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Fotografía + Tipografía = Foto[tipo]grafía

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La tipografía, o lo que es lo mismo, la estilización de la escritura, supone a menudo la abstracción de una abstracción, y su hábitat natural de libros y textos parece alejado del universo tangible en el que vivimos. Sin embargo, cuando fotografía y tipografía se unen, los tipos abandonan su condición fantasmal y son transportados al mundo real. Lo concreto y lo ideal conviven en una nueva relación entre el significante y el significado que reinventa el arte de los caracteres.
 

Las nuevas teorías del lenguaje, desde Saussure hasta Derrida, junto a las actuales tecnologías de la información, han ampliado el marco de la tipografía más aún que los cambios culturales o tecnológicos que dieron lugar a la «Nueva Tipografía». Hoy cobran sentido las palabras que Lissitzky escribió sobre el electrolibro en su manifiesto Topographie der Tipographie.


Pedro Albornoz, Lanzarote, 2001.

La tipografía ha traspasado el espacio de lo real para configurar el nuevo espacio virtual, un lugar que aúna lo impreso y lo audiovisual, lo interactivo y lo simulado, y en el que los paradigmas tradicionales deben ser revisados.


Adrian Tyler, Roma, 1998.

La cultura impresa no desaparece con la digital sino que se amplía. Ésta es la forma de participar en el cambio al que estamos asistiendo. Divulgar la tipografía y la cultura impresa; investigar la interrelación entre soportes digitales e impresos, producir fuentes, y promover actividades que sirvan para conocer este antiguo arte en el ámbito de nuestra lengua, definen la filosofía de este proyecto, que une tipografía y fotografía.


Isabel Muñoz, A de Autor, 1997.

Si bien la tipografía ha permanecido invisible para la mayoría de los espectadores durante muchos siglos, esta exposición* desvela su existencia mostrándola como real.

La fotografía con su carácter «revelador» nos muestra el ser de la letra.


Imagen de la exposición titulada Foto[tipo]grafía.

La letra es, no significa. Frente a la fototipografía –fotografía + tipografía–, que intenta dotar de sentido la imagen, estas fotografías muestran la resistencia de lo material a dejarse significar. El ojo del fotógrafo se posa sobre la letra y la convierte en forma sensible, atrapada en un cuerpo, un tiempo y un espacio que la incapacitan para su función literal, pero que, sin embargo, nos permiten verla.


Carlos Serrano, París, Rue Gazan, 1997, de la serie Ambientes refinados.

Frente a la letra que ata el sentido de la imagen, esta exposición* se convierte en una pequeña venganza del fotógrafo frente a la tipografía.

La fotografía, inundada de realidad, invierte su uso habitual y produce una tautología en la que se nos dice: «Mírame, no me leas».


Propuesta de Antonio Tabernero, Uranus, Madrid, 1981.

Sin embargo, en este círculo entre lo literal y lo simbólico, entre lo sensible y lo ilegible, la fotografía es capturada por el libro impreso. La respuesta del tipógrafo es convertir en catálogo las imágenes dándoles sentido, atándolas por un nuevo espacio donde el orden tipográfico y textos como éste intentan de nuevo dar cauce al sentido. La fotografía y la tipografía como caras de la misma moneda.
 


Chema Madoz, 2001.


Luis Asín, Madrid, 1997.

 

* Artículo publicado en Experimenta 40 con ocasión de la exposición Foto[tipo]grafía, realizada por Cromotex.

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