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Vicente Rojo: pieza fundamental de la gráfica en México y Latinoamérica

Vicente Rojo. © Pedro Valtierra

Vicente Rojo. © Pedro Valtierra

Un explorador meticuloso y obsesivo de la interrelación y la tensión entre la pintura, el diseño gráfico

«En el variado panorama del diseño gráfico, de la industria editorial y de la difusión cultural Vicente Rojo ocupa un sitio especial, es el precursor y es el continuador y es el renovador, el gusto esencial, el tacto y el rigor en la aplicación del estilo son características personales que él ha convertido en aportaciones a nuestro desarrollo cultural». Carlos Monsiváis

Barcelona nos dio a Vicente Rojo, Francisco Franco lo desterró, Lázaro Cárdenas nos lo trajo, y México con sus lluvias y sus volcanes nos lo heredaron, él se entregó a través de su obra renovando y sorprendiendo nuestra mirada a lo largo de más de medio siglo. Pieza fundamental de la gráfica en México y Latinoamérica, explorador meticuloso y obsesivo de la interrelación y la tensión entre la pintura, el diseño gráfico, el diseño editorial, los libros de artista, el grabado, la caligrafía, la escultura, el dibujo, la geometría, el color y la abstracción, en Rojo se yuxtaponen la distensión de lo intemporal y la tensión creativa modernista por excelencia.

Izquierda- Vicente Rojo, Mascara #1 (1988) | Mixta/carton 32 x22 cm. Coleccion Blaisten.
Derecha- Vicente Rojo, Mascara #2 (1988) | Mixta/carton 32 x22 cm. Coleccion Blaisten

Para el diseñador Rafael López Castro »Vicente Rojo es en la disciplina un diseñador gráfico y en la libertad se vuelve pintor.» Rojo a lo largo de su trayectoria nos presenta una dualidad de varios planos entre el arte y el diseño, nos muestra su capacidad creadora sin límites, con un estilo riguroso y de calidad visual exquisita en el manejo de colores, tipografías y formas trazadas por un lápiz que desembocan en lo poético. En la relación entre diseño y arte, puntos focales de su trabajo sostuvo una diferenciación entre uno y otro, considerando en muchas ocasiones la oposición de ambos, el arte con sus rasgos estéticos, personales, enigmáticos y simbólicos, y el diseño con su lenguaje social, comunicativo, tipográfico, masivo, sin embargo el artista-diseñador en varias ocasiones construye puentes de signos, letras y señales que lo acercan a caminos de indagación, los cuales nos llevan a descubrir nuevos lenguajes algunos universales y otros de alfabetos ilegibles. El diseño, comentaría, le provocaba la sensación de que podía trabajar con los pies en la tierra en un campo –suplemento semanal, libros o revistas- que requería de una eficacia comprobada, mientras que con la pintura y la escultura podía volar sin mayores preocupaciones. 

Rojo es un caso único, con su legado es referencia inevitable –y necesaria- para cualquier diseñador o artista, sea en la edición de libros, la pintura, la escultura, el diseño de carteles, las expresiones culturales y en la honestidad intelectual con la que se debe encarar un proyecto, Rojo ante todo es eso; disciplina, pasión y rigor creativo. Su prolífica trayectoria lo situó como miembro emérito del Sistema Nacional de Creadores y de El Colegio Nacional,  recibir el doctorado Honoris Causa por la UNAM, el Premio Nacional de Ciencias y Artes –en la categoría de Bellas Artes- y el Premio México de Diseño, en el extranjero son muchos los reconocimientos pero destacan principalmente por la conexión con su terruño la Medalla de Oro de Bellas Artes en Madrid y la Cruz de San Jordi en Barcelona. Más allá de las decenas de premios lo distinguió su carácter humano, solidario, su concepción de que otro mundo es posible –su obra, aseguraba, era de dominio público, por ello no las firmaba-  elementos tan íntimos que externa en la calidad de su obra, en el armado milimétrico de la misma que lo colocan como influencia insoslayable en lo contemporáneo.

Izquierda- Vicente Rojo, Mexico bajo la lluvia (1985) Gouche/ cartulina, 24×24 cm.
Derecha- Vicente Rojo, Mexico bajo la lluvia 108, 1982 | Mixta / tela 100 x 100 cm. Coleccion Blaistenjpg.

Vicente Rojo seguirá siendo también el símbolo perseverante del artista comprometido con su obra y con su tiempo, para muestra de ello decenas de exhibiciones por museos y galerías, todavía y aún con más ímpetu en los últimos años, destacando en 2015 la exhibición Escrito/Pintado en el Museo Universitario Arte Contemporáneo que integró 400 piezas que presentaron su trabajo como diseñador gráfico, pintor y escultor. En 2012 se le realizó una exposición homenaje en el Centro Cultural Tlatelolco de la Ciudad de México con 147 artistas gráficos invitados, se publicaron libros y semblanzas de su vasta obra, se realizaron mesas de análisis y debate acerca de la proyección y el valor de su trabajo como aportación cultural en el país, con ello se celebraban sus 80 años, mientras Rojo seguiría trabajando incansablemente en nuevas búsquedas y nuevos proyectos desde su taller en Coyoacán. 

