Acorde a los tiempos que corren
Creuna, un interesante colectivo nórdico compuesto por más de 350 creadores, presente en Dinamarca, Noruega, Suecia y Finlandia, ha sido el encargado de actualizar la identidad visual de Oslo, sin duda, una de las urbes más conocidas y representativas del norte europeo.
Con cerca de mil años de historia, las estructuras burocráticas, geográficas, sentimientos o elementos referenciales físicos o abstractos que conforman la identidad de la capital noruega, son tantos y tan variados que hacerlos comulgar y sacar adelante un proyecto de esta magnitud está al alcance de pocos.
El equipo a cargo del proyecto, con Marc Ligeti a la cabeza, decidió utilizar como punto de partida el logotipo de la ciudad, cuyo último lifting databa de principios del siglo XX. Aislando y saneando los elementos principales, aquel antiguo sello medieval protagonizado por San Hallvard, mudó en una pieza dinámica, capaz de adaptarse a cualquier soporte y tamaño.
Con la primera y más importante etapa completada, los de Creuna fueron a por las tipografías: se trata de la Oslo Sans, una familia especialmente diseñada para la ocasión, de palo seco en clave flat cuya gran variedad de pesos y estilos le permite solucionar prácticamente todo tipo de composiciones. Siguieron con la paleta de colores: compuesta de 10 tonos con mucha personalidad (además de la escala de grises), de alto contraste pero sin dejar de ser cálidos y amigables.
Y por último, los elementos gráficos complementarios, probablemente el mayor acierto de la propuesta. A partir de dos formas geométricas elementales como el cuadrado y el circulo, Ligeti y compañía crearon un repositorio infinito de recursos para apuntalar las composiciones allí donde sea necesario. Ya sea como textura, fondo parcial o absoluto, para antropomorfizar una idea o simplemente para aportar sustancia y/o equilibro, estos células gráficas son las estrellas de un proyecto monumental.