Leer la parte primera
¿Qué pueden hacer los diseñadores para poner en marcha y encauzar la innovación social? ¿Cómo pueden formular y desarrollar contextos favorables y soluciones funcionales? ¿Cómo pueden propiciar la convergencia entre Servicios Participativos, sistemas distribuidos y redes sociales?
Diseñadores y redes en desarrollo
Consideremos por un instante estas preguntas en un marco más amplio. Vivimos en una sociedad en la que «todo el mundo diseña», y los recursos de diseño están especialmente distribuidos (Giddens 1990, 2000). De hecho, les guste o no, la gente común tiene que diseñar y rediseñar sus negocios, sus vecindarios, sus relaciones y sus modos de vida. El resultado es una sociedad que se revela como una trama de redes en constante desarrollo: un sistema complejo de procesos de diseño entrelazados, en los que participan individuos, empresas, organizaciones sin ánimo de lucro e instituciones locales y globales que imaginan y ponen en práctica soluciones a muchos problemas individuales y sociales (Tuomi, 2003; von Hippel, 2004).
Comunidad: Pequeños (o medianos) círculos de gente interesada en el intercambio de servicios y bienes, utilizan sistemas de trueque: el servicio actúa como las personas que se dedican al mantenimiento del vecindario o como las redes de intercambio de libros de segunda mano. Son comunidades en las que se participa por afinidad, un terreno intermedio entre el trueque, las relaciones personales y los intercambios espontáneos que se producen inducidos por la cercanía física y la afinidad resultante de un interés común, o la convergencia de puntos de vista y objetivos. Más allá de la familia y los amigos, constituyen una capa más del tejido social, que no sólo proporciona servicios tangibles sino también un fuerte sentimiento de pertenencia, identidad y apoyo.
Dos modalidades de diseño
Los diseñadores que se desenvuelven en este nuevo contexto deben colaborar con gran variedad de interlocutores, presentándose a sí mismos como expertos; esto es, expertos en diseño que interactúan con distintos agentes que diseñan sin ser realmente diseñadores (diseñadores aficionados). Como han demostrado ya algunas experiencias prácticas (Jégou, Liberman, Girardi, 2008, CCSL, DOTT07, SEP, ver referencias al final del artículo) esta interacción puede darse como la mezcla de dos modalidades principales: diseñar en y diseñar para comunidades creativas. Precisamente porque la sociedad contemporánea en su conjunto puede describirse como una trama de redes en evolución, los diseñadores tienen la creciente responsabilidad de participar en ellas de forma activa, nutriéndolas con sus conocimientos específicos
Diseñar en comunidades creativas
Esto implica participar al mismo nivel que otros actores involucrados en la creación de comunidades creativas y el diseño de organizaciones cooperativas. En esta modalidad los diseñadores deben facilitar que distintos participantes alcancen ideas en común y den con posibles soluciones. Este tipo de actividad exige un conjunto de nuevas habilidades de diseño: promover la colaboración entre actores sociales distintos (comunidades y empresas locales, instituciones y centros de investigación); o participar en la consecución de objetivos comunes; combinar productos y servicios existentes para brindar apoyo a la comunidad creativa con la que colaboran.
Diseñar para comunidades creativas
Implica analizar tipos concretos de organizaciones cooperativas; una vez conocidos sus puntos fuertes y sus debilidades, intervenir en sus contextos
para hacerlos más favorables, y desarrollar soluciones que aumenten su accesibilidad y su efectividad, y por tanto su capacidad de difusión. En esta modalidad de trabajo, los diseñadores deben concebir y desarrollar soluciones avanzadas para organizaciones cooperativas concretas y/o distintas iniciativas de capacitación (plataformas dedicadas, modelos orientativos…) así como eventos catalizadores (exposiciones, festivales y otros eventos culturales).
Diseño para la innovación social
Los diseñadores siempre han tendido puentes entre la sociedad y la tecnología. Desde siempre han seguido de cerca las innovaciones técnicas y estudiado las nuevas oportunidades que brindaban para crear objetos con algún significado para la sociedad. Hoy día, esta forma de actuar, esta dirección en la que fluye la creatividad por los puentes tendidos entre diseñador y sociedad, sigue vigente. Pero ahora este mismo puente debe ser cruzado también en el otro sentido: analizar la innovación social, identificar casos prometedores, emplear la sensibilidad, la capacidad y la habilidad del diseñador para elaborar nuevos objetos y para dictar nuevos caminos para la innovación técnica. Para lograr esto, los diseñadores deben replantearse su papel y su forma de funcionar (Margolin, Margolin, 2002; Thackara, 2005, 2007; Manzini, 2007).
