Sillones comestibles hechos panes y pastas, zapatos de verdura, ropa interior con frutas, entre miles de otros, ejercicios creativos que sorprenden y sobre todo inspiran.
Fotógrafa y artista, además de importante instagramer con más de 674 mil seguidores, la canadiense Gab Bois, provoca y encanta desde sus redes sociales desarrollando todo tipo de puestas y fotografías sobre indumentaria y todo tipo de objetos creados con lo que tiene a mano en su casa.
Un ejercicio de creatividad y astucia que hechiza y sirve realmente de ejemplo a creativos varios, al que arribó de casualidad, creció en pandemia y hoy hace que le lleguen propuestas laborales de cientos de marcas emblemáticas de diseño. Además de estar condensadas hoy en un libro editado por Anteism Books, editorial independiente de Montreal.
Es que según cuenta, fue mientras hacía su licenciatura para ser maestra de escuela primaria, que como simple diversión en sus tiempos libres, empezó a publicar sus composiciones y fotografías. Ejercicios caseros que hacía para ella misma. Propuestas que tuvieron una amplísima repercusión de inmediato y la decidieron a cambiar de carrera y apuntarse en la licenciatura en artes.
¿Su proceso creativo? “La clave para mi es tratar de despejar la mente y librarme de cualquier prejuicio. Así, la mayoría de las veces, tomo las ideas que están delante de mis narices y son las más sencillas. Apago cualquier dispositivo electrónico que pueda distraerme, camino por mi cocina, jardín o dormitorio y me pongo manos a la obra. Es que amo los procesos y creo que esa libertad de expresarme con lo que tengo al alcance es lo que la gente más valora”.
Tiempo para incubar las ideas, falta de prejuicios, y sobre todo, nunca haber perdido la capacidad de juego. Es que a pesar de ser hija única, ella afirma, que no sabe lo que es aburrirse. “De chica pasaba horas y horas también en este tipo de procesos, creando con lo que tenía al alcance”.
¿Sus favoritos? “El sujetador Vitamin C-Cup, porque es una de las primeras imágenes mías que parecía más pulida y se alejaba de esa sensación súper cruda y áspera que estaba tan presente en mis dos primeros años de fotografía. También me siento muy conectada con el cucurucho de helado de nieve sucia porque era una imagen que tenía en la cabeza de niña: la nieve sucia parecía helado de Oreo o algún tipo de delicioso glaseado de tarta y también en las que parodio, debo decirlo, a algunas marcas”, detalla.
Es que algunas de sus propuestas no son tan ingenuas y las dedica a criticar la sociedad de consumo o cierta adicción a las etiquetas de moda.
Sea como sea, un guiño ocurrente e hipnótico entre tanta navegación carente muchas veces de sello propio.