Las posibilidades de las pantallas flexibles comienzan a extenderse por nuestra vida cotidiana. Teléfonos móviles, wearables, ropa inteligente y ahora aviones. El Centre of Process Innovation, un laboratorio de investigación e innovación situado en el norte de Inglaterra, está desarrollando una tecnología por la cual se pretenden sustituir las ventanas de los aeroplanos por gigantescas pantallas de ledes orgánicos.
Las pantallas, fabricadas con diodos orgánicos de emisión de luz —en su acrónimo inglés, OLED—, recubrirían las paredes internas del avión, adaptándose a la forma del fuselaje y su disposición interior. En el exterior, un conjunto de cámaras ubicadas a lo largo del cuerpo principal se encargarían de retransmitir en directo todo aquello que sucede en el cielo. Al igual que en Concept Cabin, el viajero podría contemplar una panorámica de 360º del firmamento, ampliando considerablemente el reducido espacio de la ventanilla clásica.
Concepto del avión, Centre of Process Innovation, 2014.
Si así lo desea el viajero tendría la opción de personalizar la imagen, cambiando la perspectiva del cielo, ajustando la luz o incluso desactivando la emisión para ver la televisión o navegar por Internet. Y todo ello en una resolución de pantalla de 150 puntos por pulgada y una intensidad lumínica de 100 candelas por metro cuadrado.
Este avance se ha logrado gracias a las investigaciones llevadas a cabo desde el centro de innovación británico. Su equipo, integrado por un tándem multidisciplinar de ingenieros y científicos, ha conseguido incrementar la flexibilidad de la capa de transistores orgánicos sin que por ello se vea afectado su rendimiento. El próximo reto pasa por desarrollar una pantalla igual de maleable y duradera. Por el momento, el Centre for Process Innovation ha logrado que las pantallas tengan una vida estimada de 20.000 horas, o lo que es lo mismo, más de dos años de emisión ininterrumpida.
Esta tecnología permitiría además suprimir las ventanas del cuerpo principal, reforzando la estabilidad del vehículo y disminuyendo los costes de producción. Este hecho podría suponer a su vez un ahorro considerable del gasto de combustible, ya que la disminución de la masa del fuselaje reduciría su peso en vuelo. “Por cada 1% de reducción en el peso el ahorro aproximado de combustible sería de 0.75%”, concretan desde el centro.
El equipo de desarrollo espera poder concluir sus investigaciones y presentar un modelo comercialmente viable en un plazo máximo de cinco años. En tanto llega este día el laboratorio está experimentando con otras soluciones tecnológicas más inmediatas, como pantallas prefabricadas más reducidas y unidas por plásticos adhesivos.