La galería madrileña Slowtrack acoge Río Dulce, dieciséis finas estampas y una instalación audiovisual del arquitecto y diseñador Guillermo Trapiello. A su vez, estas estampas han sido recogidas en el libro Río Dulce, proyecto que se fue gestando pausadamente, resultado de varias residencias del artista en los paisajes del Barranco del Río Dulce, situado en la provincia castellana de Guadalajara.
Río Dulce, Guillermo Trapiello, 2014.
Entre 2012 y 2013, Guillermo Trapiello se hospedó varias veces en Caballito de Madera, invitado por un amigo, regente de este establecimiento situado en la zona del Parque Natural Barranco del Río Dulce. A lo largo de esas estancias, Trapiello fue madurando el proyecto que se presenta en la galería madrileña Slowtrack.
Río Dulce, Guillermo Trapiello, 2014.
Se exponen las dieciséis estampas que conforman el libro Río Dulce, acompañadas de un prólogo del poeta Javier Vicedo Alós. A las cajas de luz que acogen los paisajes de Trapiello en la galería acompaña una instalación audiovisual con la música del fluir del río Dulce. El murmullo del río agrupa el conjunto expuesto del mismo modo que la camisa, a modo de funda, lo hace con el libro.
Río Dulce, Guillermo Trapiello, 2014.
Esta cubierta o funda del libro, con acetato holográfico, emula la superficie del río, como se puede apreciar en una de las tomas del vídeo de la instalación. Da la sensación de que el libro viene envuelto en una lámina de agua que hace rielar la luz que se refleja. Es ejemplo de cómo no siempre la elegancia pasa por la sobriedad, al tiempo que demuestra cómo evitar la sobriedad no significa abonarse al exceso. La cubierta es resultado de un feliz equilibrio que rara vez se consigue. Ayuda el tamaño del libro, en octavo. Manejable y muy cuidado en la tripa, ha sido editado en biombo. Se han impreso dos ediciones distintas, de 400 y 100 ejemplares, ésta con tapas en madera de haya; ambas se adquieren online.
Río Dulce, Guillermo Trapiello, 2014.
El acercamiento de Trapiello a la naturaleza es inusual porque es honesto. No parece haber en él ni trampa ni cartón, cosa que es costumbre, sino sorpresa sincera. Sin ingenuidad embarazosa ni frío, artificioso objetivismo. Se trata de encontrar y transmitir la esencia del lugar, no de empeñarse en mostrar lo que no es o levantar un acta.
Río Dulce, Guillermo Trapiello, 2014.
Gracias a los tiempos entre visitas, viaje a viaje, Trapiello parece haber ido haciendo suyo el lugar, comprendiendo la complejidad del paisaje marcado por la presencia velada del río. Las estampas surgen de haber dejado reposar sus impresiones e indagaciones hechas sobre el terreno. Generoso, se entrega sin reticencias a los paisajes del Barranco del Río Dulce, encontrando mucho.
Río Dulce, Guillermo Trapiello, 2014.
El trabajo con el color, en capas, basado en los carteles de los Parques Nacionales americanos, se asienta a la escala de los parajes de Río Dulce. La síntesis de la rotundidad de estos carteles, como él mismo dice, con la sensibilidad del artista, nos ofrece una versión refinada de los mismos; el salto, el que hay entre un cartel y una estampa.
Río Dulce, Guillermo Trapiello, 2014.
El artista ha estado involucrado en todas las etapas del proyecto; podría considerarse a Trapiello como inesperado heredero del Sōsaku-hanga. Las tintas planas, la luz y el color y cierto misterio que guardan las estampas nos remiten a ciertas composiciones simbolistas, e incluso a aquellos videojuegos donde los paisajes se iban generando torpemente mientras avanzábamos en ellos.
Quien conozca las inquietudes del joven arquitecto podrá encontrar este proyecto como un compendio de todas ellas, lo que habla claro y sin estridencias de la coherencia y honestidad de su trabajo.
Río Dulce, Guillermo Trapiello, 2014.