Una de las figuras más influyentes del panorama del diseño en Venezuela, y con amplia experiencia en el diseño de imagen corporativa y producción editorial, con especial énfasis en el área cultural, Waleska Belisario es natural de Caracas, capital de este país. Junto a Carolina Arnal y Oscar Vásquez, fundó en 1989 el estudio ABV Taller de Diseño, que rápidamente se convirtió en un referente en calidad y capacidad creativa.
Habiendo vivido una época dorada en la historia de Venezuela, con un efervescencia cultural y económica vibrante -ahora algo lejano en estos tiempos actuales- Waleska tuvo el privilegio de haber trabajado con algunos de los artistas y creadores locales más importantes, como el reconocido diseñador Gerd Leufert, entre 1977 y 1985. Con un trabajo que combina la claridad visual con una profundidad de concepto, Waleska participó en numerosas exposiciones, además de merecer varios reconocimientos nacionales e internacionales.
Waleska ha sido durante años profesora en el Instituto de Diseño Fundación Neumann-Ince, en la materia de Diseño Gráfico. Es Miembro Honorable de la Fundación Gego y de la Asociación de Diseño Gráfico de Venezuela.
Instagram: @abvtaller
Facebook: ABV Taller de Diseño
¿Cómo fueron tus primeros pasos en la carrera del diseño en tu país? En otras palabras, ¿cuál fue la percepción de este trabajo en ese momento?
Entré a trabajar en 1976 en la Galería de Arte Nacional como asistente de diseño. Estudié en el Instituto de diseño Fundación Neumann-Ince, una de las instituciones educativas en el área del diseño gráfico más avanzadas, yo diría que no solo en Venezuela, sino en América Latina; cursé hasta segundo año, y por razones personales me vi en la obligación de abandonar los estudios. Por fortuna, mi profesor de diseño Orlando Aponte me indujo a presentar el portafolio de estudiante para optar por el cargo de asistente de diseño en el departamento de publicaciones de la Galería de Arte Nacional (GAN). Me aceptaron, y ese fue el comienzo de mi carrera. Allí conocí a Carlos Canudas, que era el jefe de publicaciones. Mi primer proyecto de diseño en la GAN fue el catálogo de Juan Lovera para niños, primer trabajo formal. Antes había hecho artes finales para Leufert, Sigfredo Chacón, Oscar Vásquez y también para la propia institución, pero «diseñar», ese fue el primero, luego uno para Mercedes Pardo, Oswaldo Vigas y otros más.
Como parte de mi entrenamiento hice una pasantía en Editorial Arte, casi con seguridad la imprenta más importante del país en ese momento, que junto a Cromotip eran las que más se relacionaban con los museos y el área cultural; en Editorial Arte, junto a Javier Aizpúrua, diseñé el libro Ángelaciones, de Alfredo Armas Alfonzo. Con este libro obtuve mi primer reconocimiento de la Biblioteca Nacional, mención Mejor Libro de Texto en Edición Popular, 1979.
Despues Álvaro Sotillo – hoy en día uno de los maestros del diseño venezolano – me preguntó si quería trabajar asistiendo a Gerd Leufert, y acepté. Trabajé con él por nueve años, y no podía tener mejor escuela ni mejor profesor. Estaba en el sitio que debía estar, rodeada de arte y diseño. En 1980, en la exposición Los Libros Más Bellos del Mundo, Leipzig, Leufert y yo obtuvimos un Diploma de Honor con el libro Historia de la Alfombra en Venezuela. En 1982, en la Exposición Internacional del Arte del Libro, recibimos Diploma de Honor con un conjunto de nueve catálogos de la Galería de Arte Nacional. En este mismo año me otorgaron otro premio por el catálogo Segunda Exposición Anual del Libro y la Fotografía Documental, evento de la Biblioteca Nacional de Venezuela.
En 1983 nos agrupamos Oscar Vásquez, Víctor Hugo Irazábal, Sigfredo Chacón, Carolina Arnal, Mercedes Madriz y yo en Contexto Taller de Diseño, agrupación que no duró mucho, pero con la que logramos llevar adelante uno de los proyectos más importantes sobre la historia del diseño en el país, el libro Diseño Gráfico en Venezuela, escrito por Alfredo Armas Alfonzo y publicado por Maraven en 1985.
Posteriormente, en 1989, Oscar, Carolina y yo creamos ABV Taller de Diseño, organización que ha perdurado hasta el día de hoy y con la que hemos obtenido muchos reconocimientos, como el Diploma de Honor 1989, en la Exposición Internacional del Arte del Libro con Industria Venezolana de Aluminio, C.A. Informe Anual 1987, diseñado por Oscar Vásquez, Carolina Arnal y jo. Lamentablemente Oscar Vásquez murió en el 2002… pero el taller continúa con mucha mística y haciendo – como le gustaba decir a Leufert – ¡todo lo mejor que podemos por la causa!
¿Se reconoció la importancia de este trabajo?
