Tradicionalmente, la ruina ha sido considerada como la archienemiga de la arquitectura. El diseñador finés Marco Casagrande se propone superar esta dicotomía con Ultra-ruin, un organismo arquitectónico que crece de las ruinas de una granja abandonada en los bosques de Taiwan. El arquitecto incorpora la degradación como parte fundamental del proyecto y comparte su papel protagonista con la naturaleza y el tiempo.
Ultra-ruin, Marco Casagrande, 2014.
Ultra-ruin se sitúa en el Parque Nacional Yangmingshan, localizado en las proximidades de la ciudad de Taipei, Taiwan. En una de las terrazas de la montaña homónima descansan las ruinas de una vieja granja fujian. Los edificios semiderruidos de ladrillo rojo comparten hoy espacio con la errática naturaleza del bosque taiwanés: es esta atmósfera pintoresca y misteriosa el lugar escogido por el arquitecto Marco Casagrande para ejecutar su proyecto, una vivienda unifamiliar.
Sin embargo, la intervención arquitectónica no pretende expulsar a la naturaleza del espacio ni rehabilitar integralmente los edificios. La degradación forma parte del proyecto mismo, entendida como un proceso natural y orgánico, como un motor de cambio ineludible. Marco Casagrande proyecta una arquitectura que define como “débil”, ya que supedita el trabajo del arquitecto a los caprichos de la vegetación, el clima, incluso de la acción ulterior del hombre. El nuevo rol del arquitecto pasa por regular —que no dominar— la ruina, ahora parte integral de la disciplina.
“En primer lugar, el hombre entra en la jungla y limpia un lugar para construir su casa: el hombre está dentro, la naturaleza está fuera. Después, el hombre abandona la casa y la jungla entra en la casa: esto es lo que llamamos “ruinas”, algo que se convierte en parte de la naturaleza. Pero la jungla no quiere todo y deja mucho espacio para que el hombre lo recupere: esto es lo que expresa Ultra-ruin, un espacio compartido por la naturaleza y el hombre”, explica Nikita Wu, esposa de Casagrande y miebro del equipo de Ultra-ruin.
Ultra-ruin se levanta como una estructura de madera que se inserta sin asifixiar en la antigua granja. Fabricada mayormente con caoba y ciprés taiwanes, este complejo de plataformas se reparte a lo largo de tres niveles distintos: una red de azoteas situadas sobre los tejados de los antiguos edificios, un nivel central donde se localizan las estancias y el patio, y un pequeño espacio recreativo emplazado en el nivel inferior. En total, más de 520 m² de terrazas, cenadores exteriores y parques.
Las plataformas se amoldan de manera natural a la orografía inclinada de la ladera. Una red de escaleras se encarga de comunicar los distintos desniveles, y unas sencillas lamas de madera se ocupan de definir los límites de la estructura. No obstante, estos contornos son siempre borrosos y permeables a la acción de la naturaleza: los árboles invaden las habitaciones interiores y las enredaderas revisten los muros de madera.
En el interior, la continuidad espacial entre el interior y el exterior es evidente. Las estancias carecen de techo, o como mucho disponen de pérgolas; incluso, en las habitaciones cerradas, la distancia entre las lamas de madera permite la entrada de la luz. Los 210 m² de espacio interior se abren a la jungla taiwanesa, sin interrupcion y en comunión con el entorno natural.
El escaso mobiliario de Ultra-ruin, pensado para satisfacer las necesidades básicas, está construido con los mismos materiales sencillos de la arquitectura: chimeneas de ladrillo, griferías de bronce, muebles y puertas de madera o sistema sanitario de piedra, entre otros. La única excepción es la cocina, con mobiliario y paredes de metal, y cuyo tejado está coronado con acero corten y cristal. Una sauna de madera de ciprés, una piscina de piedra y una torre de meditación completan las facilidades del complejo.
Nacido en Finlandia en 1971, Marco Casagrande impregna toda su filosofía proyectual de un carácter experimental. Sus obras exploran las nociones de acupuntura arquitectónica, biourbanismo y desarrollo sostenible, conceptos que engloba bajo su “teoría de la ciudad de tercera generación”: Casagrande entiende la ciudad como un organismo complejo por donde fluyen flujos de energía; el papel de arquitecto pasa por manipular y favorecer estos flujos y así aliviar los traumas urbanos y sociales. En resumen, Casagrande entiende la arquitectura del mismo modo que un médico oriental entiende el cuerpo humano.
Casagrande ha enseñado en numerosos universidades (Tokyo University, Tadao Ando Laboratory, Aalto University, Helsinki University of Art and Design), y su obra ha estado expuesta en algunas de las ferias y museos más importantes del mundo (Bienal de Arquitectura de Venecia, London Architecture Biennial, Taiwan Design Expo, Victoria & Albert Museum).
Arquitecto: Marco Casagrande.
Gestores del proyecto: Nikita Wu, C-LAB team: Frank Chen, Yu-Chen Chiu.
Localización: Montaña Yangming, Taipei, Taiwan.
Espacio interior: 210 m2
Terrazas: 520 m2
Materiales: caoba, árboles Zelkova, alcanfor, ciprés taiwanés, bronce, acero, ladrillo, piedra.
Fotografías: AdDa Zei.