la sustitución de las paredes de ladrillo por cristaleras, se llena de luz y ofrece a los visitantes del museo una vista imponente del Atrium.
El arquitecto francés Jean-Michel Wilmotte fue el encargado del diseño expositivo, la adecuación del espacio a las necesidades actuales del museo y la integración de las instalaciones más modernas dentro del contexto del edificio del siglo XIX. El resultado son unas salas abiertas, abovedadas por cristaleras que filtran y aprovechan la luz natural y con paredes lisas, en tonos predominantemente grises, en las que resaltan los cuadros y las figuras de la colección. Los soportes expositivos, así como el resto de muebles que ocupan las salas son, funcionales y discretos. Sus colores se funden con las paredes y dialogan con unos suelos de madera que aportan calidez al conjunto. La ornamentación se mantiene principalmente en los arcos, en la escocia que rodea algunas de las salas de mayor altura y en los salones y pasillos abovedados.
El estudio Van Hoogevest Architecten y la fundación de restauración Stichting Restauratie Atelier Limburg (SRAL) fueron los seleccionados para restaurar los elementos decorativos originales, como el suelo de terrazo de los patios de la entrada, reubicados principalmente en la biblioteca del Rijskmuseum, preservando así la esencia de la obra de Cuypers.
Al conjunto del Rijksmuseum y de la obra de Cruz y Ortiz Arquitectos pertenece el Atelier Building, taller de restauración inaugurado antes que el resto del proyecto en 2007. Tanto su orientación como las dimensiones de las ventanas están pensadas para que sólo la luz del norte entre levemente en el edificio de modo que ésta no pueda deteriorar las obras de arte que se conservan en el interior. Por su parte, los pasillos y puertas también permiten el transporte de grandes cuadros gracias a su elevada altura. Este taller ha sido promovido por el gobierno holandés y el propio museo con la intención de preservar la herencia cultural del país, como lugar para la conservación de las obras del Risjkmuseum. Al igual que ocurre en el edificio principal, el Atelier es una construcción diseñada por Cuypers y remodelada por la firma española.
El Pabellón Asiático –situado en los jardines del Rijksmuseum, rodeado de agua y conectado directamente al edificio principal– es un edificio irregular de dos plantas, recubierto con piedra pálida portuguesa y cristaleras. Este anexo de 485m², que contrasta con el estilo del edificio de Cuypers, alberga una colección de 350 piezas traídas de oriente. El color blanco que predomina en sus salas recubre el interior del pabellón y viste el resto del mobiliario.
El Rijksmuseum vuelve a convertirse en el corazón cultural de Amsterdam, tanto por el valor de su colección, que incluye la obra de artistas consagrados del Siglo de Oro de los Países Bajos, como por tratarse de un renovado icono arquitectónico de la ciudad. La perfecta combinación de estilos y el gran trabajo de restauración han conseguido adaptar la obra de Cuypers al siglo XXI.