El diseñador gráfico Fernando Pimenta es uno de los principales -si no “el” principal- cartelista de Brasil. Su trayectoria se confunde con la historia del cine en ese país, y aquellos que gustan y siguen la producción cinematográfica brasileña, ciertamente conocen su trabajo. Durante más de 40 años creó más de 300 carteles para el cine, la mayoría de los cuales fueron producidos por Embrafilme (Compañía Brasileña de Cine).
En la década de 1960, Brasil experimentó un período único de desarrollo cultural. En la música, con el surgimiento de bossa nova, un estilo único que ha conquistado el mundo, Brasil llegó a todas las radios y salas de conciertos del mundo, un fenómeno que todavía vemos hoy. Es muy común que entremos en un restaurante o un ascensor en Singapur (solo por nombrar una ciudad fuera del eje tradicional) y esté sonando música brasileña. También sucede con la arquitectura, con varios arquitectos responsables de una transformación radical de las principales ciudades de Brasil, que culminó con la inauguración de Brasilia, la nueva capital del país diseñada por Oscar Niemeyer y Lucio Costa, una obra constantemente celebrada en todo el mundo.
El cine no fue ajeno a este movimiento cultural, especialmente con el auge del cinema novo, con Glauber Rocha como su mayor -y más famoso- representante. El escritor austriaco Stefan Zweig, exiliado en Brasil -donde vivió hasta su muerte huyendo del nazismo- escribió allí el libro O País do Futuro, que trata de su encantamiento con el país. Irónicamente, además de convertirse en un apodo “al revés” para Brasil, este “futuro” anunciado no ha llegado hasta hoy. Pensando en ello, cito una frase que me gusta mucho: “en el pasado, hasta el futuro era mejor”.
Tras los éxitos mundiales del cinema novo, llegamos a la creación de Embrafilme en 1969, el que finalmente se extinguió en 1990. Se trataba de una empresa estatal brasileña de economía mixta, productora y distribuidora de películas cinematográficas. Mientras existió, Embrafilme operó con un presupuesto anual promedio de alrededor de US$ 12 millones, de los cuales entre US$ 8 millones y US$ 9 millones (el 70%) se invirtieron en producción cinematográfica. En las décadas de 1970 y 1980, las películas costaban entre US$ 300,000 y US$ 1 millón. La compañía estrenó un promedio de 25 películas al año y ayudó a traer más de 200 películas brasileñas al mercado, entre 1969 y 1990. En 1975, en el apogeo de la actuación de Embrafilme, Brasil tenía 3.276 salas de cine y un total de 275 millones de boletos vendidos.
Actualmente, las funciones de regulación e inspección del extinto Embrafilme las realiza Ancine y el papel de distribuidor se dejó al sector privado. El incentivo estatal para la producción cinematográfica brasileña está dado hoy por la Ley Audiovisual y los avisos públicos, promovidos por la propia Ancine o por agencias gubernamentales.
Fernando Pimenta nació en 1950, en Río de Janeiro. Estudió arte en la Escuela de Bellas Artes y en cursos especiales. En ese momento, comenzó a realizar ilustraciones para revistas, portadas de libros y discos. Entre 1978 y 1982 Fernando fue Director Creativo de Embrafilme, responsable de la creación y producción de campañas de lanzamiento de sus películas, habiendo recibido más de 15 premios nacionales e internacionales por su trabajo.
Pimenta nunca se limitó a tener un estilo o técnica específicos, siempre mezclando un poco de cada uno: ilustración, fotografía, collage, material de archivo, etcétera. Además de su trabajo para el cine, también estuvo activo en festivales, teatro, exposiciones, y todo lo que necesite una creación gráfica con un concepto: “Es muy fácil, porque el público no se deja engañar. La publicidad de boca en boca es lo más importante para una película y representa la garantía o el fracaso de una producción. Un cartel informa de forma espontánea, y con una sola mirada se puede plasmar el título de la película y de qué trata. Y eso es todo. O entras en el cine o pasas. Y, si entras, tienes que mirar lo que hay en el cartel”.
Hoy en día, con la desaparición paulatina de los carteles impresos -además de la pandemia mundial que alejó al público de las salas de cine en favor de las empresas de streaming– Fernando dice que “el cartel sigue siendo el centro del envoltorio y del lanzamiento de regalos. Porque es un logo, es decir, un logo en línea con una imagen, lo que da lugar a diferentes formatos y dimensiones para diferentes medios, caracterizando la campaña de lanzamiento. Y sigue siendo publicidad delicada y traicionera porque no puede mentir. Cuando compras un jabón o un coche que, después de todo, no está a la altura de las expectativas, no abres la ventana para gritar. En cuanto a una película, si te gustó el tráiler o el cartel en la puerta del cine y adentro no ves lo que has comprado o, peor aún, perdiste tu sábado, sales y criticas ahí mismo, en la cola y luego en casa, en la taberna, hasta la explosión del logaritmo que termina detonando la película. Esto se debe a una cola fuera de lugar, a un concepto mal interpretado o simplemente mal entendido, o incluso al resultado de un encuentro de gente vanidosa irresponsable que piensa que todo tiene que ser resuelto por ellos mismos. ¡Error humano! «
Respecto al avance de las nuevas tecnologías, Fernando agrega que “la creación y producción de packaging y campañas de lanzamiento para películas, trailers, avant trailers, demos, TV 15/30”, radio 15/30” y otras cosas ocupaban unos 300 m². Hoy todo de eso se redujo a una CPU, dos monitores y agilidad. Con internet ha surgido un tsunami de ventanas publicitarias en varias plataformas, con una enorme cantidad de información sobre cualquier tema. Hoy entraría en pánico ante la proliferación de estas ventanas publicitarias en los medios, que se están multiplicando y transformándose a una velocidad asombrosa.
Hace tiempo que digo que hoy hay más robots trabajando que personas. ¡Una actualización humana es urgente! «
En este post presentamos algunos de los carteles más emblemáticos creados por Pimenta, seleccionados dentro de su trayectoria, lo que demuestra una vez más que una buena obra gráfica es atemporal.
Es una pena que no hayan colocado el bellísimo diseño que Fernando hizo para el Festival de Cine Latino Americano de Trieste en 1997 y que hoy es el logo del Festival: un mapa de America Latina que termina en forma de bota (como Italia) y que ha tenido un impacto increíble en este país. Muchos nos han querido copiar, plagiar la obra de Fernando. Tenemos que estar siempre muy atentos a denunciarlo.
Es una pena que no hayan colocado el bellísimo diseño que Fernando hizo para el Festival de Cine Latino Americano de Trieste en 1997 y que hoy es el logo del Festival: un mapa de America Latina que termina en forma de bota (como Italia) y que ha tenido un impacto increíble en este país. Muchos nos han querido copiar, plagiar la obra de Fernando. Tenemos que estar siempre muy atentos a denunciarlo.