Quién tiene el monopolio del diseño
Así, está surgiendo una nueva actividad de diseño, que permite atisbar un nuevo y fascinante rol para los diseñadores. Para participar en esta actividad, los diseñadores deben aceptar que no pueden pretender tener el monopolio del diseño. Bien entendido, este cambio en el lugar que el diseñador ocupa en la sociedad no equivale a mermar su papel sino que, por el contrario, lo expande. Precisamente porque la sociedad contemporánea en su conjunto puede describirse como una trama de redes en evolución, los diseñadores tienen la creciente responsabilidad de participar en ellas de forma activa, nutriéndolas con sus conocimientos específicos: la habilidad, capacidad y sensibilidad de un diseñador que en parte procede de su cultura tradicional y su experiencia, y en parte es totalmente nueva. Un conocimiento que necesita una nueva corriente de investigación en diseño para que tome forma y sea puesto a prueba. De hecho, hablar de diseño para la innovación social equivale más o menos a hablar de investigación en diseño.
Directrices para una nueva síntesis entre calidad y accesibilidad
Como primer paso hacia este nuevo papel del diseño, repasaremos el proceso estratégico de diseño usado para dar forma a los distintos ejemplos de Servicios Participativos y extraeremos algunas pautas de diseño recurrentes: un conjunto de directrices aplicables en general al diseño de innovaciones sociales para mejorar la accesibilidad de las soluciones y las cualidades resultantes que perciben sus usuarios. Está surgiendo una nueva actividad de diseño, que permite atisbar un nuevo y fascinante rol para los diseñadores. Los diseñadores deben aceptar que no pueden pretender tener el monopolio del diseño
Cada una de las directrices identificadas se presentará de forma individual, se describirá el problema tratado y el principio general del diseño que se aplicará en cada situación. Las diez directrices no pretenden entrar en detalles sobre el diseño estratégico aplicado a la innovación social, pero por sí solas constituyen un conjunto de principios básicos para ayudar a los diseñadores que se desenvuelven en este nuevo terreno, en la frontera entre el diseño de servicios y el diseño para la sostenibilidad. El ejercicio de diseño estratégico creado para construir el Modelo de los Servicios Participativos comienza con el análisis de un grupo de casos prometedores, observados durante la fase de investigación, para acabar inspirando una serie de Servicios Participativos que representen las distintas actividades que se realizan en la vida diaria.
El objetivo es difundir estas soluciones, que son prometedoras en términos de sostenibilidad, a través de un público más amplio. Se consigue así hacerlas más accesibles y que mantengan su atractivo y sus cualidades originales. Por lo tanto, se deben llevar a cabo dos operaciones de forma simultánea: Aumentar la accesibilidad de los servicios. Determinar las principales dificultades para la aceptación de los casos prometedores por parte de un público más amplio (cantidad de tiempo dedicado; limitaciones de conocimiento; carga que supone la organización…) para definir posibles formas de facilitar su uso y aumentar su funcionalidad.
Preservar las cualidades relacionales. Detectar las diferentes relaciones sociales presentes en la dinámica social de los casos prometedores (ambiente familiar, redes de aficionados, desintermediación y contacto personal, actividad en el vecindario, comunidades participativas…) para asegurar que se preserven las cualidades relacionales al diseñar nuevos Servicios Participativos.
Club de servicios.
Club de servicios: Estas soluciones cubren una serie de clubes o asociaciones de servicios, donde los miembros suelen prestarse ayuda unos a otros para realizar una actividad determinada. Son ejemplos de esto los clubes para reparación de bicicletas, que ofrecen a sus miembros herramientas, infraestructuras, repuestos y consejos. Otros se dedican a la restauración y reparación de muebles, la jardinería, la cocina, los proyectos de bricolaje o la costura. Se trata de organizaciones abiertas, en el sentido de que trabajan sin ánimo de lucro: los miembros más veteranos ofrecen su ayuda a los nuevos miembros, quienes, a su vez, repiten el proceso cuando adquieren confianza, ayudando a los recién llegados. El personal fijo se reduce al mínimo, y la estructura se mantiene.
