Titular del estudio de diseño que lleva su nombre, Eduardo Cánovas nació en 1940 en Buenos Aires, Argentina. Compartiendo desde 1958 el desarrollo de la carrera de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional de Buenos Aires, con los comienzos de la tarea del diseño gráfico, posteriormente abandona sus estudios para dedicarse en forma exclusiva a la disciplina de la comunicación visual. A partir de entonces ejerce la actividad de diseñador independiente junto a la dirección creativa de arte en diferentes agencias de publicidad. En 1973 inaugura su propio estudio, desarrollando el espectro total de la comunicación visual hasta el presente.
Eduardo ha obtenido numerosos premios en concursos abiertos y cerrados, y representó a la Argentina en varias muestras de diseño. Desarrolló conferencias ilustradas acerca de su actividad gráfica en la Sociedad Central de Arquitectos y en las Universidades Nacionales de Buenos Aires, de la Plata, de Cuyo, de Córdoba, entre otras. Fue profesor titular de Trabajos Prácticos de la materia Diseño Gráfico para la carrera de Arquitectura y Urbanismo. Posteriormente, integró el grupo fundador de profesores que inauguró la carrera de Diseño Gráfico de la Universidad Nacional de Buenos Aires, desempeñándose como profesor del Taller de Diseño, desde 1984 hasta 1986.
Han publicado notas y expuesto sus trabajos numerosas ediciones especializadas en diseño de Suiza, Alemania, Italia, Japón, Inglaterra, Estados Unidos, Corea, Brasil, Costa Rica, Nueva York, etc. Eduardo ha sido designado “Ambassador” (Honorary Member) para Argentina por el ITC (International Trademark Center -con sede en Bélgica)-, junto a otros 55 especialistas de todo el mundo.
Agradecimientos a Wustavo Quiroga y la Fundación IDA por hacer de puente con el maestro y toda su ayuda en este proyecto.
https://www.instagram.com/canovartes
¿Cómo fueron tus primeros pasos en la carrera del diseño en tu país? En otras palabras, ¿cuál fue la percepción de este trabajo en ese momento?
A finales de los ´50s y comienzos de los ´60s pareciera que el mundo finalizó el duelo producido por la segunda guerra mundial.
Ocurrió entonces un renacer cultural y una afirmación vital que dio paso a una ebullición creativa artística y científica que, morigerada, también alcanzó a nuestras riberas latinoamericanas. Al comienzo el término diseñador se asimilaba a la alta costura: “diseñador de moda” era la interpretación generalizada.
¿Se reconoció la importancia de este trabajo?
La incorporación del término diseñador, en lugar del tradicional dibujante, posiblemente ocurrió a fines de los ´70s, consolidándose en los ´90s, casualmente con la incorporación de los ordenadores en nuestros estudios. Fue entonces que apareció el concepto de diseño gráfico como “un planteo estratégico visual”.
¿Cómo era el entorno cultural del país en ese momento?
Nuestro entorno cultural, a pesar o quizás a raíz de los incesantes abismos políticos, como los de casi todos los países de la región, fue enriqueciéndose a partir de soluciones y esfuerzos personales que evitaban los sacudones nacionales.
Por entonces, todo el trabajo de diseño se realizaba manualmente. ¿Crees que con la llegada de los ordenadores has perdido algo, o crees que la esencia del diseño sigue siendo la misma, sin importar las herramientas?
Siendo muy chico, era el encargado de dibujar en el patio del colegio primario las efemérides patrias, lo que, subido a un banco debido a mi corta edad, me permitía evadir las horas de clase y contar con todas las tizas de colores para dibujar los pizarrones.
Provengo de una familia de pintores y calígrafos espontáneos, lo que me permitió, desde temprana edad, acercarme al dibujo.
Tuve bastante habilidad con las herramientas manuales: lápices, tinta china, témperas, Rotring, pinceles, escuadras, cartógrafos, Letraset, reglas T, etc. Con ellas realicé por lo menos la mitad de los más de 6.000 proyectos y más de 600 marcas realizadas en los más de 60 años de trabajo hasta hoy.
Los ordenadores si, nos permitieron agilizar las realizaciones y variantes de las piezas de diseño, permitiendo una mayor perfección en la terminación de las mismas. De todas formas, y en todos los casos, las ideas para cada proyecto surgen independientemente de las herramientas para configurarlos, sea el lápiz o el mouse.
