Por Giovanni Ferraro, Director del Palacio Quintanar
«Aristipo, filósofo socrático, arrojado por un naufragio a las playas de Rodas, al descubrir allí́ ciertos dibujos geométricos lanzó una exclamación y dijo a sus compañeros: ‘Tengamos buena esperanza, pues veo aquí rastros del hombre.»
Vitrubio (Architectura. Libro sexto)
Hay casi tantas definiciones de diseño como diseñadores. Esta realidad, lejos de ser algo negativo, significa mucho; habla de una actividad de límites y contenidos difusos que actualmente se ha ganado una posición central en el devenir de la sociedad.
El diseño ha ido conquistando unas cotas de reconocimiento que le han convertido en un vector con un peso específico importante, inimaginable unas décadas atrás. La percepción de la sociedad en general con respecto al diseño ha evolucionado, desde considerarlo una actividad prescindible por su superficialidad, al reconocimiento de lo que el diseño aporta o puede aportar.
El diseño hoy interviene en los diferentes ámbitos de la sociedad; las administraciones, las instituciones públicas y privadas, el sector empresarial, la cultura, el arte, lo público y lo privado. Ahora el diseño lo impregna todo. Tiene un papel puente entre la tecnología y el arte, las ideas y los fines, la cultura y el comercio; es una disciplina que se relaciona prácticamente con todo lo que al ser humano le atañe, liderando temas de innovación, liderazgo, sostenibilidad, Responsabilidad Social Corporativa y Diseño para todos, interconectando aspectos económicos, socioculturales y medioambientales. La suma de todos estos aspectos tiene especial relevancia para los ciudadanos.
Con estas premisas, desde Palacio Quintanar hemos ido trabajando a lo largo de estos años con el objetivo de hacer más evidente y necesaria la figura del diseñador y así lo demuestran exposiciones como: ¿Con qué objeto? de Pep Carrió; Dibujar, pensar, diseñar de Manuel Estrada; Ilustraciones de Pablo Amargo; Mapas que no lo son de Emilio Gil; El Made in Italy de AIAP; La cosas dicen cosas de Los Diez; Gastro Diseño, Diseño Di Vino; Diseño en Castilla y León, Fresko, Empresas que sueñan. Ejemplo de pasión. etc… Exposiciones todas ellas que promueven y documentan la evolución y la excelencia del lenguaje gráfico, el proyecto industrial, empresarial, editorial, el arte y la comunicación visual.
Ahora tenemos la suerte de albergar en el Palacio Quintanar “Esto no es un cartel”, de Isidro Ferrer, diseñador e ilustrador con un perfil internacional, con numerosos reconocimientos a su trabajo, como el Premio Nacional de Diseño en 2002 y el Premio Nacional de Ilustración en 2006.
“Esto no es un cartel” se inauguró el 31 de enero 2020 para clausurarse el 19 de abril, pero debido a las circunstancias acaecidas los últimos meses, impidiendo la apertura del Centro desde el 14 de marzo, según Decreto del Gobierno por la pandemia de la Covid 19 y de acuerdo con Isidro Ferrer se ha decidido prorrogar la muestra hasta el 27 de septiembre.
En esta exposición Isidro Ferrer presenta 170 carteles, más de 100 objetos y algunos de sus cuadernos, ocupando cuatro salas del Palacio Quintanar. A través de estos soportes, convergen las múltiples facetas de Isidro Ferrer: ilustración, diseño, escultura, escenografía, fotografía, poesía, etc.
Actuar, luchar, resistir, aceptar, reconocer, anunciar, reclamar, vencer, criticar, desvelar, denunciar, distinguir, señalar, convocar, renunciar, desafiar, traspasar, ahondar, lanzar, recoger, desordenar, nombrar, colaborar, ordenar, rechazar, justificar, provocar, invitar, sorprender, juzgar, subvertir, invitar, animar, descubrir, revelar, destripar, argumentar, jugar, reconocer, celebrar, opinar, situar, valorar, recordar, festejar, contagiar, atribuir, datar, inaugurar.
Son verbos que el espectador encuentra en la entrada de la exposición. Invitan a entrar y conceptualmente se percibe su presencia a lo largo del recorrido de la muestra. Para Isidro Ferrer están detrás de su labor, le provocan el propósito y el acto de diseñar.
En la sala uno descubrimos 78 carteles, 66 de pared y los 12 impresos sobre dibón, fundamentalmente de ámbito político y social, apilados sin orden en el suelo.