Aumentar la accesibilidad para los usuarios
Para facilitar el acceso a los usuarios y llevar estos casos prometedores a un mayor número de posibles adeptos con distintos perfiles sociales y demográficos se deben emprender varias operaciones de diseño, como: hacer más fluido su uso introduciendo nuevos modelos de organización de servicios y/o nueva tecnología de apoyo; diversificar el acceso de modo que una única solución pueda satisfacer las exigencias de distintos tipos de usuarios; mejorar el soporte de comunicación para que los servicios resulten más visibles a los posibles adeptos; facilitar la reproducción y difusión del servicio en distintos contextos geográficos y de uso.
Las cinco primeras directrices deberían servir de apoyo durante el proceso estratégico de diseño para posibilitar el acceso a un mayor número de usuarios:
· Mejorar la visibilidad local
· Hacer la gestión más fluida
· Reducir el coste del conocimiento
· Ofrecer varios niveles de participación
· Apoyar el uso colectivo
Cada una de estas cinco directrices se describirá en detalle mediante ejemplos tomados de Servicios Participativos desarrollados con este modelo.
El propio proceso de la búsqueda de casos prometedores durante la investigación en EMUDE nos revela la existencia de muchas iniciativas ocultas bajo el tejido social. Al mismo tiempo se hace evidente que no son visibles para personas que no participan directamente en ellas pero que podrían estar interesadas en hacerlo. Estas soluciones creadas a nivel local por los usuarios para darse servicio a ellos mismos o a su entorno cercano no requieren comunicación externa más allá del intercambio de información entre miembros. Por tanto, cualquier persona ajena a estos grupos de usuarios no tiene forma de identificar las soluciones existentes a su alrededor. En ocasiones, la persona no es consciente siquiera de su existencia, puesto que los medios no se hacen eco de estos servicios.
Directriz 1: Mejorar la visibilidad local
Mejorar la visibilidad local de los Servicios Participativos. Hacer saber de su existencia mediante el boca a boca y el uso de herramientas sencillas de comunicación, hacerlos accesibles a los posibles usuarios locales mediante motores de búsqueda…
Los casos prometedores contemplados son autogestionados y funcionan gracias al trabajo personal de sus organizadores; por consiguiente, necesitan que sus participantes les dediquen tiempo y habilidades organizativas. Grupos de compra, sistemas locales de intercambio, ayuda doméstica mutua… todas estas iniciativas suelen ser parecidas a las microempresas de servicios en términos de las tareas a realizar o al número de participantes necesarios para coordinar dichas tareas. Pero al haber surgido de una dinámica social participativa sólo unas pocas pueden poner en marcha herramientas adecuadas de gestión y un soporte tecnológico dedicado.
Directriz 2: Hacer más fluida la gestión
Hacer más fluida la gestión del servicio por parte de los usuarios. Dar apoyo a la participación mediante una infraestructura adecuada para reducir el tiempo que es necesario dedicar al servicio.
Los casos prometedores, más que suponer un gran gasto de tiempo para ponerlos en marcha y gestionarlos, necesitan previsión por parte de sus usuarios. Participar en un sistema de vehículos compartidos exige hacer reservas con antelación. Conseguir libros de segunda mano obliga a participar en una red de intercambio y esperar a que aparezca un ejemplar disponible. Comprar productos orgánicos directamente en una granja cercana, a través de canales de comercio justo, como ocurre en los grupos de compra, implica planificar las compras y realizar los pedidos. En una cultura dominante de consumo inmediato de productos personalizados y servicios instantáneos, la necesidad de planificar con antelación supone una gran limitación para los usuarios.
Directriz 3: Reducir la anticipación
Reducir la necesidad de previsión por parte de los usuarios. Permitir un uso más instantáneo del servicio mediante soportes de intercambio rápido de información y procedimientos sencillos y automatizados.
Como ya se ha mencionado, el éxito de muchos de los casos prometedores se debe en parte a personas con gran carisma que se involucran profunda y constantemente en la solución y le dan su apoyo. La continuidad en el tiempo de estas soluciones depende en gran medida de la calidad de las relaciones interpersonales. A cambio de esta participación estrecha se crea un ambiente propicio para socializar y establecer relaciones, si bien este tipo de participación exige dedicación resulta una elección vital para los participantes, tanto a un nivel material como afectivo.
Directriz 4: Ofrecer varios niveles de participación
Ofrecer varios niveles de participación para adaptarse a diferentes perfiles de usuario. Ser receptivo a un compromiso gradual personal y emocional, y dejar a la elección de los participantes en qué medida se involucrarán en aportar una solución.
