Ilustro luego existo
El diseño de una marca de vinos y concretamente el de sus etiquetas, a menudo ofrece a la comunidad un contexto único para tirar, creativamente hablando, «la casa por la ventana». Proyectos como la brutal gráfica de vinos de Ladyssenyadora para Cultivare, el ingenioso packaging de Backbone para Fish Club o el diseño de Soleil inspirado en un clásico de la poesía griega, todos reseñados por Experimenta en su momento, son apenas tres buenos ejemplos de la buena salud de esta área de acción.
En este artículo hablaremos del trabajo realizado por Trüf, el estudio estadounidense dirigido por Adam Goldberg y Monika Kehrer, para la segunda cosecha de las bodegas de autor canadienses, Thorn & Burrow. «Es una compañía con sede en Vancouver que ofrece mezclas de variedades poco convencionales. Acudieron a nosotros en busca de un diseño único, creativo, extravagante, al igual que sus vinos», comenta Kehrer.
Definido el marco de acción y sus inherentes retos, la gente de Trüf decidió echar mano una vez más de sus capacidades en el ámbito de la ilustración. A partir de una serie compuesta de cinco placas absolutamente deliciosas, íntimamente relacionadas entré sí desde lo formal pero sin caer en la redundancia, se consiguió insuflar ese carácter diferencial que se estaba buscando.
Elementos de corte geométrico pero con un claro acento orgánico, se tocan, cruzan, solapan o anulan, una y otra vez hasta crear imágenes inesperadas, tan atípicas como atractivas. Destaca el detalle en la corona del corcho y la decisión de dejar el vidrio desnudo, etéreo, claramente para potenciar el papel de las etiquetas.