Daniel González nació en San Juan de los Morros, estado Guárico, Venezuela, en 1934. Su infancia transcurre en los llanos venezolanos, rodeado de esteros, lagunas y grandes ríos con exuberante naturaleza tropical, en absoluta libertad. A los 14 años de edad obtiene su primera cámara fotográfica Kodak Baby Brownie 127, y realiza tomas a familiares, amigos y a su entorno.
Daniel estudió en el Liceo Espelozin y en la Escuela de Artes Cristóbal Rojas de Caracas, donde ejerció como profesor desde 1956 hasta 1967. Fue becado en 1958, para realizar estudios de Arte en París; visita la exposición mundial de Bruselas donde expone una obra en el Pabellón de Venezuela, luego viaja a la Bienal de Venecia de Comisario Adjunto para la muestra venezolana y recorre museos y centros de arte Europeos, tales como el museo del Louvre, El Británico, El Instituto de diseño ULM (concepto Bauhaus), además de una visita a Max Bill en su taller de Zurich.
En París, por medio del coterráneo Soto, se vincula con Vasarely, Schoeffer, Agam, Tinguely, Morellet y Jacobsen, artistas geométricos y cinéticos, y también se acerca a los movimientos Art Autre, Accion Paiting, Conceptualismo, Arte Políticamente Comprometido y a las obras y realizadores de otras tendencias de vanguardia.
En 1961 se crea en Caracas, el grupo plástico literario “El Techo de la Ballena”, organizado por jóvenes artistas, escritores y poetas, hacia un cambio sociopolítico radical. Daniel González, cofundador activo del grupo, es el encargado de la coordinación, diseño gráfico y fotografías de las primeras perturbadoras ediciones.
Ampliamente reconocido – en su propio país como internacionalmente – por su obra artística, así como por sus trabajos de diseño gráfico, Daniel vive hoy en la ciudad de Caracas y sigue activo con su inquietud intelectual y artística.
Agradecimientos a Álvaro Sotillo y Daniela González por hacer de puente con el maestro y toda la ayuda en este proyecto.
Instagram: @danielgonzalezarte
¿Cómo fueron tus primeros pasos en la carrera del diseño en tu país? En otras palabras, ¿cuál fue la percepción de este trabajo en ese momento?
En 1954 inicié mis estudios en la Escuela de Artes Plásticas y Artes Aplicadas de Caracas. Al comienzo ingresé al taller de artes gráficas dirigido por el maestro pintor y diseñador Mateo Manaure. En esa época de prosperidad económica en el país, empezaron a llegar profesionales de las artes gráficas, productores, impresores, diseñadores que con nuevos equipos y técnicas avanzadas lograron la excelencia en la industria gráfica venezolana. De igual forma, se actualizó el diseño arquitectónico y el diseño mobiliario, fortaleciendo la creatividad nacional.
Ejemplos: Roberto Burle Marx, Parque del Este de Caracas; Gio Ponti, Villa Planchart Caracas; Capuy, tienda especializada en diseño mobiliario, la cual trajo a Caracas, sillas de famosos creativos tales como la silla «Barcelona» de Mies van der Rohe, «La Chaise» de Charles Eames, «La Útero» de Eero Saarinen, la «Superleggera» de Gio Ponti y la silla Wassily, creada por Marcel Breuer en 1925.
En paralelo, el extraordinario arquitecto venezolano Carlos Raúl Villanueva con su teoría de “La Integración de las Artes”, profundiza este concepto y lo aplica en la arquitectura de la Ciudad Universitaria de Caracas, incorporando obras de famosos artistas internacionales, tales como Hans Arp y Henry Moore (esculturas), F. Léger (vitrales); V. Vasarely (murales), A. Calder, móviles, entre otros. Además, murales de famosos artistas venezolanos para una extraordinaria y ejemplar obra del diseño contemporáneo.
Entre 1956-1957 realicé mis primeros trabajos de diseño para las publicaciones del arquitecto Villanueva y también en la revista Integral, del arquitecto Jorge Romero Gutiérrez. Posteriormente, diseñé policromías para los edificios de vivienda popular Zapara, en la ciudad de Maracaibo y Barrio Obrero, en la ciudad de San Cristóbal – proyectos de Villanueva.