El uso compartido y colectivo forma parte de muchos de los casos estudiados. El uso común de recursos exige una gran atención para gestionar lugares y productos de forma colectiva, para organizar la compartición del tiempo, para asegurar el mantenimiento de los productos cuando hay muchos usuarios, y para mediar en caso de un conflicto entre personas que comparten el mismo artículo.
Directriz 5: Respaldar el uso colectivo
Respaldar el uso colectivo de lugares y objetos. Desarrollar productos para muchos usuarios que compensen la carga de los recursos colectivos autogestionados.
Preservar las cualidades relacionales
Las cinco estrategias de diseño presentadas anteriormente no delimitan todas las posibilidades existentes para mejorar el acceso del público a las soluciones planteadas por los casos prometedores que hemos estudiado. Para completarlas será necesario un mayor desarrollo, pero ya proporcionan una idea de la mejora en términos de funcionalidad que un planteamiento de diseño estratégico puede brindar a las innovaciones sociales.
La segunda tanda de directrices extraídas de la investigación se centrará en el otro lado del proceso de diseño estratégico llevado a cabo en la construcción del modelo de los Servicios Participativos. Se presentará un extracto de cinco directrices de diseño que se usan para mantener en las nuevas soluciones la calidad relacional existente al principio en el caso prometedor. Dicho de otra forma: brindar a un público más amplio el acceso a estas soluciones, facilitar la participación, reducir las limitaciones temporales y organizativas y proporcionar un soporte profesional que optimice los procesos puede provocar la aparición de servicios con una mayor orientación comercial. El riesgo es que privemos a estas soluciones de su gran contenido humanístico y su énfasis en las relaciones humanas, que en esencia es lo que la gente percibe de ellos y con frecuencia resulta esencial para que funcionen.
Las cinco directrices siguientes deberían respaldar el enfoque del proceso estratégico de diseño para evitar, en la medida de lo posible, este problema y preservar las cualidades relacionales originales de los casos prometedores:
· Promover la disponibilidad
· Mantener la escala de las relaciones
· Resaltar la condición semipública
· Dar apoyo a la participación
· Construir relaciones basadas en la confianza
Al igual que con las primeras, estas cinco directrices complementarias serán detalladas e ilustradas con ejemplos tomados de soluciones en el marco de nuestro modelo.
Red de acceso directo.
Estos recursos están disponibles, pero en muchas ocasiones no se usan porque no es fácil acceder a ellos envueltos como estamos en una cultura de la propiedadRed de acceso directo: Las relaciones directas que se establecen entre productores y consumidores, para la compra o el intercambio de mercancías, funcionan como los grupos solidarios que adquieren sus productos a granel, directamente en las granjas de la zona, o como los sistemas de trueque de objetos de segunda mano organizados por emisoras de radio o páginas web. A diferencia de las experiencias anteriores (los clusters) estas redes pretenden abarcar áreas más amplias, como ciudades enteras con sus áreas suburbanas, para entregar los alimentos por regiones. Sin embargo, incluso en el caso de los territorios más alejados, las relaciones personales se caracterizan siempre por el contacto directo, sin intermediarios o con el menor número posible de ellos, y por acuerdos de persona a persona que se asientan en la confianza mutua.
Los casos considerados prometedores exhiben una gran variedad de relaciones entre personas y recursos, desde la propiedad individual hasta el uso de bienes colectivos. Los libros y prendas de segunda mano, al igual que el equipo en desuso, es propiedad de alguien, pero al mismo tiempo ese propietario ya no los necesita, y a través de un proceso de socialización podría acceder a entregarlos de manera gratuita o a cambio de alguna compensación. Estos recursos están disponibles, pero en muchas ocasiones no se usan porque no es fácil acceder a ellos envueltos como estamos en una cultura de la propiedad.
Directriz 6: Promover la disponibilidad
Promover la disponibilidad de servicios que no se usan de forma frecuente o incluso periódica en el día a día. Facilitar que otras personas aprovechen este recurso y mejorar las relaciones sociales entre usuarios.
Los casos observados funcionan a escala local. Surgen de iniciativas participativas. Se difunden más de lo que crecen y suelen mantener un tamaño razonable en torno a una zona local y un pequeño número de personas. Una tienda de intercambio, un espacio de recreo para niños, un taller de reparaciones: todos ellos funcionan en el ámbito local. Un grupo de compra o un sistema de intercambio es más fácil de poner en marcha, organizar y mantener en una escala de grupo pequeño de unas 20 personas como mucho.