Nuestras propuestas, creo, siguen siendo aproximaciones al inalcanzable ideal del gran proyecto y, en algún momento los intentos no se terminan, los damos por terminados.
¿Crees que tu trabajo podría haber sido diferente si hubieras tenido acceso a todas las herramientas tecnológicas que tenemos hoy? ¿O no cambiaría en absoluto?
No creo que podría haber cambiado ni la esencia, ni la idea, ni la configuración de los trabajos.
Mirándolo ahora, si pudieras, ¿hay algún trabajo propio que hubieras cambiado o hecho de otra manera?
Si, ¡totalmente! En una oportunidad, al presentar variantes de marca para una empresa, sugerí una opción que luego fue elegida e implementada durante varios años. Fue un error: no era la adecuada. Al pasar la empresa a otras manos, la marca fue modificada, y creo que para mucho mejor, otro equipo la rediseñó. Al tiempo y casualmente, pude encontrarme con el responsable de la elección y no pude menos que disculparme por mi sugerencia, a lo que, azorado, me miró sin comprender mi exculpación.
Posiblemente sea bueno enfrentarnos a fracasos, para ubicar nuestros enormes egos en su lugar.
En mi juventud tuve una necesidad vital de consumir revistas internacionales y publicaciones de diseño, como Graphis, Idea, Novum y otras, ya que en mi país (Brasil) no teníamos nada local. ¿Cómo ha sido esto en tu caso particular?
En aquellos tiempos mi Facultad fue el pequeño local de la librería Concentra, lo que nos permitió acercarnos a Graphis, Novum, Idea, Graphic Design, etc, y a diseñadores como Müller Brookman, Hoffman, Diethelm, Ruder, Vivarelli, Grignani, Vignelli, Bass, Rand, Lubalin, Kamekura,Higarashi, Fukuda, Fletcher, y tantos otros “maestros a la distancia”. Me parece que los diseñadores de entonces abrevamos en las mismas fuentes.
¿El término «diseño», aplicado a todo y a todos, incluidos los nuevos edificios residenciales, parece una trivialización de esta profesión?
Hace años, en alguna de mis charlas citaba una frase del entonces príncipe consorte de Inglaterra, quien al inaugurar una exposición de diseño aventuró: “Todo lo que no corresponde a la creación de la naturaleza, proviene del tablero de los diseñadores”. Desde entonces pareciera natural haberse generalizado – y marketinizado – su uso y abuso.
Hoy me parece que hay un total desinterés de los jóvenes por la información, el conocimiento, etc. Milton Glaser decía que los estadounidenses desconocen todo lo que sucedió hace más de 5 años. Es un hecho que estamos viviendo un desastre cultural, no solo por lo que se ofrece sino también por la indiferencia de una parte de los jóvenes ¿Cómo lo ves en comparación con otras épocas?
Siempre es muy odiosa la comparación. Hoy los jóvenes – y toda la sociedad – tienen muchas ofertas seductoras que posiblemente dificulten encontrar la vocación de manera temprana.
Recuerdo hoy, a más de 60 años, cuando cruzando el Paseo Colón (una ancha avenida en el centro de Buenos Aires) tuve la plena convicción, a mis 20 años, que mi destino era el diseño gráfico. Fue como un rayo en mi interior. Tuve mucha suerte que coincidiera mi vocación con mi ocupación.
La pregunta clásica: si tienes algún consejo que dar a la nueva generación de diseñadores, ¿cuál sería? ¿Y por qué?
Cuando uno intenta un consejo puede recibir como respuesta “gracias, pero espero equivocarme por mi cuenta”. Por lo tanto, mi sugerencia sería recordar tres frases de Pablo Picasso al respecto:
“El camino de la juventud lleva toda una vida”.
“La inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando”.
“La acción es la clave fundamental de cualquier éxito”.
Agregaría – con modestia – que, si luego de 21 intentos no aparece la solución, insistamos, que el 22 puede ser el esperado.
Recordando al filósofo Ortega y Gasset – quien residiera en Argentina por unos años – refiriéndose a los relatos, especulaciones, interpretaciones, teorizaciones y desvaríos nacionales nos asestó: “Argentinos a las cosas”. Parafraseando al maestro me atrevería a aventurar: “Diseñadores al esfuerzo”.
Quisiera agradecer aquí y ahora a Felipe Taborda por su indeclinable, paciente y tozuda tarea de darnos a conocer a los diseñadores latinoamericanos y nuestros trabajos a los grandes centros culturales y de poder.