El artista visual, diseñador multimedia, profesor universitario e investigador en iconografía andina Jesús Ruiz Durand nació en la ciudad de Huancavelica, Perú, en 1940.
Su producción artística comprende obras analógicas y digitales, desde la pintura de caballete, el diseño gráfico, hasta instalaciones en multimedia digital, donde combina su formación académica científica en matemáticas y física con sus intereses en la filosofía y estética contemporánea teórica y práctica. Como diseñador y creador visual ha intervenido en numerosos proyectos de comunicación y artes visuales que son considerados referentes en su género. En el campo del diseño editorial de medios de comunicación impresa, ha diseñado numerosos periódicos y revistas, cubriendo un amplio espectro de especialidades.
Desde el año 1965 ejerce la docencia en varias universidades de su país, además de exposiciones en numerosas galerías, bienales nacionales e internacionales, obteniendo numerosos premios en las áreas de pintura, fotografía, grabado y artes digitales.
Con una reconocida y fuerte obra artística y de diseño gráfico, actualmente Jesús vive en la ciudad de Lima y es profesor de posgrado en las especialidades de estudios culturales, gestión cultural, iconografía andina y estética contemporánea. También conduce talleres de especialización en multimedia, diseño tridimensional digital y seminarios de técnicas avanzadas digitales.
Agradecimientos a Octavio Santa Cruz Urquieta por hacer de puente con el maestro.
Facebook: Jesus Ruiz
¿Cómo fueron tus primeros pasos en la carrera del diseño en tu país? En otras palabras, ¿cuál fue la percepción de este trabajo en ese momento?
Empecé en los 60 ya en Lima, era amigo de muchos literatos, productores y artistas. Estudiaba pintura y grabado en la Escuela de Bellas Artes, al mismo tiempo que hacía mi doctorado en educación en la Universidad Católica. La fotografía era una afición profesional desde los diez años, ya era ayudante del fotógrafo de mi pueblo. Mi cercanía al mundo artístico como pintor, fotógrafo y científico me ofreció una amplia gama de oportunidades para realizar obras visuales para el mundo cultural, el teatro, la danza, las ediciones, publicaciones en revistas y diarios. Mis amigos escritores me encomendaban las carátulas de sus libros y el cuidado de las ediciones, así como las sesiones fotográficas del mundo artístico político y cultural.
Enseñaba en la Universidad Católica cursos de estética, y diagramación en la Escuela de Periodismo. Mi acercamiento al diseño fue práctica y teórica. No había una escuela de diseño gráfico y me vi inmerso en el diseño y en el mundo gráfico de imprentas y periódicos.
¿Se reconoció la importancia de este trabajo?
Fue muy bien reconocido, ya que me encomendaron importantes proyectos en revistas culturales, periódicos e instituciones públicas. Diseñé las revistas Amaru, Textual, Educación; y las más importantes publicaciones culturales de la época y en siglo XXI también: Martín, de artes y letras – ya vamos por en nº34, y Hueso Húmero, que va por el nº 75.
Realicé diseño para periódicos, ilustraciones y fundas para discos y LP´s de vinilo de una disquera importante. Muchos afiches, muchos libros, maquetación de nuevos periódicos y revistas. Una gran cobertura fotográfica por todo el país para una exposición internacional titulada “Perú Ante el Mundo”.
¿Cómo era el entorno cultural del país en ese momento?
Los años sesenta y setenta, proverbiales en su dinámica política y cultural, tanto en el mundo como en Latinoamérica y el Perú: Mayo 68 de París, la guerra de Vietnam, la revolución de Mao, la revolución cubana, el Che Guevara, el rock, los hippies, los afiches cubanos, los afiches y gráfica underground, la salsa, el free jazz, el Pop Art, los cinéticos, el Action Painting, el arte conceptual, el arte abstracto, las vanguardias artísticas, los Panteras Negras, la canción latinoamericana de protesta, la revolución sexual, el feminismo, las comunas, los militares fascistas de América Latina, las guerrillas en Latinoamérica… en fin, un entorno activísimo y demandante.
A finales de los 60 en el Perú, fue la revolución del general Velasco, con radicales cambios políticos, entre otros, una ley de reforma agraria que transformó la historia del país. Me llamaron para integrar el equipo de difusión y comunicación de la ley de Reforma Agraria Peruana y la Reforma Educativa.
Fue una experiencia riquísima de comunicación de masas y publicaciones. Para la Reforma Agraria produje 22 afiches de gran formato (70 x 100 cm), en tirajes altos – de 20 mil a 80 mil ejemplares, con una amplia recepción y difusión. Ahora son piezas apreciadas en colecciones de museos en América y Europa.
Por entonces, todo el trabajo de diseño se realizaba manualmente. ¿Crees que con la llegada de los ordenadores has perdido algo, o crees que la esencia del diseño sigue siendo la misma, sin importar las herramientas?
El diseño es una disciplina de ejercicio proyectual que optimiza la eficiencia, la logística, la estética, la economía y los recursos existentes para dar la mejor solución a un problema y mejorar la calidad de vida.
En este caso, es el gran espacio de la comunicación visual. Con o sin computadoras hay una actitud proyectual creativa de la que se debe partir. Es una creativa solución que combina sabiamente funcionalidad, estética y economía.
¿Crees que tu trabajo podría haber sido diferente si hubieras tenido acceso a todas las herramientas tecnológicas que tenemos hoy? ¿O no cambiaría en absoluto?