Directriz 7: Mantener la escala de las relaciones
Mantener la escala de las relaciones al desarrollar Servicios Participativos. Favorecer las relaciones directas, cara a cara, con las que es más fácil alcanzar acuerdos y desarrollar la confianza mutua.
Al contrario que la estructuración de la sociedad general, que dictamina una clara división entre lo público y lo privado, los casos observados se encuentran entre ambos extremos. Un huerto plantado en un parque público, un conjunto de casas individuales que comparten un jardín, un grupo de compra organizado por los vecinos de una calle, etc. Todos ellos ejemplos de lugares semipúblicos (o semiprivados), frecuentados por sus usuarios habituales pero abiertos a cualquier persona, gestionados de forma colectiva pero con un aura de intimidad. El propio carácter ambivalente de estos lugares tiende a inducir una actitud parecida en las personas que utilizan u organizan dichos recursos. No están juntos ni tampoco aislados; participan voluntariamente en una relación.
Directriz 8: Mejorar la condición semipública
Mejorar la condición semipública de recursos y lugares. Fomentar la propiedad abierta, la exclusividad compartida, la condición de usuario habitual, la proximidad e incluso la interconexión de lo público y lo privado para popularizar el modelo de cuidado colectivo entre los usuarios.
Las habilidades interpersonales desempeñan un papel primordial en la mayoría de los casos de estudio. La mejora en las titulaciones o las habilidades de las personas involucradas y la transferencia de conocimientos entre esas personas suelen ser algunos de los objetivos de muchas iniciativas, en oposición a lo que normalmente ocurre en las industrias de servicios, en las que el diseño sofisticado de infraestructuras permite la contratación de personas menos cualificadas. Si se combinan ambas, las soluciones desarrolladas tienden a respaldar la parte material de la provisión de servicios, con lo que se libera así a la gente de las tareas poco interesantes y se les otorga más margen para expresar sus habilidades y transmitir sus conocimientos.
Ya se trate del cultivo de verduras en una parcela, la reparación de una bicicleta o la preparación de comida orgánica, la dimensión educativa está entrelazada con el cumplimiento de la función acometida por la solución.
Directriz 9: Respaldar la expresión de las habilidades personales
Respaldar la expresión de las habilidades personales de todas las personas involucradas en la interacción. Desarrollar infraestructuras que se hagan cargo de la parte material y laboriosa de los Servicios Participativos y liberar a la gente de las tareas repetitivas o que llevan mucho tiempo y otorgarles espacio para expresar su talento.
En la mayoría de los casos observados, la creación de una confianza mutua está apoyada en las relaciones entre individuos. Tales iniciativas son viables porque los participantes coinciden en un mismo lugar para colaborar entre ellos, y se conocen personalmente o a través de terceros. Dejar los niños a cargo de otra persona para que los lleve al colegio, participar en la financiación inicial de una granja local, alojar a un estudiante en una habitación libre o comprar una caja de verduras sin tener la posibilidad de verificar la cantidad de los productos y su frescura…En todas estas situaciones, la relación existe antes de llegar a la confianza mutua y ayuda a alcanzarla. Los servicios profesionales a gran escala están centrados en lo contrario: la confianza reside en la institución y su historia; las relaciones con el personal de estas instituciones están predeterminadas y son anónimas. La calidad relacional de las soluciones desarrolladas normalmente se basa en una mezcla de ambos planteamientos.
Directriz 10: Construir una relación apoyada en la confianza
Construir una relación apoyada en la confianza por medio de la combinación del entendimiento entre personas y la fiabilidad de la organización del servicio. Posibilitar que los participantes creen una relación directa duradera, que realicen reuniones periódicas y que practiquen el diálogo y la interacción personalizada para crear un servicio cooperativo sólido y flexible.
Los Servicios Participativos y el fortalecimiento del tejido social secundario
Las anteriores directrices aplicadas a la creación de un modelo de Servicios Participativos muestran solamente una pequeña parte de cómo la innovación social puede beneficiarse de un planteamiento estratégico de diseño. No pretenden ser exhaustivas, y las soluciones inspiradas en ellas únicamente suponen una visión parcial de las posibilidades de los Servicios Participativos. De cualquier modo, sí nos muestran una visión general de un panorama social emergente y nos ayudan a alcanzar una comprensión global más coherente.
