El recibo de la compra es ese objeto cotidiano cuya vida útil apenas alcanza unos breves segundos. La consultora de diseño británica Berg, en colaboración con la revista Icon Magazine, propone un nuevo resguardo en el que el precio del producto comparte espacio con otros datos relacionados, con el fin de borrar la monotonía y conseguir que el destino final del papel no sea acabar desterrado en el bolsillo de un pantalón.
Berg para Icon Magazine, 2011.
Partiendo de Incidental Media, un proyecto anterior de Berg sobre el futuro de la comunicación, la consultora londinense ha rediseñado un recibo en el que se nos ofrece una serie de datos que convierten al papel en una especie de almanaque en miniatura con cifras y curiosidades: citas generadas a partir del precio, titulares de noticias, tablas de calorías sobre los productos, información sobre eventos culturales próximos al lugar de compra, etc.
El proyecto de Berg brinda la posibilidad de personalizar la información a través de una caja de texto situada en la parte inferior del recibo. De esta manera, el resguardo evoluciona de una condición homogénea propia del siglo XIX a un concepto más abierto e individualizado acorde con los nuevos tiempos. “Pensamos que el modesto recibo podría convertirse en algo parecido a una aplicación informática en papel, y ser útil de una manera discreta y divertida”.
La parte superior del recibo conserva aquellos datos de mayor importancia, como el precio o la dirección de la tienda. En la esquina superior izquierda del papel se ha reservado un espacio para grapar las facturas en caso de que sea necesario. FInalmente, una caja de texto permite al cliente escribir datos a mano.