En 1957 participé por primera vez en el Salón Anual de Arte Venezolano y en 1958 por segunda vez; ese mismo año recibí una beca para viajar a Europa. Visité la feria mundial de Bruselas, donde expuse una obra en la muestra del Pabellón Venezolano. También recorrí el excelente pabellón francés, diseñado por Le Corbusier con música concreta integrada de Edgard Varese. Luego me trasladé a Venecia de comisario adjunto del Pabellón Venezolano en la Feria Internacional de Arte. En Zúrich, conocí y me entrevisté con Max Bill en su taller; de vuelta a Paris, de la mano de Soto, conocí el taller de Brancusi, Vasarely, Agam, Tinguely, Schöffer, Jacobsen de la Galerie Denise René, y a Morellet y Molnár, fundadores del Groupe de Recherche d’Art Visuel. Además, los grupos de arte informal gestual, minimalista, arte no comprometido.
En 1959, regresé a Venezuela y comencé a diseñar figuras con chatarra de la industria automovilística y petrolera como una representación de la «Cultura del Petróleo», aproximación a una «Estética del Desperdicio».
En 1961, me afilié como miembro fundador activo de «El Techo de la Ballena», grupo cultural contestatario extremo, donde fui responsable del diseño y fotografías de las publicaciones, evidenciando la expresión urbana de los habitantes en los muros y la imagen de dramáticas escenas de transeúntes en una ciudad asediada. En el marco de este movimiento cultural aparece en enero de 1963 Asfalto-Infierno, publicación con el diseño y las fotografías de mi autoría, la cual es considerada como pionera en el «Fotolibro Latinoamericano».
A finales del mismo año surge Tótems de Petróleo, exposición de objetos y figuras escultóricas realizadas con chatarras mecanizadas y ensambladas, que posteriormente fueron reseñadas a página completa como «Nuevo Arte en Venezuela» por la internacional revista Life en español.
En 1963, viajé a Los Ángeles y a San Francisco, donde realicé entrevistas y secuencias fotográficas a Henry Miller y Lawrence Ferlinghetti. En 1966 fui contratado como coordinador del equipo de Investigación Visual en el magno espectáculo «Homenaje a Caracas». Posteriormente en 1968, fui encargado del diseño, producción ejecutiva y realización de dos exposiciones audiovisuales sobre la Imagen Integral de Venezuela. Estas muestras fueron realizadas con los últimos adelantos del diseño gráfico y la producción cinematográfica, efectos especiales, técnicas de proyección múltiples, pantallas circulares, con equipos y sistemas audiovisuales de última generación. Finalizando la década de los años sesenta, diseñé una síntesis para el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, la cual fue presentada en Bogotá, El Salvador, St. Lucia, Parma (Italia) y Río de Janeiro.
¿Se reconoció la importancia de este trabajo?
Con el auge de las instalaciones industriales, tomó mucha importancia y gran significación la imagen empresarial, el diseño de instalaciones, símbolos, emblemas, logotipos y campañas publicitarias. Fueron iniciativas que impulsaron el interés por un diseño integral.
¿Cómo era el entorno cultural del país en ese momento?
Los años 50 y 60 fueron la época trascendental del siglo veinte para la cultura venezolana. Caracas se convirtió en centro internacional de cultura, los artistas del espectáculo, intelectuales, músicos, pintores, poetas y escritores laureados, grandes orquestas y solistas clásicos de fama mundial se presentaban temporalmente. Agrupaciones de música popular del Caribe actuaban en fiestas, ferias y festivales de Carnaval por todo el país. Y con la apertura de galerías, fundaciones, los coleccionistas y los salones de arte en los museos, Venezuela se convirtió en un ejemplo de país cultural.
Por entonces, todo el trabajo de diseño se realizaba manualmente. ¿Crees que con la llegada de los ordenadores has perdido algo, o crees que la esencia del diseño sigue siendo la misma, sin importar las herramientas?
Con la utilización de los ordenadores sin duda se crean ideas innovadoras en el diseño 3D y 4D para industrias, empresas, arquitectura, arte o robótica, por ejemplo. Pero la esencia del diseño sigue siendo la misma, sin importar las herramientas.