El Modelo de los Servicios Participativos desencadena patrones de relaciones sociales que tienden a (re)generar el tejido de las relaciones más allá de las relaciones formales de una casa, que incluye a los amigos y la familia, para abarcar las relaciones informales, que como mínimo están deterioradas en nuestra sociedad urbana e individualista. Por ello, círculos de relaciones más amplios anteriormente inactivos pueden volver a funcionar, como por ejemplo la familia extensa, bienes compartidos, actividad vecinal, relaciones vecinales, clubes de aficionados e incluso proveedores especializados remotos. A consecuencia de esto, tenemos un tejido social secundario que conecta las diversas soluciones más allá de su funcionalidad específica.
El proceso de investigación de EMUDE
El objetivo de los programas de EMUDE era explorar el potencial de la innovación social como impulsor de la innovación tecnológica y de la producción, a través del prisma de la sostenibilidad. El proceso de investigación se basó en la hipótesis de que los diseñadores podrían servir de «antenas» que detectan señales prometedoras en medio de una innovación social difusa, como se muestra en el paso 1 de la Figura 1.
Las siguientes escuelas europeas de diseño han tenido estudiantes participando en la búsqueda y documentación de casos de innovación social:
· Academia de Bellas Artes, Cracovia, Polonia
· ENSCI Les Ateliers, París, Francia
· Academia Estonia de Bellas Artes, Tallinn, Estonia
· Politecnico di Milano, Italia
· School of Design, The Glasgow School of Art,
· Glasgow, Escocia
· Escuela de Diseño, Universidad de Ciencias Aplicadas, Colonia, Alemania
· TU, Technische Universiteit Eindhoven, Países Bajos
· Universidad de Arte y Diseño, Helsinki, Finlandia
Se suministraron herramientas de investigación a los estudiantes de cada centro para ayudarles a realizar entrevistas, hacer fotografías, analizar el material recogido y publicarlo en Internet de acuerdo a un formato estándar.
Se recogieron más de 140 casos por toda Europa, que se pusieron a disposición del consorcio de investigación EMUDE, que está formado por las siguientes universidades
e institutos de investigación:
· Politecnico di Milano, INDACO Department co-ordinator
· National Institute for Consumer Research, SIFO
· Netherlands Organisation for Applied Scientific
· Research, TNO
· Strategic Design Scenarios, SDS
· Doors of Perception
· Philips Design
· Joint Research Center, Institute for Prospective Technological Studies (JRC-IPTS)
· Central European University, Budapest
· Fundation (CEU)
· Consumers International (CI)
· United Nations Environment Programme (UNEP DTIE)
El análisis del material recogido se acometió según las distintas especialidades de los miembros del consorcio para filtrar los casos recogidos y reforzar los más prometedores (paso 2 de la Figura 1). En concreto, un enfoque sociológico permite identificar con mayor facilidad el perfil de las personas o comunidades que promueven y participan en los casos identificados, y entender sus motivaciones. Se realizó una valoración cualitativa para calcular el potencial de cada caso, tanto para reducir el impacto medioambiental como para regenerar el tejido social.
Se realizó una selección inicial de 73 casos y se clasificaron en distintos tipos de soluciones para la vida cotidiana que resultaran prometedoras en términos de sostenibilidad. De los casos disponibles surgen seis «formas de actuar» que el usuario puede aplicar a su vida diaria:
· Servicios análogos a los de una familia proporcionados mediante habilidades familiares comunes y utensilios disponibles en un hogar…
· Viviendas comunitarias que se cimentan en una infraestructura residencial que facilite compartir servicios y recursos domésticos…
· Viviendas extendidas en las que parte de las funciones del hogar se realizan mediante una infraestructura colectiva situada en el vecindario…
· Comunidades en las que grupos de personas se organizan para ayudarse mutuamente…
· Clubes de servicios creados a partir de talleres abiertos, en los que es importante la participación de aficionados entusiastas para ayudar a los nuevos miembros…
· Redes de acceso directo en las que la gente se organiza para conseguir productos y servicios evitando intermediarios…
Se sugirieron posibles mejoras para facilitar el acceso a cada tipo de solución, aumentar el número de posibles usuarios y favorecer su difusión. Este doble proceso se centró, por un lado, en una investigación de posibles tecnologías de apoyo y, por el otro, en el desarrollo del caso inicial hasta convertirlo en un sistema de productos/servicios reproducible y destinado a un mayor público.
Bibliografía
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