El estudio gallego Cenlitrosmetrocadrado diseña la cabaña para niños Carriza; un habitáculo de un metro cúbico de volumen que cuelga de una rama como una saca de rafia y se clava al suelo con cuatro cuerdas tirantes.
Carriza, Cenlitrosmetrocadrado, 2014.
“Trepábamos a los árboles (estos primeros juegos inocentes se cargan ahora en mi recuerdo de un destello de iniciación, de presagio; pero ¿quién lo pensaba entonces?), subíamos por los torrentes saltando de roca en roca, explorábamos cuevas en la orilla del mar, nos deslizábamos por las balaustradas de mármol de las escalinatas de la villa.” El barón rampante, Italo Calvino.
Carriza, Cenlitrosmetrocadrado, 2014.
Carriza, Cenlitrosmetrocadrado, 2014.
Quien no se sintió Barón Rampante en la infancia es que no tuvo infancia. Esas ganas de trepar hasta la copa de los árboles, anhelo de volar como la golondrina, de acariciar el cielo con las mejillas y de mirar las ciudades a lo lejos con enfado, porque bajar sería no escalar un poco más arriba.
Carriza, Cenlitrosmetrocadrado, 2014.
Carriza, Cenlitrosmetrocadrado, 2014.
Carriza, Cenlitrosmetrocadrado, 2014.
Cenlitrosmetrocadrado materializa este sueño infantil y saca al mercado su cabaña para colgar, Carriza. Se trata de un habitáculo de un metro cúbico de volumen que se suspende de una rama como una saca de rafia y se clava al suelo con cuatro cuerdas tirantes. Es un invento sencillo y económico ya que su construcción depende tan sólo de un padre habilidoso y de materiales que se encuentran en cualquier ferretería. De igual modo, los procesos de transformación son de baja tecnología y pueden ser resueltos de forma doméstica por uno mismo o con ayuda de alguien habilidoso con la sierra y la aguja.
Carriza, Cenlitrosmetrocadrado, 2014.
Carriza, Cenlitrosmetrocadrado, 2014.
Carriza, Cenlitrosmetrocadrado, 2014.
Carriza, Cenlitrosmetrocadrado, 2014.
Cenlitrosmetrocadrado saca al mercado la cabaña para colgar como producto, pero también como diseño al poner a disposición en su web un enlace con las instrucciones de fabricación y montaje. Lo único que piden a cambio es una foto del resultado. Carriza es una solución segura para padres miedosos y un empujón al espíritu aventurero de los más pequeños.