¿Crees que tu trabajo podría haber sido diferente si hubieras tenido acceso a todas las herramientas tecnológicas que tenemos hoy? ¿O no cambiaría en absoluto?
Cambiaría tal vez algunos aspectos formales, pero nunca el núcleo del trabajo.
Mirándolo ahora, si pudieras, ¿hay algún trabajo propio que hubieras cambiado o hecho de otra manera?
El diseño es una actividad revolucionaria, todo trabajo exige evolución permanente.
En mi juventud tuve una necesidad vital de consumir revistas internacionales y publicaciones de diseño, como Graphis, Idea, Novum y otras, ya que en mi país (Brasil) no teníamos nada local. ¿Cómo ha sido esto en su caso particular?
En mi caso, afortunadamente, cuando ingresé a la Escuela de Arte de Caracas, ya se impartían conceptos avanzados en diseño y artes plásticas por el conocimiento de los movimientos europeos de vanguardia como DADA, el Constructivismo y Bauhaus.
¿El término «diseño», aplicado a todo y a todos, incluidos los nuevos edificios residenciales, parece una trivialización de esta profesión?
Dios creó al hombre a su imagen y semejanza (Génesis 1:27) y el hombre, centro del universo, creó «La Divina Proporción», con dibujos de Leonardo Da Vinci ilustrando este libro. Grandes figuras del Renacimiento también utilizaban la «Proporción Aurea» (el cuerpo humano como modelo universal) incorporando la figura a su entorno dimensional como canon de la divina armonía. Algunos dicen que Pitágoras fue el primero en escribir la Proporción Divina en el 500 A.C. Otros mencionan a Euclides cuando lo señaló en su obra Los Elementos, hace 2300 años.
Hoy, la arquitectura contemporánea sigue utilizando el concepto reivindicado por Le Corbusier, quien en los años 40 desarrolló el sistema llamado Modulor – luego utilizado también por Mies van der Rohe. En la actualidad, el sistema es aplicado al diseño de proyectos de arquitectura, construcción, artes gráficas, automovilismo, aeroespacial, ferroviaria y de objetos de uso común, entre otras exigencias creativas. Por esto, creo que el diseño está en toda la producción de nuestra vida y que el diseño no es nada trivial.
El diseño en la calle: símbolos, imágenes, caricaturas, emblemas, figuras, retratos, carteles, murales y textos. Diseño popular en muros y superficies libres de la ciudad con infinitas expresiones de sus habitantes.
Hoy me parece que hay un total desinterés de los jóvenes por la información, el conocimiento, etc. Milton Glaser decía que los estadounidenses desconocen todo lo que sucedió hace más de 5 años. Es un hecho que estamos viviendo un desastre cultural, no solo por lo que se ofrece sino también por la indiferencia de una parte de los jóvenes ¿Cómo lo ves en comparación con otras épocas?
Efectivamente, para los norteamericanos, la memoria no existe, ella es borrada todos los días. Los jóvenes solo recuerdan lo que realizarán por la mañana. En una sociedad de consumo insaciable, alienada por el derroche y el despilfarro, viven al día esperando ansiosos la cotidiana producción masiva de artículos de moda y objetos de última generación para adquirirlos y calmar así su angustia consumista.
Los jóvenes que desean un estatus en esta sociedad, procuran obtener con urgencia una profesión de estudios breves – como los cursos online, de seis meses gratis, dictados por internet, a fin que les permita ingresar en algún negocio lucrativo y permanente, como la industria bélica de alta producción apocalíptica.
La pregunta clásica: si tienes algún consejo que dar a la nueva generación de diseñadores, ¿cuál sería? ¿Y por qué?
La respuesta clásica: Platón defendía que “las ideas son la esencia de los que nos rodea”.
Todo diseño está permanente en la esencia del ser. Los diseñadores famosos aconsejan a los jóvenes que, para lograr éxito en esta profesión, es fundamental actualizarse en tecnología de la información y mantener la perseverancia constante. En este sentido yo sugeriría hacer énfasis en la investigación, la ética y, en especial, en la creatividad.