Sí, en exposiciones nacionales e internacionales como la Exposición del Libro, Carteles y Fotografía Documental de la Biblioteca Nacional; Exposición Internacional del Arte del Libro, y Los Libros Más Bellos del Mundo, en Leipzig; en la Trienal Internacional de Carteles de Toyama IPT’97, Japón, y en la Bienal Internacional de Carteles de Lathi, Finlandia, entre otros como comenté arriba. Estos reconocimientos son evidencia de que mi trabajo no pasaba desapercibido.
¿Cómo era el entorno cultural del país en ese momento?
Fue un momento muy dinámico porque representó la creación y consolidación de buena parte de las instituciones culturales promovidas a partir de la caída de la dictadura perezjimenista. Había una efervescencia cultural en todos los sentidos. En relación con los museos, se crearon algunos nuevos como el Museo de Arte Contemporáneo, la Galeria de Arte Nacional, el Museo Alejandro Otero, el Museo Jacobo Borges en el oeste de Caracas; el Museo de Bellas Artes (MBA) reafirmó sus bases y vivió un momento de mucho crecimiento; todos generaron trabajo difundiendo su ola expansiva a través de programas para escuelas y comunidades de menores recursos, así como proyección al exterior de artistas, músicos y literatos.
Asimismo, el interior del país también vio la creación de instituciones museísticas como el Museo Jesús Soto, el Museo de Barquisimeto, el Maczul en el Zulia, grandes estructuras e importantes programas expositivos y de acción con la sociedad. En ese tiempo era muy común que (en mi caso) el artista se acercara a ver lo que se diseñaba para su proyecto. Por esta razón, tuve la fortuna de tener contactos muy cercanos con artistas que ya tenían una sólida proyección internacional, como Jesús Soto, Oswaldo Vigas, Carlos Cruz-Diez, Mercedes Pardo y muchos otros. Recuerdo con mucho orgullo una carta que recibí de Alejandro Otero para solicitarme que diseñara una biografía de él cuando era niño, escrita por José Balza: Un Color Demasiado Secreto, un maravilloso recuento de la infancia del artista, que mereció del escritor Juan Liscano una crítica tan elogiosa que lo calificó como un libro perfecto (El Nacional, A-6 crónica, 24 de julio de 1986)
En el sector privado hubo, asimismo, un auge de galerías, entre ellas, la Sala Mendoza, Los Espacios Cálidos, del Ateneo de Caracas, el Centro Cultural Consolidado del banco homónimo y Espacios Unión, del Banco Unión, conducido con excelencia por la gerente cultural Vilma Ramia. Igualmente instituciones mixtas, que pertenecían a organismos del Estado pero supieron abrirse a fondos privados para desempeñar mejor su labor, como la Sala RG, del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, que lanzó a algunos de los artistas visuales que consolidarían su obra en las décadas siguientes.
Otro hecho importantísimo del momento fue el Festival Internacional de Teatro, promovido con el invaluable apoyo del Ateneo de Caracas. Eso nos permitió disfrutar de compañías teatrales y dramaturgos como Antunes Filho, Peter Brook, Oleg Efremov, Lindsay Kemp, Tomaž Pandur, Salvador Távora, Els Joglars, entre otros, de forma que pudimos crecer amparados por un abanico cultural riquísimo y diverso.
No olvido tampoco los espectáculos musicales del Poliedro de Caracas, donde se presentaron grandes grupos, y cantantes de los más famosos del mundo hacían escala en Venezuela antes de seguir su gira por el resto de Latinoamérica. Por allí pasaron Mongo Santamaría, Benny Moré, Joe Cuba, Billy Preston, Roberto Carlos, Bob Dylan, Donna Summer, Paco de Lucía, Joe Cocker, Rubén Blades, Willie Colón, Tina Turner, George Michel, Irakere, Queen, Joan Baez, Chic Corea, Héctor Lavoe, Astor Piazzola, entre otros. De igual manera la música académica tiene su cambio con la Orquesta Nacional Juvenil Juan José Landaeta, que luego se convierte en una fundación y creará el Sistema Nacional de Orquestas, que verá nacer a excelentes músicos y directores.
Todo esto pasaba en el entorno cultural en ese maravilloso período de nuestro país que, lamentablemente, quedó atrás. Estoy muy orgullosa de haber podido disfrutar de ese período y, estoy segura, tuvo mucho que ver con mi crecimiento como diseñadora.
Por entonces, todo el trabajo de diseño se realizaba manualmente. ¿Crees que con la llegada de los ordenadores has perdido algo, o crees que la esencia del diseño sigue siendo la misma, sin importar las herramientas?
Las herramientas son el vehículo para exteriorizar el acto creativo, la computadora nos simplificó la tarea, nos ayuda a tener más tiempo para crear. Soy amiga de la tecnología, así que me siento muy contenta de pertenecer a esta época. Sin embargo, sin preparación, la computadora es una caja vacía. Lo que veo con más entusiasmo es la capacidad de multiplicar las soluciones, ampliar las respuestas a los requerimientos del diseño.
