En su artículo “La materia (intangible) de la invención” publicado en esta edición, Eugenio Vega expresa que “cuando Norman Bel Geddes utilizó por primera vez la expresión diseño industrial, no tenía en mente otra cosa que objetos físicos concebidos con funciones concretas y diferenciadas, por complejas que pudieran ser”. Esta reflexión se permite poner en crisis una concepción de la disciplina que, en ocasiones, define al diseño desde la materialidad del producto, de su “existir” a partir del objeto. Una concepción ligada a la edad de oro del diseño de producto que establecía un marco de referencia concreto para definir la génesis de la actividad en aquello que se usa y cumple una función específica en el plano de la vida física.
Sin ninguna duda, el siglo XXI nos enfrenta a nuevos desafíos que nos obligan a repensar –no necesariamente a redefinir- algunas visiones que nos han acompañado durante, al menos, los últimos cien años. Entre ellas la idea de conectividad, que ha evolucionado desde su limitada manifestación en el espacio físico, hacia una realidad en la que el tiempo y el espacio adquieren una significación trascendente -al punto de relegar al objeto- como ha escrito Barry Katz en su libro “Make it new”, donde afirma que “la conectividad ha eclipsado a la materialidad”.
En plena era digital y de devices, esta idea de conectividad se manifiesta –entre otras muchas formas- configurando un nuevo paradigma, definido por la llamada IoT (Internet of Things) donde se establece una nueva convergencia físico-digital, que expande el modo en el que los objetos funcionan y cómo modifican nuestra vida cotidiana, que establece un nuevo escenario para los objetos y, fundamentalmente, el diseño en general.
Pero lejos de adoptar una postura apocalíptica, debemos comprender que en este nuevo contexto el diseño adquiere una dimensión significativa, especialmente por tratarse de una disciplina que se constituye como interfaz entre el ser humano y el mundo artificial por él mismo construido. De este modo la conectividad, en cualquiera de sus interpretaciones, es parte sustancial del diseño. Se trata de seguir aportando desde el diseño soluciones a los problemas de las personas.
En la era de la conectividad, ningún producto es una isla, ya que nace en la realidad de un mundo interconectado, de personas interconectadas. Intentando, tan simple y tan complejo al mismo tiempo, entender los problemas reales, analizando y evaluando los contextos en los que están desarrollándose para ofrecer soluciones adecuadas, independientemente de la materialidad o inmaterialidad del “objeto” resultante.
Algo que expresa claramente Ezio Manzini, en su libro “La materia dell’invenzione” al enunciar que “se trata de una nueva generación de objetos que, más que situarse en el espacio, fluyen en el tiempo: objetos interactivos, comunicativos, dotados de inteligencia y sensibilidad; podemos dialogar con un ordenador, con el cajero automático y hasta con la lavadora”.
Para continuar nuestra reflexión acerca de estos “nuevos objetos para un mundo digital” en esta edición 87 de Experimenta, hemos pedido a Johan Redström y Heather Wiltse del Umeå Institute of Design que compartan con nosotros un documento con su punto de vista, cuyo objetivo principal es el de “contribuir a una filosofía capaz de formar e informar nuestra práctica en esos sistemas en red que incluyen medios y artefactos digitales complejos. Dada la capacidad del diseño para la resolución práctica de problemas, puede parecer extraño buscar esa innovación en este ámbito. Sin embargo, las filosofías del diseño han sido de vital importancia para ello”.
En nuestra habitual sección ZUM, hacemos un recorrido sobre diferentes formas de abordar la información y los nuevos medios en la era digital.
Diferentes entrevistas nos ayudan a seguir reflexionando sobre diseño y el tema central de esta edición. Con Mané Tatulyan conversamos acerca de la inmaterialidad en el diseño desde una perspectiva filosófica; Alicia Aradilla nos invita a volar con la imaginación a través de sus cuadernos de viaje; y Jorge Arévalo nos revela con sus ilustraciones la intimidad de algunos iconos culturales. Además de un largo y rico diálogo con el reciente ganador del Compasso d’Oro, Francisco Gómez Paz, quien comparte con nosotros su visión del diseño y de la vida entre Milán (Italia) y Salta (Argentina).
Felipe Taborda nos lleva a recorrer la naturaleza de la mano de la diseñadora ecuatoriana Belén Mena, y dialoga con el artista brasileño Guto Lacaz acerca del encuentro entre arte y diseño.
En definitiva, con “Material e Inmaterial” no buscamos instalar al diseño como el centro de la vida humana y la solución a todos sus problemas, sino de entenderlo desde una perspectiva humanocéntrica, como un componente útil, necesario y transformador para lo co-creación de un mundo mejor que contemple la integración de lo virtual y lo real en un nuestra vida.
¡Bienvenidos a Experimenta 87!
Disponible en nuestra tienda online y librerías.