Yo utilizo la tecnología existente, la del espacio y del tiempo en el que me encuentro, en aquella época la utilicé a fondo. Conocía y practicaba la tecnología de diseño e impresión foto mecánica y química de los 60 y 70. En los ochenta, publicamos el primer periódico en américa latina con la naciente tecnología DTP digital, era la primera impresora láser y el primer programa Page Maker de Aldus en una Mac Plus.
Ahora, en siglo XXI, trabajo como diseñador multimedia con todo lo que ofrece la tecnología digital, pero sigo pintando al óleo, a la acuarela, a la tinta y al acrílico, placeres que no se pueden abandonar, alternando con la multimedia interactiva, la animación 2D, 3D, el mapping….
Mirándolo ahora, si pudieras, ¿hay algún trabajo propio que hubieras cambiado o hecho de otra manera?
No me he puesto a pensar en ello, me ocupan y demandan los nuevos proyectos. Lo pasado ya está hecho y se ha hecho bien.
En mi juventud tuve una necesidad vital de consumir revistas internacionales y publicaciones de diseño, como Graphis, Idea, Novum y otras, ya que en mi país (Brasil) no teníamos nada local. ¿Cómo ha sido esto en tu caso particular?
En mi caso, igual. Mis referentes eran las mismas revistas y otras, además de mis contactos y mis estadías personales en Paris, Madrid y Nueva York, con la gente del Estudio Push Pin, con Herb Lubalin y Milton Glaser, y los dibujantes franceses y belgas de tiras cómicas para adultos.
Me sorprendió que algunos de ellos tuvieran mis afiches pegados en sus estudios. En Nueva York trabajé con los Panteras Negras y los Young Lords en afiches y pintas callejeras. También hice afiches e ilustraciones en prestigiosas revistas y periódicos de Manhattan.
¿El término «diseño», aplicado a todo y a todos, incluidos los nuevos edificios residenciales, parece una trivialización de esta profesión?
Al contrario, es muy propio. El diseño, lo repito, es tecnología proyectual aplicable a cualquier entorno por resolver. El diseño gráfico es tan legítimo como el diseño urbanístico, o el diseño de modas, de perfumes o multimediático.
Actualmente me parece que hay un total desinterés de los jóvenes por la información, el conocimiento, etc. Milton Glaser decía que los estadounidenses desconocen todo lo que sucedió hace más de 5 años. Es un hecho que estamos viviendo un desastre cultural, no solo por lo que se ofrece sino también por la indiferencia de una parte de los jóvenes ¿Cómo lo ves en comparación con otras épocas?
Son otros tiempos y otros espacios, y otros factores ecológicos con generaciones expuestas a sus propios peligros y ventajas. Yo enseño en universidades y puedo sentir los cambios de paradigmas y ecosistemas existenciales de las generaciones que se vienen. El mal gusto, la vulgaridad la superficialidad, la mediocridad y la idiotez se predican y divulgan en todos los medios, y se los presenta como valores.
Sin embargo, el sentido opuesto a aquella corriente puede evidenciarse y ejercitarse en las ventajas de una metodología de estudio, enseñanza y aprendizaje profesional exigente, aprovechando las demandas de un espacio competitivo y de alta eficiencia que nos circunda. La basura visual desechable que nos inunda, generalmente es producida por gente que no tiene formación y manipula computadoras y tantea programas aplicando recetas y plantillas. Hay mucho que aprender antes de tocar una computadora, si te dedicas al diseño y a las artes visuales.
La pregunta clásica: si tienes algún consejo que dar a la nueva generación de diseñadores, ¿cuál sería? ¿Y por qué?
Para empezar, conocer nuestras ventajas y carencias innatas, (nuestro capital genético individual, talentos y carencias personales). Potenciarlas y superarlas.
Profundizar y dominar los conocimientos y valores del espacio y profesión de las artes visuales antes de y sin computadoras (creatividad, visualidad, espacio, composición, dibujo, tipografía, color…).
Analizar los procesos generativos de las técnicas usadas (ir a la raíz y razón central de la tecnología para intervenirla).
Tener el dominio profesional y actualizado del hardware y software con el que se cuenta.
Vigilar y cultivar nuestro capital estético y poético, con experiencias y consumo habitual selectivo de obras de arte y de nuestra profesión.
Cultivar nuestra capacidad de análisis estético de obras de arte y diseño visual. Formar nuestra independencia de valoración, apreciación y juicio estético.
Crear un repositorio clasificado con nuestros referentes en la profesión. Una biblioteca digital personal donde encontramos las obras de nuestras preferencias y valoraciones. Construir nuestro canon estético abierto a los cambios.
Potenciar nuestra creatividad con el pensamiento tangencial y experiencias asociativas divergentes.
No conformarse con dar una solución buena y eficiente a un Proyecto: buscar la optimización. En esto la tecnología digital nos ayuda a multiplicar las soluciones para escoger lo óptimo.
Conocer, apreciar y potenciar nuestro patrimonio e identidad cultural.
Desarrollar proyectos con y sin ayuda de computadoras y medios digitales…
Trabajar el factor “ámbito”, la imagen profesional de uno mismo, proyectarla y relacionarla convenientemente con los centros culturales, instituciones, medios, críticos, eventos, periodistas, maestros y gestores relacionados a nuestra profesión.
Hay mucho más, pero, por el momento, y de paso, eso.