¿Crees que tu trabajo podría haber sido diferente si hubieras tenido acceso a todas las herramientas tecnológicas que tenemos hoy? ¿O no cambiaría en absoluto?
Es muy difícil contestar una pregunta como esta, pues, como dice el dicho, la historia es lo que es. De todos modos no creo que mi trabajo hubiera cambiado, en todo caso se hubiera alimentado de otras circunstancias, tal como sucede hoy. Lo que fundamenta mi trabajo es plantearme siempre algo distinto, que rompa con lo establecido o esperado, que impresione y quede grabado en la memoria.
Mirándolo ahora, si pudieras, ¿hay algún trabajo propio que hubieras cambiado o hecho de otra manera?
El resultado de los proyectos no escapa al entorno y las necesidades del cliente. Creo que cada solución responde a un tiempo determinado, del que ninguno tenemos la posibilidad de escapar. Por lo tanto me parece que no cambiaría en absoluto trabajos anteriores. En todo caso, y no sé si hacia allá va el sentido de la pregunta, haría una versión del proyecto o una nueva propuesta que coincida con el momento actual.
En mi juventud tuve una necesidad vital de consumir revistas internacionales y publicaciones de diseño, como Graphis, Idea, Novum y otras, ya que en mi país (Brasil) no teníamos nada local. ¿Cómo ha sido esto en tu caso particular?
Venezuela tampoco contaba con revistas especializadas en diseño pero, afortunadamente, tenía una apertura cultural importante. Las librerías – varias de ellas excelentes – importaban revistas de cualquier área del conocimiento. Recuerdo que la mitad de mi salario de esa época lo tenía destinado al consumo de libros y revistas. Así que también conseguíamos libros y revistas de arte de relevancia mundial, como las que mencionas en la pregunta, y entre las más consultadas estaban Graphis, Comunication Arts, Novum y U&lc. En una oportunidad que fuimos a Nueva York llevamos nuestro portafolio a la revista Graphis, y fuimos aceptados para publicación (edición 297, vol. 51, artículo South American Vanguard, escrito por Rynn Williams).
Pero habría que añadir también, para hacer justicia al fondo de la pregunta, que si bien no había revistas especializadas de diseño, sí había, en cambio, revistas culturales en las que el diseño gráfico tenía un papel determinante, y que consultábamos no solo por los temas que trataban, sino por los planteamientos gráficos. Entre ellas, la revista CAL, que dirigía el escritor Guillermo Meneses y que tuvo al frente a un maestro del diseño gráfico, oriundo de Italia, quien llegó a Venezuela luego de la Segunda Guerra Mundial: hablo de Nedo Mion Ferrario.
¿El término «diseño», aplicado a todo y a todos, incluidos los nuevos edificios residenciales, parece una trivialización de esta profesión?
No pienso de esa manera. Por ejemplo, los japoneses deben aprender a dibujar para poder escribir sus ideogramas. Su entorno es fundamentalmente estético, simple, su forma de vida e ideología hacen de su entorno algo bello, místico. Creo más bien lo contrario. Si todos pensáramos como diseñadores, buscando la excelencia y la belleza estaríamos rodeados de otra realidad.
El hecho de que todo el mundo tenga capacidad de tomar fotos, gracias a los nuevos dispositivos, no trivializa la fotografía ni el profesionalismo de fotógrafo; el diseño es una extraña profesión que ahora tiene varias caras, ¡para mí es la evolución!
Hoy me parece que hay un total desinterés de los jóvenes por la información, el conocimiento, etc. Milton Glaser decía que los estadounidenses desconocen todo lo que sucedió hace más de 5 años. Es un hecho que estamos viviendo un desastre cultural, no solo por lo que se ofrece sino también por la indiferencia de una parte de los jóvenes ¿Cómo lo ves en comparación con otras épocas?
Creo que lo cambios que han ocurrido son tan grandes que todavía no tenemos capacidad para analizarlos. Cuando interactuamos con los jóvenes, con nuestros propios hijos, nos damos cuenta de que sí tienen interés por tener información y conocimiento, solo que su manera de procesar la información es definitivamente distintas a la de nosotros. Se tiene acceso a la información más rápido por múltiples medios desde muchos puntos, ya ni siquiera el idioma es un obstáculo. Posiblemente los intereses son otros, todo ha evolucionado muy rápidamente.
La pregunta clásica: si tienes algún consejo que dar a la nueva generación de diseñadores, ¿cuál sería y por qué?
Pues les diría que estuvieran siempre al tope de la información, al tanto de los nuevos lenguajes, de las nuevas vías de comunicación. Ahora todo es imagen, redes, es un lenguaje universal más complejo y más directo. También que sean irreverentes y atrevidos que estudien el pasado para poder tener un futuro diferente…
Excelente entrevista y entrevistada. Un placer volver a ver los logos de Waleska