La sala dos, se ha convertido en un gabinete de curiosidades; cerca de 100 piezas objeto, algunas en las vitrinas, otras en los espacios de las ventanas y otras colgadas directamente en la pared, relacionadas con los carteles presentes en la exposición. Entrando en la sala tres nos encontramos una gran vitrina con una selección de cuadernos originales y, en la pared principal, 50 páginas de los cuadernos inéditos que Isidro ha realizado para esta exposición. En la segunda pared un cuaderno de 40 páginas enteramente de flores, y para terminar, la sala cinco íntegramente dedicada a los carteles de CDN distribuidos cronológicamente por temporadas.
Dicho esto, me parece oportuno para entender la exposición, responder a través de las palabras del propio Isidro Ferrer a la pregunta ‘sobre el por qué del cartel’.
¿Por qué te gusta hacer carteles? Me encanta, es la superficie gráfica sobre la que actúo con mayor placer. El cartel aglutina todas las funciones comunicativas del diseño, es una pieza que se ve de un golpe de vista, debe propiciar una lectura rápida, inmediata, concisa, comprensible, expresiva, sugerente, contener la información justa, establecer un vínculo estrecho entre la palabra y la imagen.
Si he entendido bien, ¿Es intemporal; un impacto, un golpe? No tiene duración, pero tiene eco, puede perdurar, el cartel es efímero, pero un cartel que perdura es aquel que permanece en la memoria de quien lo ha visto y, para eso, tiene que tener elementos memorables.
¿Qué es imprescindible en un cartel? Diré lo que es imprescindible para mí, ya que el cartel puede ser abordado de múltiples formas. Para mí es importante que imagen y palabra vayan de la mano, que se establezca una relación simbiótica que potencie su lectura. Que la visión del cartel se impregne de oralidad, que esté dotado de palabras, que se pueda convertir en voz.
¿Tienes algún hito? ¿Puedes decir éstos son mis mejores carteles? Cualquier imagen envejece con el tiempo, los paradigmas estéticos van cambiando y eso provoca que la producción gráfica a nivel estético nunca termine de convivir bien con el presente. Algunos de los carteles de las dos primeras temporadas del CDN son para mí muy importantes, se manejan en un nivel de simplicidad, complejidad e iconicidad muy elaborados.
El título de este artículo es claramente una provocación, una suma de situaciones que me permitían hablar de la exposición de Isidro Ferrer, pero también del Palacio Quintanar, un espacio de la Junta de Castilla y León abierto desde 2011 en Segovia, y del ‘Diseño’ como instrumento necesario para una transformación también ética y moral. Estoy convencido de que sin progreso moral no hay verdadero progreso.
Palacio Quintanar ha de tener una visión humanística de una sociedad que se inspira y se apoya en la idea del hombre como generador de proyectos, el hombre que se auto-proyecta. Este planteamiento requiere de un compromiso social, de un mirar al entorno, de conocer los recursos que nos rodean, de preocuparnos por nuestros semejantes, ¿qué hacen? ¿qué piensan? y en qué medida podemos colaborar y apoyarnos para crecer. Analizar el pasado, vivir el presente, para soñar un futuro: Innovar.
Un espacio que contribuye a la formación de usuarios mejor informados, conscientes, críticos y creativos, para provocar el cambio de actitud ante la propia vida. Una formación multi-generacional y transversal. Un lugar donde todas las expresiones artísticas y áreas del pensamiento encuentren un espacio para dialogar con el diseño y debatir sobre la creación experimental y la producción industrial, la relación diseño / arte / artesanía o los desafíos urbanos, socioeconómicos, ambientales y tecnológicos de la actualidad. De manera que la formación, el intercambio de ideas, la comunicación, la ética y las políticas culturales, dispongan sus recursos al servicio de objetivos comunes, destacando el de rehabilitar la idea de que la pasión debe convertirse en una realidad que constituya uno de los pilares fundamentales del progreso ciudadano.
Para finalizar, me parece necesario incidir en que el diseño es un verdadero transmisor de valores y es el instrumento más potente de diferenciación para un territorio. El Palacio Quintanar pretende, a través del diseño y la cultura, crear un espacio positivo para un público heterogéneo (infantil, juvenil y adulto, profesionales o no), donde la creación, la transmisión de conocimientos, la experiencia, la vocación, el espíritu emprendedor, la pasión y la innovación, puedan convertirse en una herramienta de y para el futuro.