Fue en 1960 cuando junto con un grupo de amigos fundó la Editorial Era, siendo director de arte y en donde continuaría como parte del consejo, la editorial pronto se convertiría en un referente para las letras en Hispanoamérica aquí comenzaría estrechas relaciones de trabajo con poetas, escritores, periodistas e intelectuales, destacan sus íntimas amistades con José Emilio Pacheco, Gabriel García Márquez, José Revueltas, Elena Poniatowska, Efraín Huerta, Carlos Fuentes, Sergio Pitol y Carlos Monsiváis, a lo cuales les realizaría las portadas o el diseño editorial de sus libros y otras publicaciones. A su vez será pieza clave en la llamada “Generación de la Ruptura” de los años cincuenta junto a Manuel Felguérez y José Luis Cuevas, jóvenes arrojados a la búsqueda por deconstruir el lenguaje en todas sus formas, entre la abstracción y la neo-figuración con el imaginario fantástico que ronda el arte mexicano. Pero tal vez esto no habría sido posible si unos años antes un muy joven Vicente Rojo no hubiera sido arropado laboralmente por el pintor y tipógrafo Miguel Prieto trabajando con él como su asistente aprendiendo el oficio, debido a la temprana muerte de Prieto quedaría a cargo de la oficina de ediciones del Instituto Nacional de Bellas Artes, lo que le permite conocer y colaborar con escritores y poetas e insertarse en el mundo de las artes, además de trabajar para diversas publicaciones como la Revista de la Universidad para la UNAM o crear carteles para el Fondo de Cultura Económica.

Este futuro era inimaginable para aquel joven español de 17 años que en 1949 arribó junto a su madre a México para reunirse con su padre y sus hermanos después de diez años, los cuales eran exiliados políticos españoles, comunistas republicanos que habían luchado contra el dictador militar Francisco Franco. En 2019 Rojo expondría con su obra las memorias de la llegada de su padre a México, en uno de los entonces llamados barcos “de la Libertad”, la exposición Vicente Rojo: 80 años después. Cuaderno de viaje de Francisco Rojo Lluch en el vapor Ipanema, Burdeos-Veracruz, junio-julio de 1939 seria una ofrenda íntima, cariñosa y declarativa acerca de su historia personal pero también enmarco la memoria del asilo de más de 25.000 españoles republicanos exiliados que recibió México en uno de los hechos humanitarios mas significativos del siglo XX.

Izquierda- Vicente Rojo, Negacion (1971) / Mixta /tela, 110 x110 cm.
Derecha- Vicente Rojo, Negacion no.9 (1972) | Mixta / tela 110 x 110 cm. Coleccion Blaisten.

Al estallido de la Guerra Civil española en 1936, Rojo era un niño inmerso en un país violento y caótico, su familia era perseguida y su destino incierto, ahí el arte apareció para rescatarlo de la barbarie, él mismo relata: “A los cuatro años de edad, en Barcelona, me encontré́ con lápices y lápices de colores en las manos; con papeles, tijeras y pegamento. Desde ese momento descubrí́ que me gusta mucho recortar, pegar y jugar con esos elementos que son los que mantengo hasta la fecha… Supongo que a eso le podemos llamar el nacimiento de una vocación”. En 1949 año de su arribo al país adquiere la nacionalidad mexicana. “Yo tengo totalmente un habla mexicana, a pesar de que no he perdido mi acentito. Soy mexicano desde que llegué; al día siguiente dije: ‘Yo de aquí no me muevo» comentaría en uno de sus tantos diálogos, expresión de amor y pasión por este tierra que se plasman de manera enigmática en una de sus series más celebradas; México bajo la lluvia, surgida en la inspiración de las texturas, los paisajes y la naturaleza.

Vicente Rojo cumplió 89 años el 15 de marzo pasado, dos días después fallece en su casa de la Ciudad de México, nos hereda una de las grandes obras plásticas de este país, su trabajo trasciende y se insertara en la universalidad –sin exageraciones- Rojo es un maestro, un camino a seguir en su pasión por el diseño y el arte, por el compromiso social y humanista que hermanan a ambas actividades, por la búsqueda incansable de las estéticas y la vanguardia, sus obras en cualquiera de sus ámbitos son faros de luz para quien aspire mínimamente a diseñar, crear, experimentar. ¡Viva Vicente Rojo!

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