experimenta_

Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. Mucho más que arquitectura

Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher

Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher

Una obra funcional, conceptual y estéticamente soberbia

Si bien el talentoso arquitecto mexicano Miguel Ángel Aragonés nos tiene acostumbrados a proyectos espectaculares, como aquel hotel flotante en San José del Cabo, que con tanto gusto reseñamos tiempo atrás, la verdad es que nunca deja de sorprendernos. Esta vez nos regala una obra funcional, conceptual y estéticamente soberbia.

Se trata de Rombo IV, un complejo residencial de alto standing ubicado en pleno centro de la Ciudad de México, que desde el minimalismo, la proyección modular y un manejo exquisito de la luz y los ambientes, Aragonés ha conseguido un volumen excepcional que ha redefinido por completo el paisaje arquitectónico de la zona.

Ensamblados entre sí, los cuatro cuerpos principales responden a tres viviendas y un estudio. La propuesta no solo debía contemplar estos espacios, también debía respetar el entorno natural (flora y accidentes) y por supuesto el entramado urbano. «El árbol es quizás nuestro huésped más presente… como en casi todas las ciudades muy pobladas los árboles son un bien preciado», comenta el propio Aragonés.

Otro de los aspectos que debía ser atendido era la privacidad y no solo proteger a las viviendas del exterior, sino también entre sí. Este punto del briefing entraba en conflicto con la búsqueda y explotación de la luz natural. ¿Cómo lograr resguardar los espacios y al mismo tiempo abrirlos al mundo? Miguel Ángel Aragonés lo consiguió jugando con formas, aberturas, disposiciones y posiciones de tabiques y columnas, y la orientación de los propios módulos. «Quise que sus ocupantes pudieran ser vistos sólo por el cielo, el aire o el sol, que se pudiera habitar la casa con la soledad que reclama el bullicio de la ciudad».

El broche oro lo pone la iluminación. Cuando cae la noche el complejo vuelve a nacer, con otra cara, con otro semblante. Una sofisticada —y arriesgada— apuesta por el color y múltiples fuentes ubicadas extrategicamenete para conseguir acertados gradientes, confieren a los espacios públicos y a las fachadas una personalidad única.

«Las fotografías cuentan una parte pequeña de la historia… dejan de lado el tacto y la expresión de los materiales, la dureza y la suavidad, el calor y el frio, la voz de un espacio que acumula el recorrer del viento en las hojas de un árbol, el sonido de una fuente, el arrullo del silencio. Una foto no nos describe la fragancia de un jardín ni el olor del incienso, todo esto habla de atmósfera y cobijo», comenta el propio Aragonés.

Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Rombo IV, el complejo residencial de Miguel Ángel Aragonés. © Joe Fletcher
Salir de la versión móvil