Gustavo Pedroza nació en 1947, en Buenos Aires. Estudió en la Facultad de Arquitectura (UBA) y en el Centro de Investigaciones en Comunicación Masiva, Arte y Tecnología. Entre los años 2004 y 2019 ha sido Director de la Carrera de Diseño y Comunicación Visual de la Universidad Nacional de Lanús, siendo el responsable de su plan de estudios. Diseñó, entre otros, el símbolo de Subterráneos de Buenos Aires, Primer Premio de Concurso Nacional, 1987 (utilizado hasta el año 2014). Realizó el diseño de las revistas Block, de cultura de la arquitectura, para la Universidad Torcuato Di Tella, y Deus Mortalis, de filosofía política.
Sus trabajos fueron publicados en las revistas Graphis de EE.UU., Idea de Japón, Eye de Inglaterra, y Novum de Alemania, y en diversos libros de la disciplina. Participó en exposiciones de diseño en el Museo Nacional de Bellas Artes, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Centro Cultural Recoleta y en la Bienal Internacional de Diseño Gráfico de Brno, República Checa. Es coautor del libro San Telmo & Montserrat, editado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Algunos de sus diseños más recientes son libros para la Editorial Hydra, de Buenos Aires, especializada en filosofía política.
¿Cómo fueron tus primeros pasos en la carrera del diseño en tu país? En otras palabras, ¿cuál era la percepción de este trabajo en ese momento?
Inicialmente estudié en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Buenos Aires. Luego viaje a Suiza y trabajé en estudios de diseño gráfico en Ginebra durante dos años.
De regreso en Buenos Aires obtuve una beca de perfeccionamiento en el Centro de Investigaciones en Comunicación Masiva, Arte y Tecnología, donde conocí a Juan Carlos Distéfano y Rubén Fontana, con quienes trabajé luego, a partir de 1976. Me interesaba principalmente el trabajo editorial y el área cultural.
¿Se reconoció la importancia de este trabajo?
En 1975-76 tuve también la oportunidad de diseñar el Sistema de Señalización para el Campeonato Mundial de Fútbol 1978, que tuvo lugar en Argentina. Yo era diseñador senior en el Estudio de Carlos Méndez Mosquera y Gui Bonsiepe. El trabajo tuvo difusión en revistas de Japón, Alemania, Italia e Inglaterra, entre otras.
¿Cómo era el entorno cultural del país en ese momento?
En marzo de 1976 se produjo el golpe cívico-militar, que tuvo consecuencias funestas para la Argentina que culminaron con la Guerra de las Malvinas. Durante esos años (1976-1983) trabajé asociado en el Estudio Fontana + Pedroza. Realizábamos proyectos para la industria y el área cultural, como el Teatro San Martín y el Museo Nacional de Bellas Artes, entre otros.
A partir de 1983 tuve mi propio estudio de diseño en el barrio de San Telmo, Buenos Aires.
Por entonces, todo el trabajo de diseño se realizaba manualmente. ¿Crees que con la llegada de los ordenadores has perdido algo, o crees que la esencia del diseño sigue siendo la misma, sin importar las herramientas?
Las herramientas digitales otorgan algunas posibilidades adicionales de expresión visual, y facilitan ciertos procesos, pero creo que lo esencial del diseño no ha cambiado. Lo que sí ha cambiado son las formas más habituales de llegar al público con una determinada información, y ese factor ha tenido su incidencia. Se han abierto nuevas modalidades de trabajo.
¿Crees que tu trabajo podría haber sido diferente si hubieras tenido acceso a todas las herramientas tecnológicas que tenemos hoy? ¿O no cambiaría en absoluto?
Me tocó trabajar con los procedimientos propios de mi etapa de trabajo más activa. Y realicé desde la década del 80 la transición de lo analógico a lo digital. Posiblemente si hoy tuviese treinta años, la expresión visual de mis trabajos sería diferente.
Mirándolo ahora, si pudieras, ¿hay algún trabajo propio que hubieras cambiado o hecho de otra manera?
No lo creo, aunque desde luego, puede haber distintas respuestas a un problema específico de diseño. Esto para mi es evidente, casi obvio, y es independiente de las herramientas que se utilicen.
En mi juventud tuve una necesidad vital de consumir revistas internacionales y publicaciones de diseño, como Graphis, Idea, Novum y otras, ya que en mi país (Brasil) no teníamos nada local. ¿Cómo ha sido esto en su caso particular?
Yo también leía esas revistas de diseño, eran un material necesario para informarse, y resultaban importantes desde el momento que no había escuelas o universidades en Buenos Aires. Yo las consultaba en la Biblioteca del Instituto Torcuato Di Tella.
En los años que viví en Ginebra consultaba bibliografía en la Biblioteca de la Universidad de Ginebra. Allí también comencé a leer asiduamente obras literarias y ensayos de pensadores contemporáneos principalmente.
¿El término «diseño», aplicado a todo y a todos, incluidos los nuevos edificios residenciales, parece una trivialización de esta profesión?
Posiblemente exista una trivialización del término “diseño”, al aplicarse de manera indiscriminada a esferas muy diferentes. Es un problema que, en parte, es consecuencia de la superficialidad de muchas instituciones educativas.
Hoy me parece que hay un total desinterés de los jóvenes por la información, el conocimiento, etc. Milton Glaser afirmaba que los estadounidenses desconocen todo lo que sucedió hace más de 5 años. Es un hecho que estamos viviendo un desastre cultural, no solo por lo que se ofrece sino también por la indiferencia de una parte de los jóvenes ¿Cómo lo ves en comparación con otras épocas?
Creo que es importante que los estudiantes se interesen por temas mucho más amplios que los que son específicamente disciplinares. Esa formación es la única que puede proporcionar a su práctica como diseñadores un espesor o una dimensión significativa, y es esa profundización la que puede conducir esta actividad, el diseño, hacia una práctica cultural de relevancia.
La pregunta clásica: si tienes algún consejo que dar a la nueva generación de diseñadores, ¿cuál sería? ¿Y por qué?
En la formación de los estudiantes y de los jóvenes diseñadores considero fundamental estimular el conocimiento de obras de literatura, cine, música, historia, y no solo historia del arte, como también de los importantes pensadores del pasado y del presente. Esto es lo que intenté hacer como director de la carrera de Diseño y comunicación visual en la Universidad Nacional de Lanús, entre los años 2004 y 2020. Todavía sigo con ese objetivo en la materia que me ocupa: Diseño en el Espacio.
Quisiera agregar que tengo un sentimiento de gratitud a diseñadores con los que trabajé, y que contribuyeron en mi formación: Eric Tschumi, Gui Bonsiepe, Juan Carlos Distéfano y Rubén Fontana.